Una investigación reciente llevada a cabo en la Mt. Sinai School of Medicine de Nueva York ha revelado que los niños de padres mayores tienen un riesgo mayor que los hijos de padres jóvenes de padecer autismo, una enfermedad que se estima afecta a de dos a 10 personas por cada 10.000 habitantes en el mundo (de todas las razas y clases sociales), y que ataca cuatro veces más a los varones que a las mujeres.
Los síntomas de esta enfermedad, que presenta diversos grados de gravedad, suelen ser una interacción social limitada, problemas de comunicación y de imaginación, y actividades e intereses limitados, intensos o poco comunes. El autismo puede ser detectado en los tres primeros años de un niño, y es una enfermedad que dura toda la vida, a pesar de que un cuidado apropiado puede hacer que los enfermos menos graves lleven una vida prácticamente normal.
En el estudio, liderado por el epidemiologista de dicha escuela, Avi Reichenberg, los investigadores compararon más de 30.000 registros de padres-hijos descubriendo que los hombres mayores de cuarenta años corrían seis veces más riesgos de tener un hijo autista que los padres de menos de 30 años.
Reloj biológico masculino
Eso suponía que los hombres de más de 40 podrían tener 32 hijos autistas de cada 10.000 niños nacidos, mientras que los de menos de 30 años, corren peligro de tener 6 de cada 10.000. Esto significa un aumento del peligro, no una garantía, señalan los investigadores, que por el contrario no han encontrado ninguna diferencia estadística entre la edad de las madres y el autismo en sus hijos.
Los investigadores especulan con la posibilidad de que la causa se encuentre en la calidad del esperma. Si con la edad el material genético que el semen porta se deteriora, esos “errores genéticos” podrían ser heredados por los hijos.
La hipótesis hace creer que quizá sí haya un tiempo reproductivo óptimo también en los hombres, y no sólo en las mujeres, lo que significaría que existe un reloj biológico masculino. Sin embargo, esto no es más que una hipótesis que los investigadores pretenden confirmar o desmentir en posteriores estudios.
Uno de los enfoques para próximas investigaciones sería tratar de descubrir, gracias a esta información, los genes relacionados con el autismo, así como comprender mejor cómo la edad puede afectar al material genético.
Contexto y objetivos
Según publica la revista Archives of General Psychiatry, el estudio se realizó partiendo del hecho de que las edades tanto de las madres como de los padres a la hora de concebir están asociadas a desórdenes del desarrollo neurológico del ser humano.
En concreto, el objetivo era examinar la relación entre la edad paterna en el momento de la concepción y el riesgo de los hijos de padecer autismo a partir de registros médicos de casos de autismo detectados en Israel.
Así, se siguió a personas nacidas en Israel durante seis años consecutivos. La edad de los padres en el nacimiento de sus hijos se obtuvo de casi todo el grupo, mientras que la de las madres sólo en una pequeña parte de él. En un análisis preliminar se utilizaron los datos de la edad de padres y madres de esa pequeña muestra, y luego se hizo un análisis de la edad de los padres del grupo de mayor número.
En el registro se identificaron 110 casos de autismo, esto es, una media de 8,3 casos por cada 10.000 personas, descubriéndose una relación significativamente constante entre la edad avanzada del padre y el riesgo de padecer la enfermedad por parte de sus descendientes. Exactamente, el peligro aumentaba 5,75 veces en el caso de padres mayores de 40 años en comparación con los padres menores de 30. La edad de la madre pareció no aumentar estadísticamente dicho riesgo.
Padres mayores y problemas
Este no es el primer estudio que señala la posibilidad de que también exista un reloj biológico en los varones de nuestra especie. Según publicó recientemente la revista Obstetrics & Gynecology, el riesgo de aborto espontáneo también aumenta con la edad del padre. De hecho, es tres veces mayor cuando el padre tiene más de 35 años que si está entre los 25 y los 29, y hasta seis veces mayor si el padre tiene más de 40 años.
Este estudio, realizado por científicos de la universidad de Columbia y del Instituto de Psiquiatría de Nueva York, revisó datos del Estudio Perinatal de Jerusalén, recogidos entre 1964 y 1976, con un total de 13.865 embarazos registrados, de los que 1.506 finalizaron de manera espontánea.
En el caso del mongolismo, por ejemplo, causado por un cromosoma de más en cada célula, se ha descubierto que dicho cromosoma extra no sólo puede venir del óvulo sino también del espermio, y se ha demostrado que en la tercera parte de los casos de mongolismo el cromosoma extra es de origen paterno.
También parece existir un efecto de la edad de los padres en la herencia de enfermedades causadas por alteraciones genéticas, como la acondroplasia (niños enanos con piernas y brazos cortos), así como en la frecuencia de enfermedades genéticas dominantes. Diversos investigadores han coincidido en señalar, por tanto, que las alteraciones genéticas derivadas de la edad avanzada del padre pueden ser mucho más frecuentes de lo que se creía.
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