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La religión no puede reducirse a una réplica memética

En su último libro, «Breaking the Spell», Daniel Dennett señala que la religión es un meme y que su pervivencia en la historia se explica por los procesos replicativos de las estructuras meméticas. Pero aunque el planteamiento parece aceptable, Dennett no entra en las profundidades del análisis racional de la religión, por lo que su obra ha despertado polémica. Por Guillermo Armengol.

La religión no puede reducirse a una réplica memética

En la obra aparecida en 2006 titulada Breaking the Spell. Religion as a Natural Phenomenon (Viking, New York 2006), Daniel C. Dennett expone de nuevo sus ideas sobre memes y teoría de memes, aplicándola al estudio de la religión desde la perspectiva de la biología evolutiva. Sus conclusiones establecen que la religión es un meme y que su pervivencia en la historia se explica por los procesos replicativos de las estructuras meméticas.

Sin embargo, ¿hay razones –racionalidad filosófica o científica- para que los hombres hayan persistido en la religión? Dennett no entra en las profundidades del análisis racional de la religión. Simplemente constata que tiene una estructura memética y en ello considera tener ya fundamento suficiente para “romper el hechizo”.

Daniel C. Dennett es profesor de filosofía, así como director del Center for Cognitive Studies de Tufts University, en Medford, Massachussets. Su posición filosófica fundamental (que aquí no abordamos) defiende una idea computacional del hombre (entendido como un ordenador biológico serial que procesa en paralelo, dada la estructura neuronal). Esta misma idea determinista y robótica del hombre parece aplicarse al entender la religión como un proceso replicativo determinista producido por una estructura de memes ancestrales que tienen “atrapada” a la humanidad.

Qué son los memes

El término meme ha sido introducido con la intención definida de hacer un paralelismo con el término “gene”. Este último pertenece a la genética y en alguna manera explica el programa que produce el orden biológico de cada individuo de la especie; es, pues, un concepto genético-biológico.

En cambio, “meme” está referido a lo biológico-cultural. Así como la biología surge de genes, la cultura (el comportamiento de los individuos) surge de memes. Un meme supone cierta organización biológica (patterns neurales, quizá en parte incluso hereditarios), un aprendizaje mediado culturalmente (mímesis, imitación) y un registro (o memoria). Un meme supone, pues, un juego de neurología, mímesis y memoria.

El creador del concepto y su denominación por el uso lingüístico “meme” ha sido Richard Dawkins. Otros autores como Edward O. Wilson y J.D. Lumsden propusieron antes el concepto de culturgen para designar algo parecido. En la actualidad se ha impuesto el término de Dawkins, aunque la teoría de los memes ha recogido hoy aportaciones de otros muchos autores. Por tanto, hablar de meme no equivale hoy simplemente a la teoría de los memes en Dawkins.

La teoría de los memes parece, en principio, bien construida, aunque en la ciencia una cosa son los hechos comúnmente consensuados (que también son “interpretación” de la comunidad científica) y las teorías (ya mucho más discutibles, sometidas a revisión y en evolución). En general, la teoría de memes parece susceptible de ser aceptada; esto es, ampliamente consensuada.

La teoría de memes

¿Por qué la teoría de memes puede ser fácilmente aceptada? Simplemente porque da forma teórica coherente a un conjunto de hechos y teorías previas de naturaleza biológica, neurológica y psicológica que han sido ya objeto de un amplio consenso en la comunidad científica.

Sabemos que el Sistema Nervioso es un recurso de información (sensibilidad) y generación de respuestas adaptativas. Sabemos que el animal registra neuronalmente los hallazgos adaptativos (se producen como “novedad” poco a poco en la evolución de la especie, ya que no siempre existían y el animal aprende). Sabemos que la forma psíquico-neuronal (patterns, estructuras o mapeados neuronales) que surge puede dar lugar incluso a una cierta herencia genética en la especie (recordemos las ideas de Chomski sobre la codificación neuronal de las reglas de la gramática universal en el lenguaje).

Sabemos además, que, sobre la base genética, el aprendizaje de destrezas adaptativas en las especies animales se hace por mímesis (imitación) y así su etograma (respuestas adaptativas) se transmite (y se amplía) de generación en generación. Por último, sabemos que lo aprendido queda siempre registrado por los mecanismos de memoria y queda a disposición futura de cada individuo de la especie.

Por tanto, esto quiere decir que el término “meme” es apropiado si designa ese conjunto de recursos adaptativos de cada especie surgidos por un juego de interacciones entre redes neurales, mímesis y memoria. Los memes se dan ya en las especies animales y son propios de cada una. Pero se dan también en la especie humana.

Tenemos una herencia de genes que constituye nuestra biología básica, pero tenemos también una herencia de memes que constituye nuestra cultura. Es una estructura de memes, formando sistemas coherentes, que se transmite inevitablemente (recordemos los memeplexes de Susan Blackmore. De forma abierta, naturalmente, nunca cerrada.

Esta teoría es aceptable por la mayoría si se mantiene, pues, en un ámbito moderado. Para ello, debe cumplirse una condición: que no se atribuya a los memes un carácter absolutamente determinante o, lo que es lo mismo, que no se conciban como un condicionante que convierte la conducta en robótica, en una consecuencia inevitable y cerrada de los memes. Si fuera así, no se podría explicar la historia en su carácter creativo e innovativo, capaz de superior el carácter en alguna manera coercitivo de los memes en la cultura.

La experiencia es distinta: los memes son resultado de la creatividad. Esto ya pasa en las especies animales y mucho más en la especie humana. El hombre ha creado los memes, es capaz de criticarlos, de sobreponerse a ellos, de innovar con nuevas estrategias adaptativas.

Es capaz de crear, producir, controlar críticamente y innovar positivamente la cultura. Y sea dicho esto admitiendo que habrá, claro está, personas poco creativas, e incluso sometidas a la determinación de sus memes; quizá incluso la mayoría, a nuestro pesar.

Religión, memes y Daniel Dennett

Que la religión es, pues, un comportamiento producido por una estructura memética, parece aceptable. Ha sido producida por el psiquismo humano, se han puesto en juego recursos neuronales, que se han transmitido por tradiciones meméticas y se registran en la memoria de los individuos. Todo ello permite que la religión se “replique”, se “reproduzca” y perviva a la largo de generaciones. El costalero sevillano queda atrapado por los memes de una religiosidad popular; pero lo mismo pasa con el monje budista de diez años que repite y memoriza los textos tradicionales.

Consideramos, por tanto, que esto queda fuera de cuestión. Sin embargo, el análisis racional de la religión (filosofía y ciencia) en la cultura moderna, ¿qué se ha preguntado? Simplemente si detrás de ese comportamiento religioso se esconde un sentido, una significación, una coherencia con la realidad y con la naturaleza humana.

Ha habido quienes han ejercido la razón para llegar a la conclusión de que la religión no responde a fundamentos describibles, sino simplemente a la angustia humana o al deseo ilusorio de felicidad y protección. Otros han revisado racionalmente la religión y han llegado a la conclusión de que la religión responde a una posibilidad humana congruente: el mundo objetivo posibilita la apertura humana al comportamiento religioso. Pero tanto la crítica de la religión negativa como la positiva han llegado siempre a sus conclusiones por medio de una atención racional a la filosofía y a la ciencia.

Daniel Dennett, en cambio, nos dice: la religión es un meme, tiene una estructura memética. De ahí saca una conclusión sorprendente: la religión es un fenómeno natural. Nos preguntamos: ¿y qué podía ser sino un fenómeno natural? Dennett se siente admirado por su hallazgo y considera que descubrir que la religión es natural supone la “ruptura del mito ancestral de la religión”.

La estructura de su libro es muy simple. La religión surgió en épocas primitivas por el temor irracional ante el fragor de la naturaleza y sus amenazas. Así se constituyó como meme que ha venido replicándose sin cesar hasta nosotros.

Su análisis reflexiona sobre las circunstancias que han favorecido la permanencia y refuerzo de esta estructura memética. También reflexiona sobre los conflictos y problemas que la religión ha producido a la humanidad, aunque parece que llega a admitir que ha contribuido a hacer a la gente más feliz.

Por tanto, la religión es un meme. Liberarnos de la religión debe ser, en consecuencia, caer en la cuenta de que estamos atrapados por este meme y escaparnos de él.

Dennett insiste en que no busca otra cosa que el análisis darwinista de la religión desde un punto de vista de la biología evolutiva (pensamos que más bien debería decir psicología evolutiva de la cultura). Pero renuncia de forma explícita a un análisis racional filosófico y científico que conduzca a una valoración del sentido o sin-sentido de la religión.

Lo que la moderna reflexión en torno a la religión ha buscado es el análisis y reflexión filosófica a partir de los datos de la ciencia para preguntarse si detrás de los comportamientos religiosos se esconde una posibilidad humana con sentido que ya hubiera sido intuida por la humanidad primitiva.

Estos análisis tocan hoy en día complejos tópicos que van desde la mecánica cuántica, hasta la psicología y teoría de la mente, pasando por la cosmología. Todo esto es innecesario para un Dennett que se contenta con descubrir que la religión es un meme, un fenómeno natural, y que esto basta para rechazarla.

Leon Wieseltier en el New York Times Book Review

Breaking the Spell, como otras obras de Dennett, ha sido ampliamente comentada, como puede verse en las diversas opiniones surgidas en la prensa americana más prestigiosa. Los comentaristas de desfiles de moda, cuando quieren llegar a las ponderaciones supremas, suelen decir que ha sido un desfile provocador, valiente y transgresor. Así también puede decirse de Dennett: ha sido provocador y transgresor; en nuestro caso incluso iconoclasta y desmitificador.

Dennett sabe que para hacer de la filosofía un show debe ser radical. No hay medias tintas: o se cree en un mundo absolutamente determinista y en una ciencia reduccionista, o se cree en un Dios con barbas blancas que hace el mundo con un compás y lo sostiene con un solo dedo. O una cosa u otra. Es la misma táctica tradicional de la sofística griega que ya desde antiguo entendión cómo había que pensar para hacer de la filosofía un show.

Leon Wieseltier ha escrito en el New York Times Book Review una de las críticas más demoledoras a la obra de Dennett. Le acusa de ser máximo exponente de un “cientificismo”, reduccionista y simplista, que confunde ciencia con metafísica; siendo así que la ciencia mantiene una estricta neutralidad metafísica.

Le acusa de pretender ser el exponente más autorizado de la razón y, sin embargo, afrontar un análisis de lo religioso que se reduce a lo histórico, sin afrontar el verdadero análisis racional que exigiría. Le acusa de ser el anti-racionalismo y hacer jugar a la ciencia un papel esperpéntico inaceptable.

Le acusa, en definitiva, de no ver qué exige el ejercicio de la razón para permanecer en la vanagloria simple, vacía y narcisista de creerse el máximo racionalista que fustiga sin cuartel las irracionalidades populares de nuestro tiempo.

“Hay conceptos, nos dice conclusivamente Wieseltier, en muchas fábulas de la fe, que son proposiciones acerca de la naturaleza del universo. Pueden ser verdaderas o falsas, pero ahí están. Dennett reconoce los usos de la fe, pero no sus razones. En último término, su rechazo de la religión es un repudio de la filosofía, y todo se reduce a una cuestión de creencia en la creencia. Lo que este libro absolutamente superficial y autocomplaciente establece con mayor claridad conclusiva es que hay muchos “hechizos” (spells) que deben ser rotos”. Wieseltier se refiere, sin duda, al hechizo del falso “cientificismo” que tiene en Dennett tan simplista exponente.

Alister McGrath contra Dennett

En una crítica a Breaking the Spell, aparecida en Science&Theology News, el profesor de Oxford (Inglaterra) Alister McGrath se centra en el punto cricial de Dennett para discutir que el concepto mismo de “meme” sea científicamente aceptable. Cita a diversos autores que discrepan de la teoría de los memes y concluye que Dennett ha fundado su crítica a la religión en un concepto pseudo-científico que no tiene base suficiente.

Nosotros hemos defendido antes que la teoría de los memes es aceptable en su versión moderada. Y así es hoy en la mayoría. ¿Hay discrepantes? Claro que sí, y McGrath menciona algunos de ellos. Pero, a nuestro entender, la forma de discutir el pensamiento de Dennett no es decir que los memes “no existen”. Creemos que es una teoría que puede servir, quizá, aunque no necesariamente. En este sentido, la crítica de Leon Wieseltier es mucho más acertada y profunda.

Daniel Dennett ha respondido las críticas de McGrath en una conferencia ante la Royal Society for the Encouragement of Arts, de Londres, resumida en Science&Theology News, mediante una defensa de la viabilidad de la teoría de los memes, aunque tenga opositores.

Por otra parte ha insistido en que su crítica a la religión es importante porque del simple hecho de que las religiones persisten, algunos deducen que son buenas. Dennett destaca lo que su crítica nos dice: que quizá no lo sean, porque si hay llegado a nosotros es sólo por el proceso replicativo de las estructuras meméticas.

Ateísmo y religión

Pensamos que el universo y la vida humana siguen siendo un enigma. El ateísmo es posible; como también lo es la religión. Ambos parecen tener argumentos que deben ser valorados desde la libertad racional del hombre. Por tanto, nuestra posición sería: ¿ateísmo? Bien, es posible y respetable, como toda manifestación de la libertad humana. Pero a Dennett le diríamos: ateísmo, pero, por favor, no de esta manera. El ateísmo merece mentes serenas y profundas. No merece ser reducido al esperpento por pensadores como Dennett.

Guillermo Armengol es miembro de la Cátedra CTR. Artículo elaborado a partir del libro de Daniel C. Dennett Breaking the Spell, aparecido en 2006.

Guillermo Armengol

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