Un nuevo sistema visual híbrido, mitad humano, mitad máquina, que utiliza una sencilla cámara de teléfono móvil, ha sido desarrollado para buscar evidencia de vida pasada o presente en lugares de la Tierra análogos a los de otros planetas.
Patrick McGuire, de la Freie Universität de Berlín, presentó los resultados obtenidos por este Astrobiólogo Cibernético en el Congreso Europeo de Ciencia Planetaria en Londres, celebrado el nueve de septiembre.
Los miembros del equipo de McGuire, que incluyen a investigadores de la Universidad Libre de Berlín, de la Universidad de West Virginia, del Centro de Astrobiología de Madrid y de la Universidad de Malta, han estado trabajando durante más de una década para dar más autonomía científica a los vehículos robóticos en la elección de los lugares más prometedores para la investigación geológica y astrobiológica.
En el sistema del Astrobiólogo Cibernético, inicialmente un astrobiólogo humano toma imágenes de sus alrededores con una cámara de teléfono móvil. Estas imágenes se envían a través de Bluetooth a un ordenador portátil, que procesa las imágenes para detectar colores y texturas novedosas y comunica al astrobiólogo el grado de similitud con imágenes anteriores almacenadas en la base de datos.
«A través de los años, nuestro sistema se ha reducido de consistir en una cámara en un trípode y un ordenador, a un pequeño ordenador portátil con un teléfono-cámara», explica McGuire en una nota de prensa de Europlanet. «Ahora estamos trabajando para acelerar el análisis de la imagen y poner todo el sistema en un smartphone; y, finalmente, ¡en un vehículo que vaya a Marte!»
Los rovers robóticos que exploran Marte actualmente dependen en gran medida de que los guíen los científicos de la Tierra para detectar las áreas más interesantes para su posterior análisis. El tiempo de retardo en la transmisión y recepción de los comandos puede ser de entre 4 y 24 minutos, dependiendo de las posiciones relativas de la Tierra y Marte en sus trayectorias orbitales.
La exploración se aceleraría de manera significativa si los rovers pudieran identificar de manera autónoma los colores y textuales inusuales, creados por procesos geoquímicos o biológicos que pueden ser un signo de vida pasada o presente.
Pruebas
Las pruebas del sistema se han llevado a cabo en lugares similares a los paisajes que se encuentran en Marte, como acantilados de yeso, areniscas rojizas, calizas, o capas de carbón.
Algunas rocas están parcialmente cubiertas de líquenes, una forma de vida que, posiblemente, se puede propagar hacia/desde otros planetas. El contraste de las imágenes con imagénes similares de la base de datos ha sido muy exitoso.
«En nuestras pruebas más recientes en una antigua mina de carbón en Virginia Occidental, las coincidencias establecidas por el ordenador coincidieron con el juicio de los geólogos humanos el 91% del tiempo.
La detección de novedades también funcionó bien, aunque hubo algunos problemas en la diferenciación de materiales que son similares en color pero diferente en textura, como el líquen amarillo y capas de carbón manchadas de azufre.
Sin embargo, para ser una primera prueba, parece muy prometedora», señala McGuire. Los resultados del trabajo de campo en Virginia Occidental se encuentran en revisión para su publicación en la International Journal of Astrobiology.
El sistema también ha sido probado en otras ocasiones, como en expediciones geológicas reales en un afloramiento estratificado cercano a Rivas Vaciamadrid, en la provincia de Madrid. Este emplazamiento fue elegido por el equipo geológico, dado que dispone de distintas estratificaciones, texturas relevantes, discontinuidades tectónicas aparentes y otras características geológicas, útiles para el estado actual del proyecto y futuros desarrollos.
Comunicaciones Tierra-Marte
Las comunicaciones de Marte con la Tierra son casi siempre directas durante el período en que Marte es visible desde aquí. Sin embargo, las comunicaciones se dificultan enormemente debido al movimiento relativo entre ambos planetas, y respecto al sol, especialmente durante la conjunción superior, cuando el Sol se interpone entre ambos planetas.
El retraso en la llegada de información varía: la luz tarda en viajar de la Tierra a Marte (o viceversa) poco más de tres minutos en las mejores oposiciones (mínima distancia Tierra-Marte), pero en las conjunciones (distancia máxima) puede llegar a los 24 minutos.
El problema podría resolverse en parte con el uso de un gran número de satélites de comunicaciones, quizá incluyendo algunos estratégicamente localizados para evitar el problema de la conjunción superior (actuando a modo de repetidores).
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