El avance en el entendimiento de las ráfagas rápidas de radio (FRB), el lanzamiento del telescopio espacial James Webb, la profundización en la búsqueda de señales de vida en el Sistema Solar y en exoplanetas o el progreso en la definitiva identificación de la materia oscura podrían hacer que 2021 sea un año bisagra para la historia de la astronomía y, por supuesto, para nuestra comprensión del universo. Sin dudas, aquello que nos deja 2020 parece mostrar un camino claro en ese sentido.
Quizás el misterio espacial más trascendente de 2020 haya sido la aparente primera señal de radio detectada desde un planeta extrasolar, a mediados de diciembre de este año. Captada gracias al radiotelescopio europeo de baja frecuencia (LOFAR), fue identificada por un equipo internacional de astrónomos conformado por especialistas del Observatorio de París, CNRS y la Universidad de Orleans.
La señal proviene del sistema τ Boötes, en la constelación boreal de Bouvier, una región dominada por la estrella Arcturus y localizada a menos de 40 años luz de distancia de la Tierra. El mencionado sistema está conformado por una estrella binaria y un exoplaneta gigante gaseoso, denominado τ Boötes b.
Este gran planeta extrasolar, similar a nuestro Júpiter, es teóricamente un buen candidato para la producción de ondas de radio intensas. Incluso, el campo magnético que protege a τ Boötes b de la radiación del viento estelar podría promover su habitabilidad, según los investigadores.
Luego de un análisis de cien horas de observaciones, los científicos hallaron en la señal la “firma” esperada en los datos de τ Boötes. Aunque la mencionada firma es débil y el origen planetario de la señal todavía es incierto, se trata de un tema de gran importancia porque sería la primera señal de radio captada desde un exoplaneta. Sin embargo, los especialistas destacaron que la necesidad de observaciones de seguimiento es crucial para poder obtener una conclusión definitiva.
Misteriosas señales
Las ráfagas rápidas de radio (FRB) constituyen un verdadero enigma para los astrónomos. Este fenómeno astrofísico se caracteriza por una gran emisión energética de origen desconocido, que toma la forma de un pulso de radio fugaz. Se emiten durante unos escasos milisegundos, pero el misterio crece con el tiempo ya que se han observado cientos y de múltiples procedencias.
El misterio en torno a estas señales de radio trasciende al caso de τ Boötes. En febrero de 2020, una fuente desconocida proveniente de las afueras de otra galaxia envió señales a la Tierra en ciclos constantes de 16 días. Los astrónomos creen que pueden haberse originado en un sistema binario situado a 500 millones de años luz de nuestro planeta. Se trata de una galaxia espiral llamada SDSS J015800.28 + 654253.0, de características similares a la Vía Láctea.
A fines de abril, otra gran FRB fue detectada dentro de la Vía Láctea. En este caso, provenía de un magnetar localizado a 30.000 años luz de nuestro planeta. Se destacó que presentaba un reflejo de rayos X de elevado brillo, nunca antes visto en esta clase de señales. Todos estos datos confirman que las FRB, más allá de su intensidad y procedencia, contienen una enorme cantidad de secretos que la ciencia necesita comenzar a dilucidar en 2021.
Hacia el encuentro con otras formas de vida
Pero los desafíos astronómicos para el año que se inicia superan el tema de las señales de radio. En octubre se realizará el lanzamiento del telescopio espacial James Webb, que según la NASA es el instrumento más grande, poderoso y complejo desarrollado hasta el momento en su tipo. Como cubrirá más longitudes de onda que el telescopio Hubble, permitirá a los científicos profundizar en el conocimiento del universo, en temas como la búsqueda de señales de vida dentro y fuera del Sistema Solar o la definitiva identificación y caracterización de la materia oscura.
En cuanto a la búsqueda de forma de vida extraterrestre, destacó en septiembre pasado el descubrimiento de fosfina en las nubes de Venus, junto al hallazgo de hielo fresco en Encélado, el sexto satélite más grande de Saturno. Estos indicios hicieron que los científicos volvieran a considerar a los planetas de la Vía Láctea como una posibilidad, cuando ya todo parecía estar orientado al estudio de los exoplanetas.
Sin embargo, los planetas extrasolares siguen siendo un eje central en las investigaciones astronómicas. Un estudio difundido en agosto pasado indicó que de hallarse una única biofirma en exoplanetas, esto indicaría la existencia de más de 100.000 planetas habitados en nuestra galaxia. En los próximos años, el uso de la espectroscopia de gases para detectar las firmas biológicas mencionadas en la atmósfera de los exoplanetas podría acelerar notablemente el descubrimiento de vida fuera de la Tierra.
¿Se termina el enigma de la materia oscura?
La materia oscura es otro de los grandes enigmas de la astronomía, y concretamente de la cosmología. Se cree que compone aproximadamente el 85 por ciento de la materia existente en el universo, pero como está integrada por partículas que no absorben, reflejan o emiten luz, es imposible detectar su presencia mediante cualquiera de los métodos utilizados actualmente.
En noviembre pasado, un nuevo análisis estadístico sobre datos de más de 15 mil filamentos cósmicos en base a información del telescopio espacial ROSAT mostró indicios sobre la presencia de materia oscura, oculta en áreas de gas caliente. ¿Llegará finalmente el momento de su descubrimiento en 2021?
Es evidente que los cambios tecnológicos aceleran los tiempos de la ciencia, y la astronomía no escapa a esa realidad. ¿Será 2021 un año para derribar límites sobre nuestra comprensión del universo?
Foto de portada: NASA en Unsplash.
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