Tradicionalmente, algunos psicólogos han caracterizado las creencias religiosas como patológicas o como pensamientos irracionales.
Sin embargo, la religiosidad humana ha perdurado durante más de 100.000 años, y ha existido y existe en cada cultura de nuestra especie. Hoy día, además, se calcula que más del 85% de la población mundial tiene algún tipo de creencia religiosa.
Para tratar de entender el origen y las causas de la fe religiosa, en los últimos años psicólogos y neurocientíficos se han dedicado a analizar este fenómeno de la mente humana. En un artículo publicado por la revista Monitor of Psychology, editada por la American Psychological Association (apa), se explican y se sintetizan algunos de los hallazgos realizados en estas investigaciones.
Predispuestos a buscar sentido
Según se explica en el artículo, psicólogos y neurocientíficos han descubierto que la religión podría ser un subproducto del propio modo de funcionamiento de nuestro cerebro, que tiende, entre otras cosas, a buscar orden en el caos, a antropomorfizar nuestro entorno y a creer que el mundo que nos rodea ha sido creado para nosotros.
Justin Barret, psicólogo especializado en este tema del Centre for Anthropology and Mind de la Universidad de Oxford, afirma que en los últimos tiempos se han recopilado evidencias de que serían diversos procesos básicos del conocimiento humano los que habrían dado lugar a las creencias religiosas, y los que le otorgarían a éstas su fuerza y perdurabilidad.
Dichos procesos hacen, por ejemplo, que veamos el mundo como si tuviera un diseño intencionado, como si hubiese sido creado por algo o por alguien.
Estudios realizados por científicos de la Universidad de Boston demostraron que incluso en los niños pequeños existe esa tendencia a pensar que el mundo ha sido creado con un propósito. Así, por ejemplo, si se le pregunta a los niños “¿por qué existen los ríos?”, una respuesta corriente sería: “para que los peces puedan nadar”.
Otra investigación publicada por la revista Science reveló que también los adultos buscan permanentemente un sentido, sobre todo en situaciones de incertidumbre. En ella, se constató que la gente tendía más a ver patrones en una representación aleatoria de puntos, si se les hacía sentir previamente que no tenían control alguno.
Tendencia a lo sobrenatural
Pero, además, el ser humano parece tener una predisposición innata a creer en lo sobrenatural, explica Barret. En un estudio realizado por el psicólogo, se constató que niños de tan sólo tres años atribuían espontáneamente habilidades sobrenaturales e inmortalidad a “Dios”, incluso sin haber recibido aleccionamiento alguno sobre Dios o la religión.
Asimismo, los niños también elaboraban historias sobre su vida antes de nacer, acerca de un contexto bautizado por Barret como la “pre-vida”.
El psicólogo afirma que lo que se está demostrando es que “nuestra estructura cognitiva básica nos predispone a cierto tipo de pensamientos, a pensar en la pre-vida, en la vida después de la muerte, en dioses, seres invisibles que hacen cosas, es decir, en los temas comunes de las religiones del mundo”.
Con base neuronal
Esta predisposición hacia las creencias religiosas tiene una base neuronal, señalan las investigaciones más recientes realizadas por neurocientíficos.
Según ellos, la tendencia a la religiosidad se extiende por todos los sistemas del cerebro, y probablemente surja de circuitos neuronales desarrollados para otros fines.
Como ejemplo, en 2009, Jordan Grafman, PhD, director de la sección de neurociencia del National Institute of Neurological Disorders and Stroke de Estados Unidos, publicó los resultados de un estudio realizado con tecnología fMRI (exploración de resonancia magnética funcional de la actividad neuronal) que demostraron que los pensamientos religiosos activan un área del cerebro implicada con la interpretación de las emociones e intenciones de otras personas.
Según los autores del estudio, estos resultados sugieren que cuando la gente piensa en Dios desarrolla un pensamiento similar al que tienen cuando piensan en cualquier figura autoritaria especial, como una madre o un padre.
Origen evolutivo
Por último, la predisposición humana a la religiosidad podría tener un origen evolutivo: algunos especialistas afirman que la religión habría evolucionado para favorecer la formación y el mantenimiento de grandes comunidades sociales.
Los científicos de la Universidad de Virginia, Jonathan Haidt y Jesse Graham, publicaron en febrero de 2010 un artículo en la revista Personality and Social Psychology Review en el que sugerían que la religión co-evolucionó con la moralidad, como una manera de establecer lazos entre individuos en comunidades extensas.
Graham y Haidt argumentaron en su artículo que, a través de relatos y rituales, las religiones han construido cinco pilares morales básicos: no hacer daño, ser justos, ser leales al grupo, respetar la autoridad y vivir con pureza. Estos pilares ayudarían inicialmente a la gente a cooperar unos con otros.
Sin embargo, estos relatos y rituales promoverían la idea de defender a la propia comunidad frente a otras comunidades. De ahí los problemas bélicos que pueden llegar a ocasionar las religiones, explican los expertos.
De cualquier modo, señalan, todas estas investigaciones sirven para comprender al ser humano como un todo que integra elementos biológicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales que están conectados entre sí. Según Barrett, a medida que los estudios avanzan, se tiene una mayor comprensión acerca de la naturaleza de la religión y su desarrollo.
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