La inflamación es un mecanismo habitual de algunas enfermedades que puede afectar incluso a la psique, aumentando el riesgo de sufrir depresión.
Por un lado, por ciertos mecanismos habituales en las inflamaciones, como el aumento de las citocinas pro-inflamatorias que acceden al cerebro e interaccionan con procesos implicados en el trastorno depresivo, como el metabolismo de los neurotransmisores o la función neuroendocrina.
Por otro lado, porque ciertos tratamientos destinados a tratar enfermedades inflamatorias -como la hepatitis C crónica, que causa inflamación del hígado- pueden causar depresión a un alto porcentaje de pacientes.
Ahora, un estudio realizado por un grupo internacional de científicos ha demostrado que los ácidos grasos omega-3, más comúnmente conocidos como aceite de pescado, pueden ayudar a paliar tanto la inflamación como la depresión.
Características del estudio
Ya se sabía que los ácidos grasos omega-3 tienen muchos beneficios para la salud, pues reducen el riesgo de enfermedades del corazón y los niveles de triglicéridos, entre otras ventajas.
El presente trabajo, liderado por Carmine Pariante, investigador del King’s College de Londres, consistió en un estudio doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo, destinado a evaluar los efectos de los ácidos grasos omega-3 sobre la depresión inducida por inflamación.
En él, 152 pacientes con hepatitis C recibieron durante dos semanas bien el ácido eicosapentaenoico (EPA) bien el ácido docosahexaenoico (DHA) (los dos principales ácidos grasos omega-3) bien un placebo. Los pacientes fueron seleccionados de manera aleatoria.
Tras el tratamiento de dos semanas, los participantes recibieron, durante 24 semanas, un tratamiento con interferón alfa para su enfermedad (para el tratamiento de la Hepatits C se utiliza la proteína antiviral recombinante de interferón-alfa humano, o derivados de ella). Durante este periodo de tiempo, se evaluaron varias veces sus síntomas de depresión, pues se ha asociado este tipo de tratamiento al trastorno depresivo.
Resultados obtenidos
Los investigadores comprobaron de esta forma que el tratamiento con EPA, pero no con DHA o placebo, había reducido la incidencia de la depresión inducida por el interferón alfa, informa AlphaGalileo.
Según Pariante, el estudio ha demostrado que el suplemento nutricional de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (en concreto, de EPA) puede reducir las tasas de depresión en un 10%.
Por otra parte, se comprobó también que tanto el EPA como el DHA retrasaron el inicio de la depresión, y que ambos fueron bien tolerados por los pacientes, sin provocar efectos secundarios graves.
Aunque serán necesarios nuevos estudios para confirmar estos resultados, los autores de la investigación creen que los datos obtenidos ya indican que los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 pueden ser eficaces en la prevención de la depresión de pacientes con alto riesgo de sufrir este trastorno, debido al aumento de la inflamación.
Más efectos en la salud mental
Estudios previos ya habían señalado que los ácidos grasos omega-3 pueden ayudar a tratar los trastornos depresivos y otros trastornos psiquiátricos.
Investigaciones poblacionales, por ejemplo, han relacionado el hecho de comer grandes cantidades de pescado (ácidos grasos omega-3) con bajos niveles de depresión grave; otros estudios han relacionado los omega-3 con la salud mental general; y otros han revelado que los omega-3 pueden ser beneficiosos para los pacientes con trastorno bipolar.
Estos ácidos grasos pueden consumirse en forma de suplemento dietético o a través directamente de pescados como los arenques, la caballa, el atún y el salmón. Asimismo, también se encuentran en algunas fuentes vegetales como las semillas de lino, los cañamones y las nueces.
Referencia bibliográfica:
Kuan-Pin Su, Hsueh-Chou Lai, Hui-Ting Yang, Wen-Pang Su, Cheng-Yuan Peng, Jane Pei-Chen Chang, Hui-Chih Chang, Carmine M. Pariante. Omega-3 Fatty Acids in the Prevention of Interferon-Alpha-Induced Depression: Results from a Randomized, Controlled Trial. Biological Psychiatry (2014). DOI: 10.1016/j.biopsych.2014.01.008.
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