La revista Salon.com ha publicado recientemente una entrevista con el especialista en religiones James Carse, antiguo profesor de la Universidad de Nueva York, en la que dirigió durante 30 años el Programa de Estudios Religiosos.
Además, Carse es autor del libro de reciente publicación The Religious Case Against Belief; en el que se ofrece una reflexión sobre los excesos de las ideologías y se analizan las creencias, con sus restricciones al pensamiento y su capacidad de fomentar las hostilidades.
Sistemas de creencias y grandes religiones
En la entrevista, realizada por el periodista Steve Paulson, Carse señala en primer lugar que las creencias o la fe no tienen mucho que ver con la religión. De hecho, según él, se puede ser religioso sin ser creyente, y viceversa. “Los estudiosos de las religiones son conscientes de que fe y religión no se imbrican a la perfección”, asegura el autor.
Para Carse, creyentes muy vehementes a menudo no se consideran a sí mismos como religiosos. Sin embargo, puede ocurrir que personas que mantienen sus propios sistemas de creencias (no religiosas) con gran pasión comiencen a describirse a sí mismas como religiosas. Es el caso, por ejemplo, de los Nazis, que según Carse llegaron a desarrollar un tipo de comprensión pseudo religiosa de sí mismos.
Carse señala que un sistema de creencias supone una red integral de ideas consideradas por aquellos que las creen como absolutamente reales y verdaderas. Un sistema de creencias estaría definido por una autoridad absoluta, bien sea ésta un texto, una institución o una persona. Pero un sistema de creencias es independiente de la religión.
La religión, por otro lado, es muy difícil de definir. Según Carse, los modernos especialistas en religión han decidido, de manera casi unánime, que no existe una generalización aplicable a todas las grandes religiones vivas, y que todas son muy distintas entre sí.
Aún así, señala Carse, si algo las define a todas es su longevidad. Y, en este sentido, las religiones se diferencian de los sistemas de creencias, que no tienen longevidad alguna (por ejemplo: el marxismo duró 80 años, y el nazismo 12 años). Las grandes religiones, según el autor, no caen tan rápidamente como los sistemas de creencias porque son capaces de mantener en sí mismas un profundo sentido del misterio, de lo desconocido. Ambos elementos mantienen su vitalidad.
Espíritu de las cruzadas
Carse, por otro lado, arremete tanto en esta entrevista como en su libro contra los fundamentalismos religiosos y ateos. Para el autor, los cada vez más populares ataques ateos a la religión omiten el sentido de ésta, su importancia, y están hechos por gente (como Richard Dawkins o Sam Harris) que son personas sumamente inteligentes pero que desconocen la historia de las religiones. Según Carse, este tipo de ataques tiende a convertirse en sí mismo en un contra-sistema de creencias.
Al igual que los fundamentalismos religiosos, Carse señala que está muy preocupado con los sistemas de creencias, que generan hoy día grandes conflictos en el mundo. Según él, la religión no necesita ser defendida por nadie.
Si una religión determinada no se mantiene, es porque ha perdido su vitalidad, y a lo largo de la historia determinadas religiones han ido desapareciendo, siendo sustituidas por otras.
Sin embargo, hoy día nos encontramos según el autor en una etapa caracterizada por una renovación del espíritu de las cruzadas, con sistemas de creencias que nos obligan a pensar en nosotros mismos de forma cada vez más militarista.
Nuestro planeta, como un todo, es cada vez más y más religioso, pero no estamos cada vez más preocupados por los conflictos que en él se desarrollan.
Raíces poéticas de las religiones
Carse termina su entrevista haciendo una alusión a los poetas. Según el autor, los poetas son los visionarios reales del mundo, y las religiones hunden sus raíces en la poesía.
Cuando se estudian las tradiciones, señala, se encuentra a gente de una gran visión poética. Las grandes figuras religiosas no son filósofos, historiadores ni líderes institucionales. Son personas que han inspirado la imaginación humana y, por tanto, merecen la definición de “poetas”.
A la pregunta de si hoy día existen poetas con esta capacidad, Carse considera que, desde luego, éstos serían muy necesarios actualmente. Sin embargo, señala que no se pueden “crear”, sino que surgen por sí solos. Simplemente, aparecen. El autor señala la belleza del Corán como ejemplo de poesía.
Finalmente, Carse se define a sí mismo como una persona religiosa en el sentido de fascinada con la imposibilidad de comprender el sentido del ser humano o de la existencia en general. O, como se preguntaba Martin Heidegger, la razón de que haya algo en lugar de no haber nada. No hay respuesta para esa cuestión, y para Carse este hecho supone un milagro.
Acerca de Dios, el autor señala que, con franqueza, no cree en su existencia. Por otro lado, afirma que en la historia de las religiones hay muchas y diferentes concepciones de lo que Dios es en realidad.
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