Se habla de comunicación silenciosa o kinésica cuando intervienen diferentes partes del cuerpo a la hora de comunicar un mensaje. Ahora, una nueva tecnología ha permitido en un ensayo científico establecer un sistema de comunicación sin mediar palabra, valiéndose para ello de dos órganos tan habituales en este proceso como la lengua y los oídos, aunque jugando en este caso papeles diferentes.
Mediante un entrenamiento previo para reconocer frases útiles, el sistema permitiría controlar de forma rápida y manos libres cualquier dispositivo portátil. La herramienta sería de gran utilidad para personas con discapacidad o aquellas que trabajan en ambientes ruidosos o necesitan comunicarse de forma privada, como cuerpos de seguridad o vigilancia. O incluso se podría extrapolar al ámbito de la traducción simultánea.
El nuevo dispositivo, desarrollado en el Instituto de Tecnología de Georgia, en Estados Unidos, se basa en parte en un sistema de control magnético de la lengua, diseñado previamente en otro proyecto del mismo centro, para que personas con parálisis pudieran manejar una silla de ruedas eléctrica de forma autónoma mediante movimientos de la lengua. Para ello, el usuario debía llevar un piercing de titanio que utilizaba a modo de joystick. Los sensores del pequeño dispositivo magnético transmitían la posición de la lengua a un auricular, que luego ejecutaba hasta seis órdenes en función de la posición de la lengua.
La preocupación de los investigadores era si esta tecnología podía ser demasiado invasiva para algunos usuarios, al resultar imprescindible la colocación de un piercing en la lengua para ubicar el sensor magnético. De ahí que intentaran buscar fórmulas alternativas.
El jefe técnico de Google Glass y profesor en el Instituto de Tecnología de Georgia, Thad Starner, relata en un artículo publicado en la revista online New Scientist, que una cita en el dentista le sirvió de inspiración para iniciar una investigación sobre el movimiento en los oídos. “El dentista metió un dedo en mi oreja y me pidió que mordiera, una prueba rápida para comprobar si la mandíbula funcionaba. Y ambos se movieron”, explica. Bajo esa premisa, creó el nuevo sistema de reconocimiento de comunicación silenciosa.
Sensor de infrarrojos para el oído
El dispositivo resultante combina el piercing de la lengua con una especie de audífono similar a un auricular. Cada uno consta de un sensor de proximidad que utiliza luz infrarroja para seguir el movimiento cambiante del canal auditivo. Cada palabra supone una ligera variación del movimiento de la mandíbula, lo que también se aprecia en el oído.
Para ponerlo a prueba, los investigadores realizaron una lista con 12 frases útiles, tales como «tengo que ir al baño» o «dame mi medicamento, por favor». Los voluntarios que participaron en la prueba fueron grabados repitiendo las frases mientras usaban el dispositivo, hablando despacio y vocalizando bien. De esta forma, el software fue capaz de reconocer lo que estaba diciendo el usuario el 90 por ciento de las veces. Utilizando sólo el sensor del oído, la precisión bajó ligeramente.
El siguiente paso es registrar todas aquellas palabras y frases útiles que puedan ser reconocibles sólo por el movimiento de los oídos. “Estamos tratando de averiguar qué partes fundamentales de la oración podemos reconocer”, señala Abdelkareem Bedri, estudiante en Georgia Tech.
Sólo con los oídos
Paralelamente, han empezado a buscar otros usos potenciales para la tecnología. Un experimento con una versión modificada del dispositivo del oído alcanzó el 96 por ciento de precisión en el reconocimiento simplemente de gestos de la mandíbula, como un movimiento de izquierda a derecha. De esta forma, un usuario podría controlar de forma discreta cualquier dispositivo portátil.
Aunque son conscientes de que el verdadero santo grial de la comunicación silenciosa es poder establecer un intercambio continuo y fluido, la capacidad de reconocer aunque sea un conjunto limitado de frases ya sería un gran avance para personas con alguna discapacidad, mejorando su calidad de vida.
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