La torre más alta del mundo, de un kilómetro de altura, estará en Australia y será una planta de energía solar que, a través de paneles extendidos a lo largo de cinco kilómetros cuadrados, generará una potencia de 200 megawatios (MW) sin contaminar el medio ambiente.
El año próximo comienzan las obras, que terminarán dos años más tarde y costarán 380 millones de euros. La planta aprovecha las radiaciones solares para generar electricidad por medio de un proceso de transformación de la masa del aire en viento.
Los paneles solares se instalarán en estructuras de acero construidas a seis metros de intervalo. Conservarán una temperatura constante de treinta grados a una altura que oscilará entre los dos y veinte metros sobre el nivel del suelo.
Para conservar el calor durante la noche, unos tubos de plástico llenos de agua caliente sostienen en la base a los paneles solares. Estos paneles calientan el aire que se dirige hacia una chimenea de 130 metros de diámetro, que tiene un grosor de un metro en su base y de 25 centímetros en la cúspide.
Día y noche
Como el aire caliente tiende a subir y la temperatura ambiental disminuye un grado cada cien metros de altitud, una corriente de aire recorre la chimenea permanentemente accionando treinta y dos turbinas, de una capacidad de 6,5MW cada una, que son las que alimentan los generadores eléctricos. La central generará electricidad así todo el día y toda la noche.
La central solar en forma de enorme chimenea o torre será instalada finalmente en la región de Buronga, a 625 kilómetros al sudeste de Sydney. Sus emanaciones consisten únicamente en corrientes de aire caliente y vapor, lo que la convierte en una iniciativa totalmente ecológica.
En la actualidad, Australia obtiene el 90% de la electricidad a través de centrales de carbón, altamente contaminantes. Para producir 200 MW e iluminar 200.000 hogares, estas centrales generan 900.000 toneladas de dióxido de carbono al año.
Las radiaciones solares que recibe la Tierra en menos de una hora equivalen al consumo humano de energía de un año y se cree que, en menos de 20 años, más de mil millones de personas aprovecharán la energía emitida por el «astro rey».
Solución del desierto
Si el proyecto resulta exitoso, la empresa promotora, Schlaich Bergermann and Partner, con sede en Stuttgart, construirá otras cuatro centrales más en Australia antes de 2010 y es posible que algunas más en Estados Unidos y Canadá, así como en México.
La empresa ha adquirido incluso los derechos para desarrollar esta tecnología en Jordania, Vietnam, China, India, Sri Lanka, Pakistán y Egipto. De confirmarse su eficacia y inocuidad medioambiental, torres de este tipo serían la solución energética de las regiones desérticas del mundo.
En 1982 se probó en España el principio de funcionamiento de esta tecnología en una instalación piloto de 50 kW en Manzanares (Madrid). La chimenea tenía una altura mucho más pequeña, de sólo 195 metros, y el campo de colectores un diámetro de 240 metros. Funcionó durante siete años y ahora se experimenta en Australia con mejores condiciones, al estar en una región muy soleada con amplios espacios deshabitados alrededor.
Las instalaciones combinan de manera fascinante y sencilla los fenómenos físicos del efecto de invernadero y de chimenea. El proceso es el siguiente: bajo un techo de vidrio plano y redondo se calienta aire que sube a través de una chimenea ubicada en el centro del círculo e impulsa una turbina de aire que se sitúa en la parte baja de la chimenea.
Más información:
Artículo en Energy News
Artículo de Far Eastern Economic Review
Los artífices
El antecedente español
Hacer un comentario