La gente realiza donaciones a obras benéficas por numerosas razones que no siempre están directamente relacionadas con el altruismo, como por ejemplo mostrar su generosidad a otras personas.
Para analizar de manera aislada el altruismo puro, separándolo de otras motivaciones, varios investigadores han unido distintos métodos de investigación de campos de estudio diversos, como la neurología, la economía y la psicología.
Su objetivo era encontrar un punto en el que el altruismo se practicase solo por la alegría de beneficiar a otras personas, sin esperar una recompensa personal o un reconocimiento, explica Ulrich Mayr, director del departamento de psicología de la Universidad de Oregón (EEUU) y autor principal de la investigación, en un comunicado de dicha Universidad.
Experimento realizado
En un experimento realizado con 80 hombres y mujeres de entre 18 y 67 años, todos ellos con trabajos y experiencias similares, se pidió a estas personas que tomaran decisiones reales -como, por ejemplo, donar dinero a organizaciones benéficas o guardarlo para ellos mismos-, en el contexto de un juego que sirve para medir comportamientos económicos.
Por otro lado, los investigadores usaron la técnica de imagen por resonancia magnética funcional (IRMf) para observar las regiones cerebrales asociadas con los valores y recompensas, mientras los sujetos presenciaban diversas situaciones relacionadas con destinar el dinero a organizaciones benéficas o a ellos mismos. Los científicos también tomaron nota de los rasgos de la personalidad de los participantes.
Reflejo del altruismo en el cerebro
Al igual que ocurrió en un estudio anterior de Mayr (y colaboradores, publicado en la revista Science en 2007), los resultados mostraron que, en algunas personas, las áreas cerebrales de la recompensa se activaban más cuando el dinero estaba destinado a ellos que cuando lo estaba a organizaciones benéficas. Esto, señala Mayr, puede interpretarse como una respuesta neuronal por el propio interés.
Pero otros participantes sí mostraron una respuesta neuronal de interés cuando se daba dinero a una organización benéfica. Estos individuos, cuyas respuestas neuronales sugieren que tendían a ser altruistas, también dieron más dinero cuando tenían opción de hacerlo. Del mismo modo, mostraron rasgos de personalidad más pro-sociales que el resto de los investigados.
La importancia de la edad
Según los investigadores, uno de los factores que impulsan el altruismo es la edad. Al parecer, la generosidad se expresa más fuertemente a partir de la segunda mitad de nuestra vida.
Así, en las personas mayores de 45 años, el sistema de recompensa neuronal estaba más activo al ver a otros en una mejor situación, y al donar más dinero. Estas personas también obtuvieron mejores resultados en los rasgos de personalidad relacionados con la sociabilidad que las personas menores de 45 años.
El hecho de que la generosidad aumente con la edad sugiere que puede ser que las experiencias vitales sean las que plantan las semillas del altruismo puro en la gente, permitiendo que en ella aumente el deseo del bien público, señala Mayr.
La religión también mostró tener algo que ver con el altruismo mientras que el sexo, la orientación política y los ingresos anuales no mostraron relación alguna.
Que los ingresos no resulten un factor influyente, indican los investigadores, apunta a que la correlación entre altruismo y edad «no es simplemente debida a que los adultos más mayores son generalmente más ricos».
«Nuestra investigación nos ha permitido ver cuales son los puntos comunes en las diferentes aproximaciones al altruismo», señala Mayr. Para el investigador, resulta estimulante ver cómo métodos distintos convergen, por lo que realmente se puede «medir» el altruismo.
Estudios previos
Esta no es la primera invetigación que trata de establecer un vínculo entre altruismo y cerebro. En marzo de este mismo año, otro estudio realizado en Suiza ha establecido por ejemplo que la diferencia entre ayudar a los demás por empatía o por reciprocidad no está en las regiones del cerebro que se activan, sino en la interacción entre dichas regiones.
En 2012, también se encontró que las personas que se comportan más altruistamente presentan mayor cantidad de materia gris en la unión entre el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro, en comparación con los individuos egoístas. Fue en un estudio de la Universidad de Zúrich, en Suiza, que alcanzó la primera constatación de una conexión entre la anatomía cerebral, la actividad del cerebro y el comportamiento altruista.
Referencia bibliográfica:
Jason Hubbard, William T. Harbaugh, Sanjay Srivastava, David Degras, Ulrich Mayr. A General Benevolence Dimension That Links Neural, Psychological, Economic, and Life-Span Data on Altruistic Tendencies. Journal of Experimental Psychology: General (2016). DOI: 10.1037/xge0000209.
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