La predicción del grado de violencia en un área poblada por seres humanos de diversos orígenes étnicos puede realizarse ahora mediante un modelo matemático creado por un equipo de científicos del New England Complex Systems Institute (NECSI y de la universidad estadounidense de Brandeis, del que se ha hecho eco la revista Science
Según el NECSI, gracias a un estudio realizado por estos científicos se ha conseguido identificar un patrón global que siguen las diversas regiones en las que habitan culturas y etnias distintas. Así, se ha descubierto que la violencia aumenta en la medida en que las fronteras entre los distintos grupos humanos no están lo suficientemente bien definidas.
Este estudio puede aplicarse a multitud de áreas pobladas por el ser humano, pero inicialmente fue probado en poblaciones con grupos étnicos distintos de la India y de la antigua Yugoslavia. Aplicando un modelo matemático que diferenciaba las zonas por sus culturas, se apreció que la tendencia a que surgiera la violencia era mayor cuanto menos claras estaban las divisiones o fronteras físicas, aseguran los expertos.
La integración evita los conflictos
La distribución geográfica sería por tanto, según este modelo matemático, la principal razón de los conflictos, y no los problemas económicos, el carácter de los miembros de las poblaciones o el comportamiento de éstas hacia sus vecinos.
Conocer con certeza matemática donde podrían producirse dichos conflictos ayudaría a evitar muchas muertes al año, si se tiene en cuenta que, tal y como publica la revista Sience Blog, en el último siglo más de 100 millones de personas han fallecido en conflictos violentos, a menudo en enfrentamientos locales entre etnias o grupos culturales distintos.
Pero existe una solución, a pesar de que la mezcla cultural resulte peligrosa. Según el estudio, si los grupos están muy bien integrados entre ellos, las partes no forman identidades muy separadas, y no consideran los espacios públicos como pertenecientes a un grupo u otro. Esta situación evita los problemas. Si no puede darse, los conflictos podrían eludirse con una definición bien de las áreas que pertenecen a unos u otros, es decir, que se encuentren claramente separadas.
Prueba retrospectiva
Para probar el modelo, el investigador del NECSI, Yaneer Ban Yam y sus colegas de investigación, decidieron predecir de manera retroactiva donde podría emerger la violencia que de hecho surgió en los conflictos más recientes vividos en la antigua Yugoslavia y en la India.
En el caso de Yugoslavia, se utilizaron datos del censo tomados a principios de la década de los 90, antes de que surgieran los problemas. En la India, se usaron datos de 2001. Con el modelo matemático, se simularon posteriormente los hábitos de migración de la población a lo largo del tiempo asumiendo que, especialmente durante los periodos de conflicto, la población se desplazó gradualmente hacia regiones en las que vivía población de su misma etnia o grupo social.
La simulación identificó pequeñas zonas en las que un grupo se hallaba rodeado por otro como potencialmente conflictivas. Las predicciones alcanzaron un 90% de relación con la situación real vivida durante la guerra de Yugoslavia y un 99,8% con los conflictos analizados en la India.
El modelo serviría por tanto para conocer cómo se produce y progresa la violencia, así como para explicar por qué motivo una población mixta que hasta un momento dado parece convivir en paz, de pronto se vuelve en contra de sus propios vecinos de otras etnias.
La lucha por el espacio
La lucha por el espacio parece convertirse desde esta perspectiva en una de las razones más poderosas para el surgimiento de los problemas, aunque no sea la única causa. La violencia contra otros grupos humanos es de por sí bastante incomprensible aún, y afecta al comportamiento colectivo.
Pero reconocer matemáticamente la importancia de las fronteras bien definidas para evitar los conflictos serviría para que los políticos pudieran dirigir sus acciones bien a separar claramente los grupos bien a potenciar la convivencia y la integración totales.
Los investigadores señalan la necesidad de aplicar nuevas herramientas científicas como este modelo matemático para conocer a fondo los problemas y buscar soluciones políticas efectivas que eviten el sufrimiento de muchísimas personas.
El concepto de la formación de patrones, originalmente empleado para comprender los sistemas químicos, es un modelo que también sirve para el estudio de los comportamientos colectivos y que puede aplicarse a diversos problemas sociales.
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