Cuando se reflexiona sobre las tendencias que las tradiciones religiosas muestran de cara al siglo XXI, no se puede dejar de lado la figura de Charles Taylor. El profesor Charles Taylor, filósofo canadiense que durante casi medio siglo ha defendido que problemas como la violencia o el fanatismo religioso sólo podrán resolverse considerando las dimensiones secular y espiritual de la sociedad.
En Tendencias21 hemos aludido a él en diferentes artículos, al tratar cuestiones de secularidad, espiritualidad, el retorno de Dios, posmodernidad y fundamentalismos.
Sus obras han sido muy discutidas entre los filósofos y sociólogos de la religión, sobre todo cuando fue galardonado con el Templeton Prize 2007, premio que otorga, desde 1973, la John Templeton Foundation.
El enfoque de mi investigación doctoral sobre Taylor respondía al siguiente enfoque: “La religión en el mundo secular: trascendencia e individualidad. Un estudio del problema desde el pensamiento de Charles Taylor”.
Charles Taylor, un pensador polémico
Charles Taylor (Montreal, 1931), filósofo e intelectual canadiense, es profesor de derecho y filosofía en la Northwestern University (Estados Unidos) y profesor emérito del departamento de filosofía de la Universidad McGill (Montreal). Además de su dimensión intelectual, Charles Taylor es partidario ardiente de la identidad propia del Québec francófono, y ha concurrido en épocas anteriores a varias elecciones parlamentarias. Sus ideas sobre el multiculturalismo han tenido enorme influencia en estos tiempos en que muchos países se enfrentan al problema de la integración de sus minorías, aunque sus ideas también han sido en ocasiones objeto de polémica.
En 2007, en un artículo en The Guardian, Taylor denunciaba que algunas formas de multiculturalismo están conduciendo a un choque de civilizaciones, porque mucha gente está viendo la integración como una amenaza, particularmente en el caso de las personas de creencias islámicas. No todo el mundo ha estado de acuerdo con esta apreciación, como queda de manifiesto en este comentario.
Desde febrero de 2007, Charles Taylor copreside, junto al el historiador y sociólogo Gérard Bouchard, la Comisión de Consulta sobre las prácticas de adaptación relacionadas con las diferencias culturales, creada por el Gobierno canadiense con la finalidad de que investigue la integración sobre bases culturales o religiosas, según el comunicado oficial difundido entonces.
Pero el objeto del trabajo de investigación que aquí se presenta tiene relación con las tradiciones religiosas y qué condiciones de posibilidad las hacen viables. Ello se debe a que numerosas formas de religiosidad han desaparecido o se han desestabilizado, señala el autor, pero otras han sido creadas a su vez debido a que el papel de la religión dentro de las sociedades ha cambiado drásticamente en los últimos siglos. Una de las preguntas fundamentales en relación con mi trabajo es ¿por qué investigar sobre la religión hoy en día?
Las teorías clásicas del secularismo vaticinaron, durante decenios, el lento declinar de las religiones, su marginación al espacio privado y, finalmente, su disolución y muerte. Con todo, las profecías seculares no se han cumplido.
Las religiones siguen gozando de relativa buena salud y siguen estado muy presentes en el espacio público. De esta manera, la religión está siendo un fenómeno importante, que continuará marcando, de una u otra manera, nuestra cultura, y que seguirá siendo un interlocutor significativo, con capacidad de aportar constructivamente en los distintos debates que se generen en el espacio público. ¿Podemos vaticinar que así seguirá siendo en el futuro?
Por esto se hace necesario un conocimiento adecuado y actualizado del fenómeno religioso, de manera que nos ayude a comprender la vivencia, individual y comunitaria, de la religión en sus múltiples facetas, así como el lugar que esta puede ocupar en el espacio público.
¿Por qué es relevante este problema?
Una de las razones por las que vale la pena investigar sobre el fenómeno religioso hoy es que Dios no ha muerto del todo. Es más. Como apunta el profesor de Teología de la Universidad de Deusto, Dr. Diego Bermejo, Dios reaparece en el horizonte. Por eso ha editado un denso trabajo titulado ¿Dios a la vista? (2013, Editorial Dykinson, Madrid, 565 páginas).
El extenso volumen incluye 22 contribuciones originales de los expertos más cualificados en España sobre los temas de sociología y filosofía de las religiones. Entre ellos algunos de los colaboradores de Tendencias21 de las Religiones, como Andrés Ortíz-Osés y Javier Monserrat.
Las teorías clásicas del secularismo han anunciado, durante años, el declive y luego la muerte de las religiones. Pero las profecías seculares no han terminado de cumplirse. Aún más, pareciera que las religiones gozan de buena salud y, pese a todo, su presencia en el espacio público sigue siendo relativamente fuerte. Dos ejemplos de esto último nos pueden iluminar.
En septiembre del 2013 Estados Unidos decidió, sin previo acuerdo de la ONU, atacar a Siria como represalia por el uso de armas químicas contra los rebeldes. En medio de un clima enrarecido surgió la voz del papa Francisco condenando el uso de las armas químicas y el posible ataque de los Estados Unidos. El papa afirmaba que “nunca el uso de la violencia lleva a la paz, la guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia”.
Pero el papa no solo denunció el uso de la fuerza, sino que convocó a todos los embajadores en el Vaticano para comunicar su postura y llamó a la comunidad creyente a tener una jornada de oración para pedir por la no intervención de los Estados Unidos en Siria y evitar, de este modo, una catástrofe mayor de la que ya estaba sufriendo el pueblo sirio. Comentando la intervención del papa Francisco, el ex Primer Ministro socialista de Italia, Massimo D’Alema, afirmó que “Francisco había cambiado el curso de la política internacional” y que “si la política no aprovechaba la oportunidad dada por el papa Francisco, pierde una oportunidad histórica”.
En noviembre de 2013, en la Universidad de Valencia, el conocido filósofo Javier Gomá, en la inauguración del máster y doctorado de Ética y Democracia, también hacía referencia, desde una perspectiva algo diferente, al problema de la religión y la fe. Para Gomá la pregunta fundamental era si el sujeto moderno aún podía ponerse de rodillas. Que, de alguna manera, viene a ser la pregunta kantiana: ¿qué me cabe esperar?
Como se puede, ver la religión sigue siendo un fenómeno presente en nuestro mundo y en nuestra vida. Y no solamente está presente, sino que aún tiene importancia. Entre nosotros, Adela Cortina, José María Margenat y José Antonio González también han trabajado el tema Por lo tanto, frente a la pregunta del por qué investigar la religión hoy, cabe responder que la religión es un fenómeno actual, que está generando cambios, mueve personas, incide en la toma de decisiones, está en el espacio público, etc.. En definitiva, la religión no es un problema del pasado o que corresponda solo a la vida privada de los sujetos.
La perspectiva de Charles Taylor
La segunda pregunta que cabe hacerse es por qué he elegido hablar aquí, en el contexto de inquietudes de Tendencias21, sobre la religión desde la perspectiva del filósofo canadiense Charles Taylor y no otra.
La respuesta tiene que ver con el acercamiento desde donde Taylor analiza el fenómeno de la religión. Creo que la aproximación de Taylor es fresca y novedosa.
El método de Taylor ayuda a situarse frente al problema de una manera distinta con respecto a otros posibles acercamientos: en A Secular Age no se cansa de repetir que él va a contar una historia (to tell a story), o relato, distinta de la que usualmente se ha contado.
En este sentido, la mirada de Taylor tiene un enfoque hermenéutico de la historia. Es capaz de ir hilvanando diferentes historias, a través de los siglos, que nos hablan de un proceso evolutivo que ha configurado una nueva cultura. En este relato interpretativo que hace Taylor se entiende que ha habido un cambio cultural que hace que nuestro mundo sea distinto al mundo de la Edad Media o del Renacimiento.
Objetivos y metodología de la investigación
El objetivo general de mis consideraciones es doble: en un primer momento, analizar el modo en que se comprende, desde la perspectiva de Charles Taylor, el fenómeno religioso y su vivencia, tanto a nivel personal como comunitario, y a partir de esto intentar esclarecer cuál podría ser el lugar de la religión en el espacio público. Para poder alcanzar el objetivo general se han planteado los siguientes objetivos específicos:
1) Investigar y presentar el fenómeno de la religión y su complejidad, a través de los distintos acercamientos metodológicos y teóricos que han intentado dar cuenta de él.
2) Comprender y delimitar el concepto de trascendencia en la obra de Charles Taylor.
3) En directa relación con el objetivo anterior, se plantea indagar cuáles son los principales antecedentes de la idea de trascendencia en la obra de Taylor y los límites que este concepto puede tener para la comprensión del fenómeno religioso.
4) Conocer y presentar las líneas fundamentales del diálogo establecido entre Taylor y el pensamiento religioso de William James.
5) Conocer y presentar el pensamiento de Taylor sobre los orígenes del proceso de secularización en Occidente, su comprensión desde una modulación cultural y los desafíos de integración y diálogo que el tiempo de la postsecularidad demandan a nuestra sociedad.
El método usado en esta exposición será el diálogo con el pensamiento del autor a través de una lectura analítica –es decir, aclarando conceptos fundamentales, ideas, posturas y antecedentes del pensamiento del filósofo canadiense- y hermenéutica de sus principales obras, poniendo especial énfasis en aquellas obras en que trata el tema de la religión y el secularismo.
Estructura de desarrollo
La exposición del pensamiento de Charles Taylor que aquí se presenta queda referida a tres capítulos, que abarcarían una mayor profundización en su obra. El primero de ellos sería una aproximación a la complejidad del hecho religioso.
La pregunta fundamental que este capítulo intentaría responder qué es la religión. Para dar respuesta a esta pregunta, primero, deberíamos dar una mirada histórica sobre cómo se ha estudiado el fenómeno religioso desde sus inicios hasta el siglo XIX. Luego mostrar diferentes acercamientos al tema a través de distintas aproximaciones metodológicas tales como la sociología, la psicología, fenomenología de la religión y la filosofía de la religión, poniendo especial atención en las dos últimas.
En este primer capítulo se pondría especial atención al pensamiento de Émile Durkheim y Xavier Zubiri. El pensamiento de Durkheim ayudaría a comprender cómo Taylor entiende la vivencia religiosa, individual y comunitaria, en diversas épocas históricas. El pensamiento de Zubiri, por su parte, con su mirada sobre la religación, considero que podría ser un aporte al pensamiento de Taylor en torno al tema de la trascendencia.
El segundo capítulo se centraría en la definición de religión formulada por Taylor. Esta definición tendría como eje fundamental la dialéctica trascendencia / inmanencia. La definición, simple en apariencia, creo que ayudaría a entender la amplitud del fenómeno religioso hoy en día, pues como ya he dicho antes, permite dar cuenta de las principales religiones de Occidente y Oriente, las religiones de un Dios personal y las religiones, como el Budismo, que no tienen Dios.
En este segundo capítulo también deberíamos trabajar el tema del tiempo axial. Este tiempo o época es el fundamento de la vivencia religiosa que tenemos hoy en día, sobre todo en su apertura a la trascendencia. Todavía más, muchas de sus características esenciales aún están en proceso de desarrollo. Por último, en este capítulo deberíamos enfrentar las dificultades y los límites que tiene el concepto trascendencia para definir la religión.
El tercer y último capítulo debería tener dos ejes: la vivencia religiosa individual y social en los tiempos actuales, así como las perspectivas de la religión en lo que respecta a su rol en el espacio público, en sus relaciones con la sociedad y el Estado. El primero ha tenido como línea rectora el diálogo de Taylor con la obra de William James. Teniendo como base este diálogo, deberíamos ir desentrañando las principales ideas de Taylor sobre la vivencia religiosa, individual y comunitaria, en nuestro tiempo y sociedad.
En el segundo Taylor, en una línea similar a la de Habermas, se plantea la necesidad de redefinir lo que se entiende por secularismo y el papel de la religión en el espacio público en lo que podríamos denominar, siguiendo a Habermas, la época post-secular.
Perspectivas fundamentales de la idea de religión en Taylor
1) La complejidad del fenómeno religioso
La pregunta sobre qué es la religión parece, a primera vista, fácil de responder. Pero lo que a primera vista parece presentarse fácil, manifiesta su complejidad cuando se le mira con mayor detalle. La religión es un fenómeno complejo, difícil de definir y de delimitar.
Las diferentes aproximaciones al hecho religioso nos han ayudado a comprenderlo mejor. Un ejemplo de esto es la sociología y la psicología: para la primera la religión es un hecho social que, a lo largo de la historia, ha sido un elemento esencial de la integración y comprensión de la sociedad. La psicología, por su parte, ha entendido a la religión como enfermedad, neurosis, o como posibilidad de acoger, desde nuestro ‘yo’ más íntimo, la pregunta por la trascendencia y el sentido.
2) La comprensión de la religión desde el binomio trascendencia / inmanencia
Taylor propone comprender la religión de una manera distinta a la usual –en el sentido de prácticas o creencias vinculadas a una institución, o de apertura a lo Sagrado-. El centro del planteamiento de Taylor es la dualidad trascendencia / inmanencia. La trascendencia implica un ser o existir más allá de la propia vida. Este más allá… se puede entender de distintas maneras: una de ellas, quizás la más común, tiene que ver con la idea de la vida después de la muerte.
Otra manera de comprender la trascendencia –indudablemente conectada con la anterior, pero algo diferente- es que las cosas no se agotan con la vida aquí, en este mundo, con la plenitud de esta vida o con su bondad.
En esta dirección apunta el cristianismo: es la voluntad de Dios que se dirige a la prosperidad humana –pero no en el mero sentido de prosperidad intramundana- sino una prosperidad que va más allá, que es más profunda. Las características de este más allá se pueden desglosar de la siguiente manera:
• Como vida en abundancia (Jn 10).
• Como cambio de identidad, en el descentramiento radical del yo www.tendencias21.net/La-espiritualidad-resurge-y-la-religion-decae-en-la-modernidad-liquida_a14896.htmly apertura radical al otro y al Otro.
• Conversión o metanoia.
• Como deseo de eternidad. Especialmente frente a la vida –y muerte- de nuestros seres amados. El amor tiene vocación de eternidad.
3) La importancia del tiempo axial para comprender la religión hoy
La revolución del tiempo axial, acaecida hace casi tres mil años atrás, es esencial para comprender la religión desde la mirada de la trascendencia, pues en el tiempo axial el ser humano vive la singular apertura a la totalidad del Ser. Esta apertura implica unión con el universo y con los otros seres humanos más allá del propio grupo o colectividad.
Como consecuencia, se debilita el vínculo con la propia comunidad, pero se abre la posibilidad de generar nuevas formas de pensar, filosofar y encontrarse con el otro. Ejemplo de esto se puede encontrar en los textos bíblicos de los profetas (Isaías y su preocupación por la viuda y el huérfano, por ejemplo).
La percepción de las religiones pre-axiales era que existía una cierta continuidad física entre el mundo mundano y el transmundano. En las religiones axiales, en cambio, esta percepción cambia: se impone la idea de una aguda separación entre los dos mundos. Así, la vida después de la vida ya no se plantea en los mismos términos (Marcos 12,18-27, diálogo de Jesús con los saduceos).
Junto a lo anterior, desde la nueva perspectiva se pone un fuerte énfasis en la existencia de un orden trascendental moral o metafísico superior, más allá de la realidad humana. Un ejemplo de esto es que el tiempo y el mundo se manifiestan como un espacio y lugar en donde el ser humano se juega su propia salvación o condenación. Esta nueva manera de percibir la realidad significará, con el devenir del tiempo, la exigencia de que el propio sujeto, y no la comunidad, sea quien se juegue a nivel particular, su salvación.
Un último tema, que vale la pena hacer notar, tiene que ver con la divinidad: ésta ya deja de ser una fuerza impredecible en su bondad o maldad hacia el ser humano, para pasar a manifestar un Dios bondadoso que busca, inevitablemente, la vida del hombre y mujer (aquí se puede recordar la frase de San Ireneo: “la gloria de Dios es que el hombre viva” Adversus haereses, 4,20,7).
4) Las críticas a la idea de trascendencia
Definir la religión desde la trascendencia tiene sus problemas. La teóloga Rose Mary Luling Haughton y la filósofa Martha Nussbaum son muy críticas de esta idea. Para la primera, la trascendencia no conduce sino a un callejón sin salida tanto en el plano intelectual como en el teológico.
Detrás de la idea de trascendencia, según esta teóloga, se manifiesta una cierta tendencia al olvido de lo terrenal a través de una justificación de lo ‘celestial’. Nussbaum, por su parte, plantea que las raíces de nuestro deseo de trascender se encuentran en el malestar y temor que experimentamos frente a nuestra finitud. El deseo de trascendencia tiende a anular nuestra capacidad de superación y, además, nos llevaría a rechazar nuestros deseos y necesidades humanas.
5) En defensa de la idea de trascendencia
Ambas críticas apuntan al corazón de cierta interpretación religiosa, especialmente cristiana, que pone un excesivo acento en el más allá como escapatoria del mundo. Pero la trascendencia tiene otras lecturas, que pueden ser mucho más intramundanas. Las raíces mismas del cristianismo nos hablan de una trascendencia que acoge y rescata, por decirlo de una manera, el más acá, es decir, nuestro mundo material.
Por otra parte, el pensamiento de Xavier Zubiri puede ser un aporte, especialmente al pensamiento de Taylor, a la reflexión de la trascendencia desde la inmanencia; es decir, una trascendencia inmanente en donde lo divino no está más allá, sino que más acá; en lo más profundo de nosotros y del mundo.
6) La vivencia individual de la religión hoy
En el mundo occidental la religión ha dejado de ser una vivencia con un fuerte acento comunitario, para convertirse en una experiencia esencialmente individual. Este proceso de progresiva individualización de la fe ha sido parte del desarrollo natural de la revolución axial, pero especialmente del cristianismo. Con todo, siempre hay que entender que el cristianismo es, al mismo tiempo, una fe individual y comunitaria. Ambos aspectos de requieren dialógicamente.
Ayudándose del esquema de Durkheim –en el que Taylor habla de sociedades paleo y neodurkheimianas – podemos decir que hoy nos hayamos en una sociedad posdurkheimiana, caracterizada por el aumento de personas que se declaran abiertamente ateas, agnósticas o no se adhieren a ninguna religión en particular.
Junto con lo anterior, mucha gente se sigue declarando creyente y perteneciente a una determinada comunidad, pero esto no significa que adhieran a todos sus postulados o dogmas. En este sentido, la creencia y vivencia de la fe ya no implica una férrea adhesión a dogmas.
La religión en el espacio público actual
El planteamiento tradicional de la secularidad afirma que la religión se debería mantener en el ámbito privado de las personas.
El planteamiento de Taylor representa, a este respecto, una mirada novedosa y audaz. Para el filósofo canadiense el secularismo es producto de la evolución natural del cristianismo. Por otra parte, hoy en día el secularismo debe entenderse a partir de los tres principios de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad.
A partir de estos principios, Taylor entiende el secularismo como que nadie debe ser forzado a creer o no creer; la igualdad implica el respeto frente a las diferentes religiones o creencias básicas; la fraternidad se entiende como que las distintas familias espirituales deben ser escuchadas e incluidas en los procesos de determinación de los fines de la sociedad y los caminos para alcanzar dichos fines.
Taylor piensa, en una línea muy similar a la de Habermas, con su idea de la post-secularidad, que nos encontramos en un tiempo distinto al tiempo de la secularidad.
Si en el pasado la religión fue relegada al espacio privado, hoy es el tiempo de recuperar las intuiciones que la religión puede tener y dialogar con ellas en el espacio público. El Estado debe garantizar su neutralidad y ayudar al diálogo fructífero entre las distintas posturas, religiosas y no religiosas, existentes en la sociedad.
En definitiva, la postura de Taylor, así como la de Habermas, apuntan hacia un nuevo tiempo y una nueva manera de vivir lo religioso en el espacio público. Este nuevo tiempo, obviamente, traerá nuevos desafíos.
Ignacio Sepúlveda del Río, es doctor en Filosofía y colaborador de Tendencias de las Religiones.
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