¿Podría ser que la vitamina C y el betacaroteno (carotenoide más abundante en la naturaleza y el más importante para la dieta humana) sirvan para combatir la demencia? Un estudio realizado en Alemania sugiere que sí.
Científicos de la Universidad de Ulm investigaron el efecto de los antioxidantes en la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer. Sus resultados, publicados en Journal of Alzheimer’s Disease, apuntan a la posibilidad de influir en la patogénesis de este trastorno neurológico mediante el uso de antioxidantes dietéticos o incluso cambiando la dieta. El estudio fue financiado en parte a través del Séptimo Programa Marco (7PM) de la Unión Europea.
En Alemania hay cerca de 700.000 personas a las que se ha diagnosticado la enfermedad de Alzheimer. Sus síntomas son la desorientación, el deterioro cognitivo y la falta de concentración provocados por placas de beta-amiloide, la degeneración de fibrillas y la pérdida de sinapsis.
Tras evaluar a 74 pacientes de Alzheimer y a 158 controles sanos de edades comprendidas entre los 65 y los 90 años, los investigadores descubrieron que la concentración sérica de los antioxidantes vitamina C y betacaroteno era muy inferior en los pacientes con demencia leve que en los individuos de referencia.
Cabe aclarar que los individuos estudiados se habían clasificado por sexos y grupos de edad. Asimismo, se analizó su sangre y se anotó su índice de masa corporal (IMC).
Evitar el estrés oxidativo
Los investigadores aseguran que el estrés oxidativo repercute en la incidencia de la enfermedad de Alzheimer. Dicho estrés dificulta el aprovechamiento del oxígeno en el cuerpo humano. Los autores opinan que los llamados antioxidantes podrían servir como protección frente a la neurodegeneración.
En el estudio referido, los científicos se fijaron en si los niveles séricos de vitamina C, vitamina E, betacaroteno, licopeno y la coenzima Q10 eran muy inferiores en la sangre de los pacientes aquejados de Alzheimer.
“Para que tengamos la posibilidad de influir en la aparición y el desarrollo del Alzheimer, debemos conocer cuáles son los factores de riesgo posibles”, aclaró la Dra. Gabriele Nagel de la Universidad de Ulm.
Los autores hallaron que la concentración de vitamina C y betacaroteno en el plasma de los pacientes con Alzheimer era muy inferior a la de la sangre de los individuos de control.
En cambio, no se observó esa diferencia entre los dos grupos en lo relativo a los otros antioxidantes (vitamina E, licopeno y coenzima Q10). En su análisis estadístico, los investigadores tuvieron en cuenta posibles factores distorsionadores como el IMC, el estado civil, el nivel de estudios, y el consumo de alcohol y tabaco.
Se percataron de que en los hallazgos podrían haber influido el modo de almacenaje y preparación de los alimentos y factores estresantes de la vida de los pacientes.
“Es necesario realizar estudios longitudinales en los que participen más individuos para poder confirmar el resultado de que la vitamina C y el betacaroteno podrían servir para prevenir la aparición y el desarrollo del Alzheimer”, concluyó Nagel.
Referencia bibliográfica:
von Arnim, C.A.F. et al. Dietary Antioxidants and Dementia in a Population-Based Case-Control Study among Older People in South Germany. Journal of Alzheimer’s disease. doi:10.3233/JAD-2012-120634.
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