Los ictus, o accidentes cerebrovasculares, son una de las principales causas de mortalidad. Aproximadamente un tercio de los ocho millones de personas en la UE que han sobrevivido a un ictus presenta algún grado de discapacidad física o cognitiva que afecta a su capacidad de planificar y llevar a cabo acciones.
Aunque ya existen muchos sistemas TIC de rehabilitación centrados en el tratamiento de los síntomas físicos de esta afección, como la hemiparesia, hay pocos dedicados a la recuperación de discapacidades de naturaleza cognitiva. El proyecto CogWatch, financiado con fondos europeos, ha desarrollado un sistema de rehabilitación cuyo cometido es ayudar a mejorar las funciones cognitivas de quienes han sobrevivido a un accidente cerebrovascular.
Los pacientes que han sufrido un ictus pueden presentar problemas para realizar secuencias ordenadas de movimientos, como por ejemplo los necesarios para cepillarse los dientes o para preparar una taza de té. Estos suelen ser síntomas de apraxia o síndrome de desorganización de las acciones (AADS).
El déficit se incrementa cuando la tarea incluye más de una secuencia de movimientos con acciones complejas y el uso de objetos en la realización de la misma. Esto puede originar efectos significativos en la recuperación después del accidente cerebro-vascular y dificultar mucho que los pacientes vuelvan a llevar una vida independiente en sus propios hogares
El proyecto CogWatch emplea herramientas y objetos inteligentes, dispositivos portátiles y acoplables a la vestimenta, así como sistemas ambientales, para proporcionar ayuda domiciliaria a pacientes con síntomas de AADS.
«Todos damos por sentado el poder realizar estas actividades de la vida cotidian»», dice el profesor Alan Wing, coordinador del proyecto y docente en la Facultad de Psicología de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), en la información de Cordis. «Sin embargo, muchas de estas tareas aparentemente simples son realmente complejas e implican un gran número de pequeños pasos que deben realizarse en la secuencia correcta».
Una taza de té
Los científicos del proyecto personalizaron un prototipo que ayuda a pacientes que han sufrido un ictus a realizar una tarea cotidiana secuencial y compleja como es preparar una taza de té. El sistema consta de dos tabletas, para el paciente y su médico, y de unos sensores que, acoplados a la parte inferior de objetos como la taza, la jarra de leche y el hervidor, rastrean sus movimientos mientras una cámara de vídeo graba todo el proceso desde arriba. En su tableta, el paciente puede elegir una acción, por ejemplo preparar una taza de té con leche y azúcar.
Entonces se activa un sistema de reconocimiento de acciones: este recibe la información de los sensores y la compara con el modelo de tareas correspondientes a los pasos necesarios para la preparación de una taza de té con leche y azúcar. Si el paciente comete un error en su tarea, el sistema solicita la acción correcta utilizando alguna combinación de vídeo, audio, texto o vibración para indicar el paso correcto.
Según el profesor Wing, «para el paciente es como si tuviera a alguien detrás diciéndole lo que debe hacer pero que le deja actuar por sí mismo si quiere ser autónomo».
Resultados
Para probar el sistema, los investigadores realizaron un estudio aleatorizado con treinta pacientes. En comparación con el grupo de control, los participantes que aprendieron a utilizar el sistema mostraron mejorías estadísticamente significativas en la preparación de té, puesto que cometieron un 54 % menos de errores y redujeron el tiempo necesario en un 20 %.
Aparte de ayudar a los pacientes que han sufrido un ictus a recuperar su autonomía, el sistema podría permitir también a los terapeutas ocupacionales trabajar con más pacientes o desarrollar en mayor medida sus capacidades. El sistema ya proporciona información útil sobre el desempeño del paciente en las tareas a lo largo del tiempo.
A más largo plazo, el proyecto podría reducir los tiempos de estancia hospitalaria de los pacientes y, por tanto, reducir el riesgo de que contraigan una infección, permitiendo que vuelvan a su entorno familiar a la vez que dejan camas libres.
El proyecto estuvo en marcha desde el 1 de noviembre de 2011 hasta el 28 de febrero de 2015 y recibió una financiación de 3,7 millones de euros de la UE. En el consorcio participa, entre otros, la Universidad Politécnica de Madrid.
«A la larga, quisiéramos ofrecer sistemas que sean lo suficientemente asequibles para su uso doméstico, de manera que, por ejemplo, todos los hospitales pudieran prestárselos a sus pacientes», concluye el profesor Wing.
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