Una investigación europea publicada en el Journal of Adolescent Health ha mostrado que comer a intervalos regulares permite a los adolescentes mantenerse más delgados con independencia del ejercicio físico que hagan.
Científicos del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han descubierto que los adolescentes que comen más de cuatro comidas al día se mantienen más delgados que los que no mantienen este hábito.
Más del 25 % de los adolescentes españoles presentan sobrepeso u obesidad, por lo que es de vital importancia para su salud y la de las cuentas del sistema sanitario dar con fórmulas que les ayuden a mantener la línea.
La obesidad es una enfermedad crónica asociada a una incidencia temprana de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer.
Además, tal y como señalaron los investigadores del estudio, debe prestarse especial atención a la obesidad infantil, pues muchos estudios han mostrado que es más probable que los niños obesos mantengan esta condición en la madurez.
Fórmulas de prevención
La actividad física habitual durante la infancia y la adolescencia puede ofrecer protección contra una amplia gama de estos factores de riesgo de enfermedad crónica.
Asimismo, una combinación de actividad física adecuada y hábitos dietéticos saludables puede prevenir la obesidad y otras alteraciones comunes en la adolescencia relacionadas con la nutrición, como por ejemplo una mineralización ósea deficiente.
En este estudio, los investigadores evaluaron mediante un cuestionario el comportamiento alimenticio de un grupo de adolescentes. Se les preguntó si consumían alimentos precocinados industriales con frecuencia y sobre la velocidad de la ingesta y la frecuencia y distribución de sus comidas.
También se evaluó su consumo de refrescos, clasificados conforme a una base de datos informática dedicada a nutrientes, preguntándoles por los alimentos que habían ingerido en las últimas veinticuatro horas.
De este modo, se clasificaron estas bebidas en refrescos calóricos, colas y bebidas isotónicas. También se midió la participación en actividades físicas durante su tiempo libre.
Los científicos obtuvieron datos sobre el nivel de grasa corporal tomando medidas de los pliegues cutáneos en seis partes del cuerpo y la circunferencia de la cintura de 1.978 adolescentes (1.017 niñas) de edades comprendidas entre 13 y 18 años, procedentes de cinco ciudades españolas: Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza.
Los resultados apuntan a que la grasa corporal es menor en los adolescentes que practican ciertos hábitos saludables, como realizar un almuerzo a media mañana y una merienda a media tarde, hacer más de cuatro comidas al día y comer a una velocidad adecuada.
Con respecto a esto último, se descubrió que los que comen bastante rápido presentan niveles de grasa más altos. Por otro lado, la regularidad en las comidas no guardó relación con los hábitos deportivos de los jóvenes.
La importancia del desayuno
Los adolescentes eran más altos, pesaban más, su cintura era más ancha y comían más rápido que las adolescentes. No obstante, poseían menos proporción de grasa acumulada.
Además, los autores observaron que el desayuno diario resultaba especialmente beneficioso en aquellos que no realizaban ejercicio físico alguno, y que los que se saltaban esta comida poseían más grasa corporal.
Sólo el 18,5 % de los chicos no participaba en ningún tipo de deporte, un porcentaje que alcanzaba el 48,5 % en las adolescentes.
Los niveles de grasa corporal en chicos y chicas se mantenían en el mismo rango si mantenían el hábito de desayunar cada día. En el caso de los chicos, la media de circunferencia de cintura se situó ligeramente por encima de los 75 centímetros si consumían desayuno y con independencia de la frecuencia a la que realizaran ejercicio.
Sin embargo, aquellos que no desayunaban por la mañana presentaban una cintura ligeramente inferior a los 85 centímetros de media.
“Hacemos hincapié en la necesidad de tener en cuenta las interacciones entre distintos hábitos dietéticos y patrones de ejercicio físico a la hora de evaluar el estado nutricional y esclarecer y prevenir el desarrollo de la obesidad en niños y adolescentes”, concluyen los investigadores.
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