La idea de que un individuo cambie su cuerpo por el de otra persona ha estado en la imaginación de escritores y artistas durante décadas. Esta idea es reflejo de una pregunta fundamental: ¿por qué experimentamos la certeza de que nos encontramos dentro de nuestro organismo?
Ahora, un equipo de neurocientíficos cognitivos del Karolinska Institutet (KI), una universidad médica de Suecia, ha conseguido que la gente perciba los cuerpos de maniquíes y de otras personas como si fueran el suyo propio.
Tal y como han explicado los investigadores en un artículo aparecido en la revista PlosOne Artículo PloSOne, la manipulación de la perspectiva visual, en combinación con la recepción de información multisensorial, fue suficiente para generar la ilusión de que un cuerpo ajeno podía ser el propio.
Compartiendo la visión
En un comunicado publicado por el KI, se explica que fueron realizados varios experimentos distintos.
En uno de ellos, se adaptaron dos cámaras a la cabeza de un maniquí de tienda. Estas cámaras estaban conectadas a dos pequeñas pantallas, que a su vez fueron situadas en frente de los ojos de una persona. De esta manera, dicha persona podía ver lo que “veía” el maniquí.
Cuando los ojos-cámara del muñeco y la cabeza de la persona eran dirigidos hacia abajo, el sujeto veía el cuerpo del maniquí en el mismo lugar en el que, normalmente, veía el suyo propio.
La ilusión del “cuerpo cambiado” se creó cuando los científicos tocaron el estómago de la persona y también el del maniquí con sendas varillas al mismo tiempo. Entonces, el sujeto pudo ver que el estómago del maniquí estaba siendo tocado, al tiempo que sentía (sin verlo) que también le estaban tocando su propio estómago.
Como resultado, el participante humano informó de haber tenido la sensación de que el cuerpo del maniquí era su propio cuerpo.
Cuestión de impresiones sensoriales
Según declaraciones del investigador Henrik Ehrsson, director del proyecto, estos resultados demuestran lo fácil que es cambiar la percepción cerebral de la identidad física.
Sólo con manipular las impresiones sensoriales, es posible hacer creer a una persona no sólo que está fuera de su propio cuerpo, sino también que está en otros cuerpos.
En otro de los experimento, las cámaras fueron colocadas en la cabeza de dos personas, en lugar de en un maniquí. Cuando ambos participantes (que tenían ante sus ojos las pantallas que reflejaban lo que la otra persona veía), se miraron el uno al otro para saludarse dándose la mano, en realidad lo que veían enfrente eran sus propios cuerpos.
Sin embargo, según los científicos, en este caso, estos voluntarios experimentaban la visión de sí mismos dándose la mano desde el exterior como si fuera otra persona la que se les acercaba.
En este caso, la impresión sensorial generó que sintieran que la persona que venía a saludarles era “otro cuerpo”, en lugar de verse a sí mismos.
No podemos identificarnos con objetos
En otro de los experimentos realizados, tal y como explica el artículo de PlosOne, se utilizaron un maniquí y un objeto rectangular para saber si el individuo podía “creer” que era cualquier forma física.
Los resultados demostraron que había grandes diferencias en el nivel de respuesta de los participantes entre una y otra forma. Es decir, que las personas sólo pueden experimentar como propios –aunque no lo sean- cuerpos similares al suyo o de apariencia humana, señalan los investigadores.
Pero, dentro de este límite, la ilusión funciona cuando las personas difieren mucho físicamente, e incluso cuando son de sexos opuestos.
Según los científicos, estos resultados demuestran que las personas podemos percibir el cuerpo de otros, o un cuerpo artificial, como propio. Y que esto ocurre tanto cuando los participantes no se mueven como cuando están ejecutando un movimiento voluntario (darse la mano).
Trampas perceptivas y aplicaciones
Las condiciones necesarias para que se produzca esta ilusión perceptiva serían un acople continuo entre la información visual y la información somatosensorial sobre el estado del cuerpo; el uso de un cuerpo “alternativo” de apariencia suficientemente humanoide y, por último, la adopción de la perspectiva visual de dicho cuerpo alternativo.
Los resultados obtenidos con estos experimentos suministrarían un nuevo método de traslación del centro de conciencia percibido por las personas de un cuerpo a otro, lo que tendría importantes aplicaciones científicas, industriales y clínicas, aseguran los investigadores.
En la psicología social, por ejemplo, podría servir como herramienta de investigación de los desórdenes de percepción de la propia imagen física. En la realidad virtual, por otra parte, las aplicaciones de este experimento podrían aumentar la capacidad de control del usuario, la sensación de realismo y el sentimiento de “presencia” dentro de dicha realidad alternativa.
En definitva, los experimentos han demostrado lo fácil que es “mover” el centro de conciencia del ser humano de un cuerpo a otro. La cuestión sobre la relación entre nuestra conciencia y el cuerpo es antigua y ha sido discutida desde siempre por filósofos, psicólogos y teólogos.
La integración continua de señales multisensoriales y motoras en marcos de referencia ego-céntricos mantendrían el co-alienamiento entre la experiencia del yo y el cuerpo físico. Pero este acoplamiento perfecto puede modificarse haciendo “trampas” perceptivas.
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