Pocos días tras los atentados del 13 de noviembre de 2015 en Paris, el primer ministro francés, Manuel Valls, dejaba perplejo al pueblo francés, y por extensión a todos los ciudadanos europeos, al manifestar públicamente que no se podía descartar que el autodenominado Estado Islámico –organización que había reivindicado los actos de terrorismo en la capital francesa- cometiera cualquier tipo de acto en un futuro próximo, incluso mediante el empleo de armas químicas y “bacteriológicas” (desde hace más de 20 años, no se emplea este término, habiendo sido sustituido por el de armas “biológicas”, por incluirse en este concepto no sólo las bacterias, sino también los virus, las toxinas y los hongos).
Aunque dichas declaraciones no parecieron muy afortunadas, especialmente porque generaron aún más temor en un población ya muy conmocionada por los terribles sucesos, lo que Manuel Valls venía a decir era que no es descartable que en el próximo gran atentado terrorista que tuviera lugar en Europa se empleara como medio destructor material NRBQ, es decir, nuclear, biológico, químico y/o radiológico, en tales dimensiones que incluso pudieran llegar a ser consideradas como armas de destrucción masiva (ADM). Y, por descontado, tendría lugar en una gran ciudad.
Esta idea ha sido ratificada en multitud de discursos dados por algunos de los principales líderes europeos y estadounidenses, así como en los principales documentos relacionados con la seguridad. Por ejemplo, en la Estrategia de Seguridad Nacional del Reino Unido, publicada en noviembre de 2015, entre los riesgos y amenazas que se consideran como mayores para su Estado, los ciudadanos británicos y sus fuerzas armadas, se encuentran los ataques químicos y biológicos, y la posibilidad de adquisición de armas nucleares, químicas y biológicas por parte de actores estatales y no estatales.
A finales de 2015, concretamente el 31 de diciembre de 2015, Rusia expresaba las mismas preocupaciones, aunque en otro sentido, en su propia Estrategia de Seguridad Nacional. En ella mostraba su inquietud por “la expansión de laboratorios `biológico-militares´ de EEUU” en las proximidades de sus fronteras, lo que los expertos entendieron como la preocupación de Moscú por diferentes instalaciones de defensa biológica establecidas por los gobiernos de Georgia, Ucrania y Kazajistán, que las autoridades rusas pueden haber visto como una tapadera para seguir desarrollando armas biológicas, con la excusa de estar investigando defensas y antídotos contra nuevas –o mutadas- enfermedades.
A todo ello se añade que, a finales del pasado mes de abril, las autoridades belgas decidieron comenzar a distribuir pastillas de yodo a todos los habitantes del país, como medida preventiva ante una hipotética emergencia nuclear.
Obviamente, la medida, no exenta de polémica, igualmente ha añadido aún más miedo a los belgas, muy impresionados por los atentados terroristas del pasado 22 de marzo y sus consecuencias, que han marcado profundamente al conjunto del país.
Hasta ahora esta distribución de yodo –procedimiento que ya salvara muchas vidas en el accidente nuclear de Chernóbil- se había llevado a cabo tan sólo a los residentes más próximos a las dos centrales nucleares belgas (Tihange y Doel), a la central nuclear francesa de Chooz y a la holandesa de Borssele, así como a los más cercanos a los centros los centros de investigación nuclear de Mol y Fleurus. Pero nunca hasta ahora se había ampliado la medida a toda la población, lo que no deja de ser otro claro indicador de la amenaza que para las autoridades europeas significa el terrorismo NRBQ.
Ingenio radiológico
Se hace especial hincapié en la “R” del término, pues, en realidad, lo que con más probabilidad podría ser empleado por los terroristas sería un ingenio radiológico, más que nuclear propiamente dicho. Es decir, de los cuatro efectos que genera una explosión nuclear –mecánicos, térmicos, radioactivos y electromagnéticos-, los radioactivos serían los más relativamente fáciles de ser usados.
Descartando que los terroristas se hagan con una verdadera arma nuclear, es decir, lo que puede entenderse como una bomba nuclear de suficiente entidad (de fisión, fusión, hidrógeno,…) -pues no sólo consiste en conseguirla (por ejemplo, se precisa uranio enriquecido por lo menos al 90%), sino en transportarla con las debidas garantías de seguridad, disponer de vector de lanzamiento y sistema de puntería-, la hipótesis de lo que se puede emplear con mayor probabilidad es lo que se denomina una “bomba sucia”, que implicaría la diseminación de material radioactivo a la atmósfera, sin ninguno –o prácticamente ninguno- de los otros tres efectos citados.
La otra opción en que se podría emitir altísimos niveles de radiación y contaminación sería mediante un acto de sabotaje o ataque directo contra una central nuclear, lo que produciría efectos similares a los de Chernóbil. Pero precisamente por esperarse, todas las centrales nucleares europeas están rodeadas de las más estrictas medidas de seguridad.
En cualquier caso, la preocupación es real y no es descartable que, como alertaba el primer ministro francés, seguramente bien asesorado por sus servicios de inteligencia, en un futuro inmediato se llegue a producir ese temido atentado terrorista con medios NRBQ en Europa, incluyendo a Rusia, que también está bajo la espada de Damocles del terrorismo yihadista-salafista.
Para hablar de este tema tan sumamente preocupante, y especialmente de cuál es la probabilidad real de que se llegue a producir dicho atentado terrorista que emplee estas armas de destrucción masiva, esta edición de Visión Geopolítica, conducida por el analista geopolítico Pedro Baños, ha contado con los mejores expertos nacionales: Natividad Carpintero, secretaria general del Instituto de Fusión Nuclear, Luis Martín Otero, considerado en mayor especialista nacional en bioterrorismo, Manuel González, de la Escuela de Guerra del Ejército, y Roniel Aledo, analista de inteligencia y terrorismo.
Perfiles
NATIVIDAD CARPINTERO SANTAMARÍA, profesora titular del Departamento de Ingeniería Energética de la Universidad Politécnica de Madrid y secretaria general del Instituto de Fusión Nuclear. Es una de los seis miembros del Presidium de la European Academy of Sciences, que tiene entre sus académicos a 65 premios Nobel. Es miembro vocal de la Comisión de la Energía, la Proliferación Nuclear y el Terrorismo Nuclear del CESEDEN. Ha sido miembro de la Junta Consultiva del G8 para la no proliferación de armas de destrucción masiva y secretaria general de dos grupos internacionales de trabajo patrocinados por la OTAN sobre terrorismo nuclear y radiológico, y energía nuclear y seguridad energética. Ha impartido numerosas conferencias sobre amenazas asimétricas a la seguridad internacional, proliferación y terrorismo nuclear, tráfico ilícito de materiales radiactivos y seguridad energética en diversos centros nacionales e internacionales, tema sobre los que también ha publicado abundantes trabajos de investigación en prestigiosas editoriales extranjeras. Es autora del libro La bomba atómica: el factor humano en la Segunda Guerra Mundial (ediciones Díaz de Santos, 2007) y co-editora, con el General Guillermo Velarde, del libro Inertial Confinement Nuclear Fusion: A Historical Approach by its Pioneers, considerado como lectura recomendada por el Consorcio para la Fusión Nuclear de la Comisión Europea. Se le han concedido numerosos reconocimientos a su labor profesional, entre los que cabe destacar el premio Alfonso XIII de Historia de la Ciencia Aplicada concedido por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, las Cruces al Mérito Aeronáutico y al Mérito Militar, ambas con distintivo blanco.
RONIEL ALEDO, oficial retirado de Ejército de Tierra de EEUU. Analista senior de inteligencia del Departamento de Defensa de EEUU. Analista de inteligencia de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA). Ex analista (contratista) de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Oficial de operaciones del Estado Mayor Conjunto de EEUU. Ex director de asuntos internacionales (oficina para Méjico) del Departamento de Seguridad Interior de EEUU. Actualmente es asesor de inteligencia y defensa de la compañía Futurespace, en Madrid.
LUIS ENRIQUE MARTIN OTERO, Coronel de Veterinaria, en situación de reserva. Licenciado y Doctor en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid. Diplomado en Microbiología, Análisis Clínicos, Higiene y Sanidad Ambiental por el Ministerio de Defensa. Master en Seguridad y Defensa por la Universidad Complutense de Madrid y el CESEDEN. Entre los destinos y responsabilidades que ha tenido, destacar que fue jefe de la Sección de Toxicología Ambiental y Biológica del Departamento NBQ de la Fábrica Nacional de la Marañosa, del Ministerio de Defensa; director técnico del Laboratorio de Referencia Nacional en la detección del antrax durante la crisis de bioterrorismo mundial tras los atentados del 11-S; jefe del Servicio NBQ en la Subdirección General de Cooperación y Defensa Civil de la Dirección General de Política de Defensa; jefe de los Servicios Veterinarios del Ejercito del Aire; y coordinador del Grupo de Expertos para la creación de la Red de Laboratorios de Alerta Biológica (RELAB), para situaciones de Crisis Biológicas a nivel nacional e internacional. Actualmente es director del Master “Gestión de Crisis en un Mundo Globalizado: Bioseguridad y Bioterrorismo”, de la Universidad San Pablo – CEU; coordinador de la Red de Laboratorios de Alerta Biológica (RELAB) en el Centro de Vigilancia de Sanidad Veterinaria (VISAVET), de la Facultad de Veterinaria de la UCM; representante español en comisiones internacionales de bioterrorismo y guerra NBQ (GRUPABI, SIBCRA, EUCLIP-CEPA 13). Sobre estos temas imparte docencia en numerosos centros e instituciones, civiles y militares, y participa asiduamente en congresos nacionales e internacionales, habiendo sido premiado en varias ocasiones. También dirige diversos proyectos de investigación, nacionales y extranjeros, sobre medio ambiente, NBQ y bioterrorismo. Tiene abundantes publicaciones sobre temas de virología, inmunología, medio ambiente, NBQ y bioterrorismo.
MANUEL GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, Teniente Coronel del Arma de Artillería. Destinado actualmente en el Departamento de Estrategia y Organización de la Escuela de Guerra del Ejército de Tierra. Ha realizado el máster “Los retos de la Paz, la Seguridad y la Defensa”, así como numerosísimos cursos de especialización, tanto civiles como militares. Experto en terrorismo yihadista, inteligencia cultural, conflictos religiosos e historia y doctrina del islam. Colaborador y profesor en diferentes organismos, empresas y entidades del ámbito público y privado. Colabora habitualmente con los medios de comunicación audiovisuales y escritos sobre temas de su especialidad.
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