El Club de Ámsterdam, formado por un grupo de especialistas en prospectiva (disciplina que estudia el futuro desde una perspectiva científica y tecnológica), ha analizado recientemente el futuro de la sexualidad como consecuencia de la inmersión de la tecnología en nuestra vida cotidiana.
No cabe duda de que la tecnología ha influido en nuestros valores morales, nuestra forma de relacionarnos socialmente y, también, en las relaciones sexuales. La tecnología y la sexualidad, además, han hecho buenas migas desde el principio: la industria del porno ha sido una de las primeras en hacer uso de Internet y de hecho es actualmente una de las más desarrolladas en la Red, donde se ha convertido en un negocio altamente lucrativo.
El Club de Ámsterdam ha analizado todos los aspectos y perspectivas de este tema en el marco de su ciclo de conferencias mensual. Bajo el título “El futuro de la sexualidad”, los especialistas Marie-Luise Janssen, antropóloga de la universidad de Amsterdan; Melissa Gira, editora de la revista on-line Sexerati.com; Luc Sala, autor de una docena de libros referidos a actividades culturales y empresariales; y Mirjam Schieveld, directora del Instituto Summer de ciencias sociales, aportaron sus diversas perspectivas a esta cuestión.
Avances tecnológicos
Según la revista Internetactu, los prospectivistas señalaron que muchas cosas han cambiado como consecuencia de la expansión tecnológica: se ha disparado el mercado de objetos sexuales de última generación, se ha terminado el tabú de la sexualidad en personas mayores en un mundo envejecido, han aparecido nuevas fórmulas de pornografía on-line (como la que posibilita Second Life, mundo virtual de interacción social al que se puede acceder por Internet) y se ha desarrollado la sexualidad mediática, es decir, la sexualidad potenciada por un medio de comunicación.
Por otro lado, han ido aumentando las llamadas interfaces hápticas (conexiones que permiten el contacto a distancia) que han transformado considerablemente la sexualidad, en especial aquéllas que cubren el cuerpo entero. La palabra háptica hace alusión al conjunto de sensaciones no visuales y no auditivas que experimenta un individuo.
En este sentido, es muy curiosa la maquinaria ideada por el escritor de ciencia ficción Yann Minh de la que tal vez, un día, todo el mundo tenga un ejemplar en su casa : la NooScaphe-X1. En la revista A thousands tomorrows se ha señalado al respecto que un cibersexo más realista (gracias a estas interfaces) podría significar en el futuro que la gente sea menos propicia a buscar una pareja en la vida real.
Pero la sexualidad del mañana no será sólo háptica, es decir, que no sólo estará estimulada por el tacto a distancia, sino quizá también radicalmente distinta a como hoy la concebimos. El control directo sobre el cerebro por medio de dispositivos especiales nos permitirá estimular áreas cerebrales relacionadas con la sexualidad, en lugar de los órganos sexuales o las zonas erógenas del cuerpo, aseguran los especialistas.
También bodas virtuales
Para los que, además de la satisfacción sexual, buscan en la tecnología romanticismo, ésta también aportará novedades. Por un lado, un analista de la consultora norteamericana Gartner, llamado Adam Sarner ha predicho que en 2015 el 2% de los ciudadanos norteamericanos estarán casados en los mundos virtuales, publica la revista Networkworld.
Estos matrimonios online tendrán las mismas implicaciones legales que los matrimonios del mundo real, al igual que los mismos derechos, lo que requerirá de la revisión de algunas leyes. Según Sarner, las compañías gastarán además más dinero en el marketing de productos y servicios para personas virtuales en 2020 que en el mundo físico.
Para este analista, el éxito de los matrimonios online derivará de la posibilidad de tener una conexión emocional con alguien, aunque en realidad no se le conozca, que cuide de ti y a quien cuidar.
Y amoríos robóticos
Pero no queda ahí la cosa. Un investigador de inteligencia artificial británico llamado David Levy, autor de un libro titulado “Love and Sex with Robots” asegura en dicha obra que, muy pronto, llegará el día en que la gente se enamore de robots y desee tenerlos por compañeros, amigos e, incluso, parejas sexuales o esposos y esposas.
Esto llegará a producirse porque los robots cada vez serán más parecidos a los humanos, y con ellos podremos mantener conversaciones inteligentes y compartir emociones. Aunque suena a ciencia ficción, Levy asegura que es posible. En los últimos 20 años, se han ido desarrollando progresivamente robots más capaces de relacionarse con los humanos, y que esta tendencia seguirá aumentando hasta que podamos vincularnos emocionalmente, amarlos o mantener relaciones sexuales con ellos.
Tal y como publica The New York Times, Levy ha escrito que el amor con robots llegará a ser tan normal como con otros humanos y que, además, mejorará las relaciones sexuales porque con ellos “ensayaremos” aprendiendo cosas que no encontramos en los manuales de sexología.
Según él, factores que propician el surgimiento de las relaciones sentimentales humanas, como el misterio, la atracción recíproca o la disposición podrían aplicarse también a los robots. Según él, por ejemplo, éstos podrían ser programados para comportarse como “atraídos” por un individuo, y actuar como lo haría cualquier humano en esa situación.
Además, existe otra ventaja: la gente podrá hacerse compañeros a medida, tanto como si desea tener un amigo para salir o viajar, como si lo que anhela es un amante o un compañero sentimental.
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