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Un escáner de bolsillo analiza la composición de comida, bebida o medicamentos

¿Conoces los componentes de lo que comes, bebes o tomas para combatir el resfriado? Una startup israelí ha lanzado al mercado Scio, un sensor molecular de bolsillo útil para todo tipo de consumidores, pues es capaz de escanear infinidad de objetos y sustancias, leer su composición química y enviar la información pertinente al móvil de forma instantánea a través de una aplicación. El dispositivo no necesita contacto físico con la sustancia que va a analizar, pues se basa en la proyección de un haz de luz. Por Patricia Pérez

Un escáner de bolsillo analiza la composición de comida, bebida o medicamentos

Hasta ahora hay que fiarse de la información que brinda la etiqueta de un producto para conocer sus componentes o ingredientes. La normativa es bastante estricta en este sentido, sobre todo en el ámbito alimentario, tras la aprobación de una nueva ley a finales del año pasado que pretende evitar prácticas engañosas, para que el consumidor pueda elegir el mejor producto con la mayor información posible.

Sin embargo, la tecnología puede ahorrarnos tiempo de lectura, infructífera en muchas ocasiones. Y es que la startup israelí Consumer Physics ha puesto a la venta un dispositivo de bolsillo que analiza al instante la composición de alimentos, bebidas, medicamentos y otras sustancias o materiales. Se trata de Scio (en latín conocer, entender, tener conocimiento), un pequeño escáner que examina el objeto en cuestión y envía información sobre su composición química al teléfono del usuario, donde a través de una aplicación se presentan los resultados.

La operación completa no toma más de diez segundos: dos para apuntar, otros dos para escanear, uno para el análisis y el resto para transmitir el espectro y devolver los resultados, lo que puede variar en función de la conexión de datos del smartphone.

De esta forma se abre un nuevo modelo de consumo, en el que el usuario puede recibir información instantánea acerca de las cosas con las que interactúa y consume cada día. Según se explica en su página web, se puede obtener información nutricional sobre diferentes tipos de alimentos, conocer el cuidado de las plantas más populares o identificar el medicamento o suplemento nutricional de unas cápsulas. Sin embargo, las posibilidades de aplicación en el futuro son infinitas, desde medir las propiedades de cosméticos, ropa y tejidos, a joyas y piedras preciosas, o incluso de una mascota.

Se trata del “primer sensor molecular que cabe en la palma de una mano», destaca Dror Sharon, co-fundador de la compañía. El dispositivo se lanzó al mercado el mes pasado con la ayuda una campaña en la web de crowdfunding Kickstarter, lo que ha permitido que unos 13.000 clientes hasta ahora hayan realizado su pedido por 250 dólares (220 euros), aunque la entrega está prevista para diciembre.

Tecnología no invasiva

La tecnología no es invasiva, pues no necesita contacto físico con el objeto que va a analizar. Pueden estar situados hasta 20 mm durante la exploración, aunque la distancia recomendada es de alrededor de 5 mm, pero nunca tocados directamente. Para la medición utiliza un haz de luz, metodología que se conoce como Espectroscopia de Infrarrojo Cercano (NIR). La base física de este método de análisis es que cada tipo de molécula interactúa con la luz creando una firma óptica única, capaz de revelar las propiedades químicas de cualquier sustancia, como el contenido en grasa o azúcar.

Scio ha permitido poner esta tecnología de gran alcance al servicio de todos ya que, aunque se conoce desde hace décadas, hasta ahora sólo se había utilizado en fábricas o laboratorios. En este caso, para reducir drásticamente el coste y el tamaño de los sistemas de espectroscopia convencionales, los investigadores trabajaron durante tres años para adaptar tecnologías desarrolladas para cámaras de teléfonos y dispositivos de comunicación óptica.

El dispositivo incluye una fuente de luz que ilumina la muestra y un sensor óptico o espectrómetro que recoge la luz reflejada. El espectrómetro descompone esa luz, que incluye toda la información necesaria sobre la interacción entre la luz y las moléculas.

Así, examinando por ejemplo la cantidad de azúcar de un tomate en la sección de Verduras de un supermercado, el sistema puede determinar si está más o menos maduro. Sin embargo, todavía tiene problemas con platos preparados como la lasaña por su variedad de ingredientes, al mezclar los componentes de las capas de pasta, salsa, carne o verduras.

Por eso los creadores tampoco recomiendan su uso para detectar alérgenos, ya que no puede garantizar la ausencia de moléculas específicas en una porción concreta. El aparato ofrece información de los principales componentes del alimento (es decir, con la concentración típica de 1% o más), mientras que algunos alérgenos pueden ser peligrosos incluso en concentraciones más bajas.

Base de datos colaborativa

Se trata de un dispositivo de aprendizaje, por lo que cada vez que se utiliza, el usuario está ayudando a construir una base de datos de conocimiento sobre las cosas que nos rodean. Scio aprende más con cada exploración, mejorando por tanto la información que ofrece a medida que crece la comunidad. Eso sin contar con los datos introducidos por el propio equipo de desarrollo, como la cantidad de grasa que contiene un aderezo, el azúcar de una pieza de fruta o los criterios para medir la pureza del aceite.

Para entregar cualquier tipo de información relevante en tiempo real, Scio comunica el espectro de la muestra a un smartphone de forma inalámbrica, que a su vez lo envía a un servicio basado en la nube para su revisión. Los algoritmos avanzados utilizan una base de datos actualizable que analizan el espectro en cuestión de milisegundos, devolviendo así la información al teléfono en tiempo real.

Bastará por tanto una conexión Bluetooth para conectarlo al móvil, aunque que para que la aplicación funcione sí es necesaria la conexión a Internet. Según la web, Scio puede realizar en torno a 300 exploraciones sin necesidad de recarga, lo que equivale a alrededor de una semana del uso estándar esperado. La recarga es fácil, basta con conectarlo al cargador micro-USB que acompaña al dispositivo.

De momento el dispositivo es compatible con iPhone 4S, 5, 5C, 5S (iOS7 o posterior) y sistema operativo Android 4.3 o posterior. La aplicación funciona en inglés, aunque no descartan ampliar idiomas en un futuro. Paralelamente, Consumer Physics también trabaja para que, en un futuro, el teléfono móvil venga de serie con el sensor incorporado. El prototipo ya existe, aunque de momento se mantiene a buen recaudo. Sus responsables creen que en pocos años los gigantes de la industria verán su gadget como una herramienta indispensable, más allá del mercado de consumo.

RedacciónT21

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