Un equipo de científicos de la Universidad de Strathaclyde, en Glasgow, Escocia, está desarrollando un novedoso sistema que permitirá capturar energía solar con sistemas recolectores situados en el espacio.
La energía capturada será posteriormente enviada a la Tierra, a través de microondas o lásers, cuyas frecuencias serán afinadas para evitar los riesgos asociados a estos haces.
De esta manera, ni las aves ni los aviones se verán afectados por las ondas energéticas, según publica la BBC.
Ventajas de la energía solar espacial
Superado este problema, parece que lo que queda son solo beneficios. El director de la investigación, Massimiliano Vasile, del Departamento de Ingeniería espacial de la Universidad de Strathaclyde explica, en un comunicado de dicha Universidad, porqué la energía solar espacial supone una ventaja con respecto a la energía solar captada en la Tierra.
Según él: “el espacio supone una fuente fantástica para la captación de energía solar”. Por un lado, ofrece la ventaja de que “allí esta energía puede capturarse en cualquier momento, independientemente de la hora del día o de las condiciones climatológicas que haya en la superficie terrestre”.
Por otra parte, añade Vasile, aunque en la Tierra hay “regiones, como el desierto del Sáhara, en las que puede captarse energía solar de alta calidad, resulta muy complicado transportar dicha energía a otras áreas, en las que podría ser aprovechada”.
Recoger la energía solar desde el espacio, en cambio, eliminaría este obstáculo: desde el espacio, la energía capturada podría ser “lanzada” a regiones remotas de nuestro planeta, a las que resulta complicado llevar energía por los medios tradicionales.
El sistema sería muy útil, además, para suministrar energía en áreas que han sufrido algún desastre o en las que se necesita con urgencia un suministro energético eficiente.
De él también podrían beneficiarse las unidades militares móviles. En este caso, receptores de láser relativamente pequeños permitirían a estas unidades mantenerse independientes de cualquier suministro de combustible.
Por último, un sistema de recolección de energía solar desde el espacio supondría la posibilidad de contar con una fuente de energía estable, de calidad; y acabaría con las necesidades de almacenamiento energético propias de las fuentes de energía solar tradicionales, más inconstantes.
Satélites solares
Los investigadores planean los siguientes pasos para el desarrollo de su idea: Inicialmente, pequeños satélites podrían capturar y enviar la energía necesaria como para suministrar energéticamente a una pequeña ciudad.
Pero, con el tiempo, el objetivo será desarrollar y situar en el espacio una estructura más grande, capaz de captar y suministrar una cantidad de energía suficiente como para cubrir la demanda energética de una gran ciudad.
De momento, Vasile y sus colaboradores ya han probado un equipo en el espacio que podría llegar a funcionar como plataforma espacial de paneles solares.
El experimento, bautizado como Suaineadh, fue llevado a cabo con un cohete que viajó desde el Polo Norte hasta el espacio.
Según los científicos, Suaineadh ha supuesto un importante paso hacia el diseño de la construcción espacial solar futura, porque ha demostrado que es posible fabricar grandes estructuras (satélites solares), con una red gigante de peso ligero como base, lo que allana el camino para el siguiente paso del proyecto de energía solar espacial.
Estructura ultraligera
Actualmente, los científicos trabajan en el proyecto SAM (Self-inflating Adaptable Membrane), para probar el despliegue de una estructura celular ultraligera que puede cambiar de forma una vez desplegada. Estará formada por células que se auto inflan en el vacío, y que pueden cambiar de volumen, independientemente, mediante nanobombas.
El sistema “imita la estructura celular natural, existente en todos los organismos. El control independiente de las células nos permitirá adaptar la estructura en el interior de un concentrador solar (colector solar capaz de concentrar la energía en un área reducida, aumentando la intensidad energética), para recolectar la luz del sol y proyectarla en paneles solares”, afirma Vasile.
Dicha estructura podría usarse para construir sistemas espaciales grandes, mediante el ensamblaje de miles de unidades individuales pequeñas.
El proyecto forma parte de un estudio del Insitute for Advanced Concepts (NIAC) de la NASA. La Universidad de Strathclyde constituye la sección europea de un consorcio internacional en el que también están implicados investigadores americanos y japoneses, bajo la dirección de Nobuyuki Kaya, de la Universidad de Kobe.
En general, el estudio del NIAC está demostrando que es posible un diseño conceptual nuevo de satélites de energía solar a gran escala. El papel de la Universidad de Strathclyde en esta iniciativa es el de desarrollar soluciones innovadoras para los elementos estructurales, y nuevas soluciones para el control orbital.
Hacer un comentario