Las personas inteligentes son más propensas a confiar en los demás, mientras que aquellas con una calificación más baja en pruebas de inteligencia tienden menos a ser confiadas, según un nuevo estudio.
Investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) han basado estas conclusiones en un análisis de la General Social Survey (GSS), una encuesta sociológica que se realiza a nivel nacional en Estados Unidos, cada uno o dos años.
Los autores señalan que una explicación para este hecho podría ser que las personas más inteligentes son mejores juzgando el carácter de otros, y tienden a entablar relaciones con individuos menos propensos a traicionarlas.
Otra razón podría ser que las personas más inteligentes son mejores sopesando situaciones y reconociendo cuando existe un fuerte incentivo para que otra persona no cumpla con su parte del trato.
El estudio, publicado en la revista PLoS ONE, apoya los resultados de una investigación previa en la que se analizaron datos sobre la confianza y la inteligencia en países europeos.
A la inversa no sucede
Los autores dicen que este análisis es importante porque la confianza social contribuye al éxito de instituciones sociales importantes, como sistemas de bienestar o mercados financieros. Además, muestra que las personas que confían en otros informan de una mejor salud y de una mayor felicidad.
Los investigadores de Oxford encontraron, sin embargo, que a la inversa no funciona: la confianza, aunque es un recurso valioso, no resulta un indicador de la inteligencia de una persona.
El autor principal del estudio, Noah Carl, del Departamento de Sociología de la Universidad de Oxford, explica en un comunicado de dicha Universidad: «Se ha demostrado que la inteligencia está vinculada con la confianza en otros, incluso después de tomar en cuenta factores como el estado civil, la educación o los ingresos. Este hallazgo apoya lo que otros investigadores han argumentado, a saber, que ser un buen juez del carácter ajeno es parte distintiva de la inteligencia humana desarrollada gracias a la selección natural. Sin embargo, hay otras posibles interpretaciones de la evidencia, y se necesitarán más investigaciones para desentrañarlas».
El investigador Francesco Billari, también del Departamento de Sociología, señala por su parte: «Las personas que confían en otros parecen informar de una mejor salud y de una mayor felicidad. El estudio sobre la confianza social, por tanto, tendría amplias implicaciones, en materia de salud pública o de política gubernamental (…) Hay buenas razones para pensar que los gobiernos, grupos religiosos y otras organizaciones cívicas deberían tratar más de cultivar la confianza en la sociedad. La confianza social se ha convertido en un tema cada vez más importante para los académicos, que quieren entender las causas de una mejor salud y una mayor felicidad en la sociedad”.
El efecto social de la confianza
La confianza de la que habla este estudio, en relación a la inteligencia, es de un tipo concreto: la confianza en otros miembros de la sociedad, que se diferencia de la confianza que se deposita en la familia y amigos cercanos.
Según explican los investigadores en PLoS ONE, una extensa literatura empírica demuestra que este tipo de confianza es un aspecto importante de la cultura cívica, pues ha podido relacionarse con diversas actitudes individuales positivas que afectan a la sociedad, como el espíritu empresarial, el voluntariado o la autopercepción de la salud y de la felicidad.
Los resultados del estudio, obtenidos con una cantidad extensa de datos, reforzarían la idea de que este tipo de confianza es un recurso social valioso no sólo para el individuo sino también para la sociedad en general.
Referencia bibliográfica:
Noah Carl, Francesco C. Billari. Generalized Trust and Intelligence in the United States. PLoS ONE (2014). DOI: 10.1371/journal.pone.0091786.
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