El término selfie adquirió vida propia en el año 2013, sobre todo después de que el Diccionario Inglés de Oxford lo seleccionara como la palabra internacional del año. Internet y los teléfonos móviles estaban inundados de autorretratos a medida que los consumidores compraban más smartphones con cámaras frontales, convirtiendo el selfie en un fenómeno totalmente mundial.
Ahora tenemos más pruebas de que los selfies han llegado a ocupar un lugar único en la cultura del mundo: un lugar con una dirección web propia: Selfiecity.net.
Un equipo de programadores, diseñadores, teóricos de los medios e historiadores de la Universidad de California en San Diego (UCSD, EE.UU.), y de otros centros estadounidenses y alemanes, utiliza herramientas de comunicación avanzadas para analizar el fenómeno selfie.
Sus hallazgos se hicieron virales cuando pusieron sus descubrimientos disponibles para el público en una web interactiva, que permite a los espectadores visualizar 3.200 selfies publicados en Instagram, procedentes de cinco ciudades.
«Analizamos y visualizamos miles de selfies de Instagram, comparando patrones a través de Nueva York, Bangkok, Berlín, Moscú y Sao Paulo», señala en la nota de prensa de la UCSD el profesor de informática de la City University of New York (CUNY) Lev Manovich, que lidera el proyecto Selfiecity, entre otros.
«Hemos sido capaces de crear un proyecto que combina una rica e innovadoa visualización interactiva de la colección de fotos, los resultados de las investigaciones y los ensayos teóricos, y es gratificante ver cómo han respondido los medios de comunicación y el público.»
La facilidad de uso de Selfiecity.net enmascara lo que era un proyecto muy complejo y con varias etapas, a partir de la recopilación de datos en bruto. Mediante el servicio de datos sociales [Gnip]urlblankhttp://gnip.com/, el equipo recopiló más de 650.000 fotos de Instagram que se subieron durante una semana en diciembre de 2013
Luego, los investigadores seleccionaron conjuntos aleatorios de entre 20.000 y 30.000 fotos de cada ciudad que podrían contener posibles selfies. En este punto, Manovich y sus colegas subcontrataron gran parte de la mano de obra a Amazon Mechanical Turk, el mercado de crowdsourcing de Amazon.
Se pidió a los trabajadores del portal, o turcos, que seleccionaran los selfies verdaderos (autorretratos de una sola persona), y de ellos el equipo del proyecto seleccionó 640 selfies de cada una de las cinco ciudades.
A los turcos se les pidió entonces que estimaran la edad y el sexo de cada persona retratada. Cada foto fue evaluada por al menos tres trabajadores.
A partir de ahí, los investigadores utilizaron el software de visión por computador más avanzado para analizar las señales emocionales, el estado de ánimo, las posiciones faciales y otros detalles de cada rostro. El resultado es la sección Selfiexploratory de la página web, donde el público puede explorar la base de datos de selfies utilizando los resultados de este análisis, así como datos por ciudades, géneros y edades.
Para la fase actual del proyecto, se definió el término selfie estrictamente como la foto de una persona, tomada por esa misma persona con un teléfono móvil. ) Las tendencias
Los desarrolladores de Selfiecity también quisieron proporcionar información estadística sobre tendencias que hasta ahora parecían puramente subjetivas. Por ejemplo, más mujeres que hombres se hacen selfies, pero para las personas mayores de 30 se invierte la tendencia, con más hombres haciéndose autofotos.
La media de edad de los sujetos es de 25 años de edad. Los moscovitas sonríen menos, mientras que los de Bangkok y São Paulo son más propensos a sonreír. Y como señaló la revista Slate en su cobertura del estudio, una colocación muy popular de la cabeza en una selfie es ponerla inclinada, «claramente la colocación de la cabeza definitiva de nuestro tiempo».
Las mujeres inclinan sus cabezas un 50 por ciento más que los hombres y las mujeres de São Paulo inclinan sus cabezas casi 17 grados en promedio, más que en cualquier otra ciudad encuestada.
Los investigadores también analizaron otros detalles de cada selfie, tales como si la persona estaba mirando hacia la izquierda o hacia la derecha, hacia arriba o hacia abajo, y así sucesivamente.
Uno de los más sorprendentes hallazgos del proyecto hasta la fecha, señala Manovich, fue una estimación de cuántas personas se hacen selfies. A pesar de la impresión general de que la toma de selfies es ya una invasión, el equipo comprobó que sólo el cuatro por ciento de fotos de Instagram podría calificarse como verdaderos selfies.
Claro que este no incluye la cada vez más popular «selfie de grupo», como la famosa foto de Ellen DeGeneres en los recientes Premios de la Academia de Hollywood. Fue retuiteada más de 3.200.000 veces, un nuevo récord del mundo, pero en este estudio no sería considerado un selfie.
Se definan como se se definen, los selfies son «algo interesante que estudiar en este momento», según Moritz Stefaner, diseñador jefe de visualización de información de Selfiecity. «¿Son sólo una moda pasajera, o representan un sustancial nueva tendencia de la forma en que creamos y compartimos fotos ? ¿Son un medio de auto-expresión, una herramienta de auto-promoción, o una manera de llamar la atención?»
Selfiecity es el segundo proyecto desarrollado por Manovich y sus colegas sobre la base de grandes colecciones de fotos de Instagram. En el verano de 2013 lanzaron PhotoTrails, que proporciona ricas visualizaciones de fotos basadas un análisis de 2,3 millones de fotos de Instagram de 13 ciudades de todo el mundo.
Aplicaciones y subconsciente
Los selfies no son sólo una forma de pasar el rato, sino que se les están dando utilidades de lo más variadas. Por ejemplo, como contraseñas para el smartphone o la tableta. La aplicación de reconocimiento facial FaceCrypt permite el acceso mediante una selfie, pero el usuario debe pestañear en el momento de hacérsela.
La neurociencia también analiza el subconsciente detrás de los selfies. James Kilner, del University College de Londres, explica en este artículo de BBC News que las personas somos muy malas en reconocer cómo somos en realidad, por ejemplo cuando nos enseñan varias fotografías nuestras, de las cuales todas están modificadas digitalmente menos una. «Tendemos a elegir fotos en las que salimos más guapos y jóvenes de lo que realmente somos», señala.
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