Hasta hace bien poco, el hecho de estar paralizado de cintura para abajo significaba tener que usar una silla de ruedas para poder moverse. Y aunque la accesibilidad para los usuarios de silla de ruedas ha mejorado algo, lo cierto es que estos aún se enfrentan a limitaciones físicas y sociales notables.
Por suerte, diversos grupos de investigación han trabajado y trabajan para cambiar esto. En la UC Berkeley’s Robotics y en el Human Engineering Laboratory de EEUU investigan en esta misma dirección. Allí, un equipo de estudiantes dirigidos por el profesor de ingeniería mecánica Homayoon Kazerooni, está creando exoesqueletos robóticos que permiten a las personas con movilidad reducida caminar de nuevo.
La semana pasada, el equipo presentó un nuevo y más ligero exoesqueleto de este tipo. Con tecnología original del laboratorio Kaz, el exoesqueleto ha sido bautizado como ‘Phoenix ’ y desarrollado por SuitX, una empresa cuyo fundador es el propio Kazerooni.
Cómo funciona
Phoenix es ligero, tiene dos motores en las caderas y ajustes de tensión controlados eléctricamente, que se tensan cuando el usuario está de pie y que oscilan libremente cuando está caminando.
Los usuarios pueden controlar el movimiento de cada pierna y caminar hasta 1,7 kilómetros por hora pulsando botones integrados en un par de muletas. La batería del exoesqueleto, un paquete que se guarda en una mochila, puede durar hasta ocho horas.
Kazerooni explica : «Nosotros no podemos curar las lesiones (de estas personas), pero sí posponer las lesiones secundarias derivadas del hecho de permanecer sentados. Damos una mejor calidad de vida.»
Antecedentes
A lo largo de varios años, Kazarooni y su equipo han desarrollado varios exoesqueletos. Su trabajo en este campo comenzó en 2000 con un proyecto financiado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para crear un dispositivo, que ahora se llama exoesqueleto de extremidades inferiores Berkeley (BLEEX), que podría ayudar a las personas a llevar cargas más pesadas durante más tiempo.
En ese momento, Kazerooni se dio cuenta del uso potencial de los exoesqueletos en el campo de la medicina, en particular como alternativa a la silla de ruedas. El equipo comenzó entonces a desarrollar nuevos dispositivos para cambiar la movilidad de la gente que ha quedado parapléjica.
En 2011, Kazerooni y su equipo crearon el exoesqueleto que permitió a una persona paralizada de cintura para abajo por un accidente de coche (Austin Whitney) hacer una caminata épica. Poco después, se creó el Proyecto Austin, en honor a Whitney, con el objetivo de encontrar nuevas tecnologías para crear sistemas económicos fiables para exoesqueletos de uso cotidiano.
Hoy en día, Phoenix es uno de los exoesqueletos más accesibles del mercado. Se puede ajustar para adaptarse a diversos pesos, alturas y tamaños de piernas. Cuesta unos 35.000 euros, que, aunque sigue siendo mucho dinero, es alrededor de la mitad de lo que cuestan otros exoesqueletos de este tipo.
El último exoesqueleto llegado de Japón
A finales de enero hemos podido asistir a la presentación de otro exoesqueleto nuevo, el llamado Traje de Músculo, creado por el catedrático en Ingeniería por la Universidad de Ciencias de Tokio Hiroshi Kobayashi.
La presentación tuvo lugar en el Global Robot Expo celebrada recientemente en Madrid. Este exoesqueleto tiene tecnología neumática, y ha sido diseñado para personas con movilidad reducida, porque ayuda a los músculos a moverse. Desde que el Traje de Músculo salió al mercado en noviembre de 2014 en Japón, ya se han distribuido más de 1.000 unidades.
Este tipo de robótica asistencial, muy presente ya en países como Japón, donde su población es una de las más longevas del mundo junto con España, ha dado lugar a otra desarrollada no tanto para la rehabilitación de lesiones, sino para prevenirlas.
Kobayashi, de hecho, lleva años trabajando en ‘Trajes de Músculo’ más ligeros para cubrir las necesidades de los trabajadores de sectores como la construcción o la sanidad, ya que muchas de sus tareas diarias consisten en levantar peso y sus problemas laborales son, sobre todo, por dolor de espalda.
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