Los antioxidantes tienen la propiedad de neutralizar la acción oxidante de una molécula inestable (también denominadas radicales libres), que necesita unirse con una molécula estable para encontrar pareja a sus electrones libres y así recuperar su propia estabilidad electroquímica.
El resultado de este complejo proceso de nuestro organismo es que millones de radicales libres bombardean a diario nuestras células, y que en el caso de que haya un exceso de ellos que el propio cuerpo no pueda eliminar, estas moléculas inestables provocan daños en las membranas de nuestras células, ocasionando desde enfermedades cardiovasculares o cáncer, hasta los deterioros físicos característicos del paso del tiempo.
Los científicos han descubierto ahora que estos deterioros de los organismos debidos a la edad podrían frenarse gracias a la manipulación genética, según una prueba realizada en laboratorio con ratones. Las moléculas antioxidantes producidas artificialmente por las células pueden frenar y neutralizar a los radicales libres, demostrando que, en ratones, la media de vida asciende gracias a ellos en un 20%.
De confirmarse, sería la primera vez que se demuestra la importancia de los "radicales libres" en el proceso de envejecimiento. Y, de ser aplicable en humanos, el descubrimiento podría extender la expectativa media de vida de los 75 años actuales a más de 100 años en un próximo futuro.
En los últimos años se ha escrito mucha literatura científica acerca de los procesos de envejecimiento en los cuales tienen que ver los radicales libres. Se ha escrito también sobre la acción de antioxidantes en ese proceso, neutralizando la acción de los radicales libres y, así, colaborando a retrasar los procesos de envejecimiento y destrucción celular.
Sin embargo, el papel de estos radicales libres en el proceso de envejecimiento ha sido hasta hoy muy discutido, por lo que el estudio de la Universidad de Washington puede arrojar nueva luz y consolidar eventualmente esta hipótesis científica.
Cinco meses más de vida
El investigador Peter S. Rabinovitch de la Universidad de Washington en Seattle, y sus colegas modificaron genéticamente a los ratones para conseguir que éstos produjeran mayor cantidad de un antioxidante llamado catalasa, según explican en la revista Science.
Las catalasas que las células fabrican se dirigen normalmente al interior de unos orgánulos celulares conocidos como peroxisomas. Los peroxisomas son orgánulos pequeños y esféricos limitados por membranas que disponen de contenidos enzimáticos como las catalasas y las oxidasas, que sirven para contrarrestar en el organismo la acción de los radicales libres.
Sin embargo, el grupo de investigación alteró algunos de los ratones para que la catalasa se dirigiera a la mitocondria celular en lugar de a los perixosomas. Las mitocondrias son orgánulos celulares encargados de suministrar la mayor parte de la energía necesaria para la actividad celular. Al mismo tiempo, son el centro principal de producción de radicales libres, que es uno de los efectos secundarios de la acción de convertir comida en energía.
Rabinovitch y su equipo descubrieron que la catalasa extra situada en la mitocondria conseguía aumentar significativamente la vida de los ratones en alrededor de cinco meses, un tiempo muy importante teniendo en cuenta que los ratones viven una media de tres años y medio.
Un impulso a la medicina antiaging
Asimismo, cuando los investigadores realizaron la posterior autopsia a los ratones, encontraron que las señales típicas del envejecimiento –como cataratas o infartos- aparecían a una edad tardía en los ratones modificados genéticamente. De esta forma quedaría demostrado que neutralizar los radicales libres de los organismos no sólo alargaría la vida, sino que además aumentaría la calidad de la salud.
Según Rabinovitch, de este experimento podrían derivarse medicamentos que produjeran un resultado similar al obtenido gracias a la manipulación genética. Una de las posibilidades podría ser el desarrollo de una sustancia capaz de hacer que las mitocondrias mismas produzcan la catalasa.
Tal como explica al respecto el Instituto Biológico de la Salud del Dr. Domingo Pérez León (Madrid), la acción de los radicales libres está directamente relacionada con isquemia, enfermedades pulmonares, procesos neurodegenerativos, sistema inmune, funciones hormonales y cáncer, a través de los procesos de oxidación del DNA mitocondrial y citoplasmático.
Todos estos procesos llegan a un final común, que es el deterioro de las funciones fisiológicas generales del organismo es decir, el proceso del envejecimiento. Para retrasar el proceso de envejecimiento, hay que establecer por lo tanto, dietas y hábitos de vida que lleven a la producción de la menor cantidad posible de radicales libres y a una dieta que aporte antioxidantes, y en su caso, aportaciones suplementarias de los mismos.
Con bases totalmente científicas, están apareciendo una serie de exploraciones clínicas y biológicas así como tratamientos, definidos como medicina antiaging, cuyo objetivo es la aplicación de terapias personalizadas para retrasar el proceso de envejecimiento biológico o corregir los desequilibrios encontrados. La genética viene en ayuda de esta disciplina médica en la búsqueda de elementos que restablezcan el equilibrio corporal y permitan la prolongación de la vida humana en condiciones dignas.
Esta nueva rama de la medicina puede ser de gran ayuda en una sociedad cuyos miembros cada vez viven más años. El hecho de frenar el proceso biológico de envejecimiento no sólo es beneficioso a nivel individual, sino también por las consecuencias positivas que tendrá en la sociedad, como también los beneficios económicos que para la misma se deriven al disminuir el coste social-asistencial de una población envejecida.
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