La depresión es un trastorno del estado de ánimo cuyos síntomas más habituales son el abatimiento y la infelicidad transitorios o permanentes.
En el ámbito artístico, independientemente de la cultura, el idioma o la época en que vivan los artistas, la expresión de la depresión ha estado siempre relacionada con la escasez de color y con los tonos oscuros.
Un equipo de científicos alemanes ha encontrado ahora una explicación empírica para el hecho de que las personas deprimidas vean todo de color gris: el “cristal” con el que miran el mundo está realmente condicionado por su propia tristeza.
Ese “cristal” sería lo que se conoce como “retina”: el tejido sensible a la luz que se encuentra en la superficie interior del ojo y que desencadena impulsos nerviosos que, enviados hacia el cerebro por el nervio óptico, nos permiten ver.
Respuesta retinal
En estudios anteriores se había demostrado que las personas que padecen depresión presentan dificultades para detectar diferencias de contraste entre el blanco y el negro.
Ahora, según publica la revista Biological Psychiatry, los científicos alemanes de la Universidad de Friburgo, dirigidos por Ludger Tebartz van Elst, han combinado la investigación neuropsiquiátrica y la oftalmológica para analizar, concretamente, la respuesta de la retina a los contrastes blanco y negro.
Los investigadores midieron los patrones del electrorretinograma, que es una prueba equivalente al electrocardiograma para las mediciones del corazón, y que consiste en el registro de los cambios de potencial eléctrico que sufre la retina cuando éste recibe estímulos luminosos.
Esta prueba se realiza mediante colocación de electrodos de referencia en la parte externa de cada ojo y de un electrodo más en la frente. Posteriormente, se coloca al paciente frente a una pantalla de estimulación lumínica, con un punto de fijación central.
Cuando se aplica un estímulo luminoso al ojo, la actividad eléctrica que este experimenta queda registrada en un retinograma que detecta la actividad de las células fotorreceptoras (conos y bastones) presentes en la retina.
Los resultados obtenidos se analizan posteriormente, con el fin de valorar el estado funcional de la retina y realizar el diagnóstico de posibles enfermedades oculares.
Relación proporcional
Los investigadores realizaron un electrorretinograma tanto a pacientes que padecían depresión como a individuos sanos.
Según publican en Biological Psychiatry, en total fueron analizados 40 pacientes con un diagnóstico de depresión severa (20 tratados con farmacología y 20 no tratados con medicamentos), y 40 individuos sanos.
De esta forma, se pudo constatar un menor contraste retinal en los pacientes depresivos, independientemente de que éstos estuvieran tomando o no tratamiento médico para la depresión.
Por otro lado, los científicos hallaron que existía también una correlación significativa entre el grado de pérdida de contraste retinal y la severidad de las depresiones. Así, las personas con síntomas más graves de depresión presentaron el nivel de respuesta retinal más bajo.
De hecho, la señal electrofisiológica de la respuesta de la retina a la luz resultó lo suficientemente consistente como para distinguir a los pacientes más deprimidos de los individuos sanos.
Herramienta de diagnóstico
Según los científicos, los resultados obtenidos ilustran el profundo impacto de la depresión en la percepción que del mundo tienen las personas que la padecen: la pérdida de contraste retinal hace que se diluyan las diferencias entre el blanco y el negro, por lo que la realidad se torna más gris ante los ojos de las personas deprimidas.
Por otro lado, afirma Ludger Tebartz van Elst, aunque aún se necesitan más estudios que confirmen dichos resultados, este método podría convertirse en un futuro en una valiosa herramienta de medición objetiva del estado y del grado de depresión de cualquier individuo.
Utilizado como herramienta de diagnóstico, el sistema serviría tanto para detectar la depresión y su grado, como para ajustar las terapias en función de las necesidades de cada paciente.
El año pasado, científicos de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, realizaron un estudio
similar al de los científicos alemanes, en el que también se demostró que la depresión cambia la percepción visual.
En este caso, los investigadores compararon la percepción visual de personas sanas con la de personas hospitalizadas por depresión. Así, se descubrió que los individuos deprimidos carecían de la habilidad de “rellenar” partes de una imagen cuando dichas partes estaban desaparecidas o aparecían levemente, algo que normalmente hace el cerebro de manera espontánea cuando vemos.
Los científicos israelíes realizaron una prueba informática desarrollada ellos mismos a un total de 27 personas sanas y a 32 individuos deprimidos y hospitalizados. Así, pudo comprobarse que, cuando los individuos de ambos grupos miraban imágenes idénticas, los del primer grupo lograban completar las partes perdidas, mientras que los deprimidos no.
Otros aspectos fisiológicos afectados
Otro aspecto fisiológico que se ve afectado por la depresión es la voz. Al parecer, el estado de ánimo afecta al tono de voz, a la longitud y las frecuencias de las pausas del discurso e incluso a la velocidad del discurso. Las personas deprimidas, en concreto, hablan lentamente, en voz baja y de forma monótona
Este hecho fue recientemente aprovechado por científicos del MIT para desarrollar un sistema que permite analizar los aspectos más sutiles de la voz, con el fin de establecer si cualquier persona se siente rara, ansiosa o deprimida.
Según los investigadores, con este método de análisis se podrá detectar la depresión incluso en una conversación telefónica, algo que resultaría muy útil para el seguimiento telefónico de pacientes propicios a deprimirse, como las personas que sufren enfermedades crónicas.
Por último, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Texas en 2006, reveló que la estructura del cerebro de las personas con trastorno depresivo es diferente a la de aquellas personas que no sufren esta enfermedad
Los resultados obtenidos en esta investigación revelaron que los genes que influyen en el tamaño del pulvinar y del tálamo, así como en el número de células nerviosas del tálamo, influyen en el desarrollo la depresión.
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