Muchas ciudades norteamericanas están abandonando los proyectos que tenían para hacer accesible Internet en todo su territorio a través de infraestructuras Wi-Fi. Los tres proyectos más emblemáticos, San Francisco, Chicago y Houston, se han desvanecido, mientras que otras ciudades medianas o pequeñas están siguiendo el mismo camino.
Hace un año parecía que toda gran ciudad estadounidense estaba enfrascada en diseñar su propio plan para levantar redes inalámbricas, de tal modo que todos sus ciudadanos, ya fueran ricos o pobres, tuvieran acceso a Internet cuando y donde quisieran. Ahora, sin embargo, esta visión casi utópica se está desvaneciendo. Las empresas involucradas y los políticos que apoyaban estos proyectos se preguntan si tender redes Wi-Fi tiene sentido económicamente hablando.
Los proyectos de ciudades tan importantes como San Francisco, Chicago o Houston están ahora mismo en el aire.
“Las ciudades y las empresas están repesando los modelos de negocios que tiene que adoptar”, comenta Esme Vos, fundador de Muniwireless.com, una web que rastrea las tendencias en esta industria. “Todo tiene que ver con la economía y con compartir el riesgo de este tipo de proyectos”, puntualiza en una entrevista concedida a Associated Press.
Muniwireless estima que 455 ciudades a lo largo de los Estados Unidos han levantado, o están considerando hacerlo, su red Wi-Fi, 122 más que hace dos años.
Las dudas sobre estos proyectos surgen respecto a si las redes van a generar suficientes ingresos como para justificar las inversiones millonarias necesarias para construirlas y mantenerlas.
EarthLink, el proveedor de servicios de Internet que ha sido unas de las empresas “evangelizadoras” en la cruzada del Wi-Fi municipal, llegó a la conclusión recientemente de que no podía hacerse cargo por sí misma de todas las redes que tenía planeado levantar (has 11 proyectos). Los 46 millones de dólares de pérdidas (con 900 despidos de por medio) que obtuvo esta empresa con base en Atlanta en el primer semestre del año tienen la culpa.
La empresa, pues, ha decidido “no dedicar nuevo capital al viejo modelo Wi-Fi municipal que nos haga asumir a nosotros todo el riesgo”, comentaba su consejero delegado, que aseguraba que ese modelo era sencillamente impracticable.
San Francisco
Mientras, Google mantiene intacto su interés por crear redes inalámbricas en la mayor cantidad de ciudades posibles. Hace un año, completó la red gratuita en el municipio en el que está su sude, en Mountain View, donde han conseguido atraer a 15.000 usuarios cada mes.
En esta línea, Google ofreció el pasado mes de julio 46.000 millones de dólares en la subasta de la red inalámbrica del gobierno, si se dan ciertas condiciones. Su modelo de negocio es dar acceso gratuito a cambio de publicidad.
Uno de los proyectos estrella que se ha venido abajo definitivamente es de San Francisco. La semana pasada, el municipio californiano decidía abandonar formalmente el proyecto al no votar el acuerdo suscrito, precisamente con EarthLink.
Chicago también ha parado su ambicioso proyecto esgrimiendo causas parecidas: demasiado coste, tanto de despliegue como de mantenimiento, y una perspectiva de usuarios no muy alentadora. El coste estimado para sus arcas municipales era de 18,5 millones de dólares.
En Houston, los gastos se disparaban hasta los 50 millones de dólares. A principios de septiembre, la ciudad notificó a EarthLink que sería multada con 5 millones por no haber cumplido los plazos prometidos en el contrato.
Aún así, Houston no tira del todo la toalla porque, al mismo tiempo, se ha comprometido con EarthLink a pagar 500.000 dólares al año para prestar el servicio a los funcionarios municipales durante cinco años.
La misma preocupación financiera tienen en Milwaukee, donde poner en marcha la red ha costado 20 millones de dólares. El proyecto está en su fase de pruebas, pero el vendedor, Midwest Fiber Netwokr, ha expresado públicamente sus dudas respecto a que se puedan atraer suficientes clientes como para recuperar la inversión hecha.
Ciudades pequeñas
Las ciudades pequeñas también están empezando a abandonar sus proyectos Wi-Fi. Hace poco, Cincinnati cancelaba el suyo debido a que “el mercado se mostraba muy inestable”.
En Silicon Valley los proveedores de acceso se están replanteando su papel en el despliegue de la red si las autoridades no ponen un poco más de su parte.
En Springfield, Illinois, AT&T anunció recientemente que abandonaba el proyecto Wi-Fi para esta ciudad, mientras que en Rhode Aisland, que ya ha invertido una importante suma de su presupuesto en Wi-Fi, la junta municipal rechazaba invertir 28,5 millones de dólares en desplegar parcialmente una red Wimax.
En Sant Louis están intentando desplegar transmisores Wi-Fi en 1.700 farolas de la ciudad. En la actualidad estudian la manera de hacerlo sin que los costes se disparen.
Dentro de esta lista de “deserciones” hay casos de éxito. Minneapolis está haciendo su despliegue por partes. El año que viene, 400.000 usuarios del Condado de Oakland tendrán la opción de acceder a su red inalámbrica.
Aparte de los problemas presupuestarios hay otros factores que explicarían este lento goteo de ciudades norteamericanas que dan la espalda al Wi-Fi. En primer lugar, habría una explicación tecnológica, ya que el Wi-Fi nunca fue pensado para cubrir grandes áreas. Además, cuando la señal se encuentra con algún impedimento, como un muro, un árbol o un cartel publicitario no funciona muy bien.
Finalmente, habría un problema de concepto. Los proyectos que ahora están abandonando las ciudades pretendían gastar el mismo dinero en cubrir áreas dónde la gente no necesita Internet (como en un parque) que en llevar la red a zonas de la ciudad donde la gente sí que pagaría por navegar.
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