José María Martín Olalla, del Departamento de Física de la Materia Condensada de la Universidad de Sevilla, ha demostrado matemáticamente que la idea de que los españoles tienen unos horarios muy diferentes a los de otros europeos es un mito, basado en el hecho de que las horas que marca el reloj, por ejemplo cuando comemos, es distinta en España que en otros países: En realidad, el reloj marca horas distintas, pero la hora solar es similar.
En un artículo publicado en Politikon, Martín Olalla recuerda que cada año, "coincidiendo con el cambio de hora de marzo y de octubre, nos bombardean con admoniciones variadas sobre lo extraño y anómalo que son los horarios españoles, y con que tenemos que europeizar los horarios".
La clave del asunto es que el huso horario oficial español no coincide con el horario solar: es decir, que el Sol nunca llega a lo más alto a las 12 h. que marca el reloj en la península, sino entre 50 y 90 minutos después -en el horario de invierno-, señala Olalla. En cambio, en los países centroeuropeos el huso horario, que es el mismo que el español, el CET (Central European Time), sí que coincide con la hora solar. Como señala Olalla, no se pueden comparar nuestros horarios de reloj con los de otros países sin procesarlos antes.
El estudio también analiza el hecho, que según el autor es de una lógica aplastante, pero que causa cierta sorpresa a veces, de que las distintas regiones de España se levantan a horas de reloj diferentes, según salga antes o después el Sol, es decir, de su longitud. Martín Olalla añade que la latitud también debe tenerse en cuenta en cualquier análisis de usos del tiempo, puesto que "no pueden ser iguales los horarios de un lugar subtropical que los de un país cercano a un círculo polar".
El estudio analiza encuestas sobre el uso del tiempo España, Italia y Reino Unido, y los relaciona con la longitud y la latitud geográfica de los tres países. "Los horarios españoles, británicos e italianos son prácticamente coincidentes cuando los expresamos en horas solares. Se hacen las mismas cosas a las mismas horas medidas respecto del Sol. Es el Sol, y no el reloj o el huso, quien marca los horarios; al menos en los tres países analizados. Así, ideas como que en España se cena muy tarde, o que el primetime televisivo en España es muy tardío pierden todo su valor. Expresados en horas solares cenamos a la misma hora solar que los italianos y regresamos al hogar a la misma hora solar que los italianos… y vemos la televisión a la misma hora que los italianos. Cronológicamente todo esto se convierte una hora más tarde en España respecto de Italia; pero no porque en España rija un huso anómalo, sino porque España está 15º hacia occidente respecto de Italia".
No por mucho madrugar amanece más temprano
Hay otro aspecto interesante, y es que los horarios solares a los que se inicia la jornada en España son siempre más tempranos que los italianos, y estos que los británicos. "Tradicionalmente esto se ha explicado como un efecto del cambio de hora de 1940 que, en general, tiende a hacer madrugar".
Sin embargo, el autor propone una explicación natural, al observar que hay una correlación con la latitud: cuanto más al norte está un país, más tardío es el horario de entrada al trabajo. También observa que esos horarios tienden a ser más tardíos que el amanecer más tardío del año (aproximadamente el amanecer del solsticio de invierno). Es decir, que hay una aversión general a entrar al trabajo antes de que salga el sol, y el horario laboral para todo el año se optimiza para evitarlo en la medida de lo posible, al tiempo que se aprovechan al máximo las horas de sol.
"Hay incentivo por madrugar pero no por trabajar antes de la salida del Sol", explica el físico. "Si los valores medianos de entrada al trabajo analizados fueran más tempranos, habría una época del año en la que sería de noche al iniciar la actividad. Y si fueran más tardíos, dos cosas ocurrirían: primero que habría una franja de luz diurna que estaría infrautilizada en el segmento productivo. Segundo, que cuando llegara el verano, la hora de entrada al trabajo se produciría con una insolación mayor".
Curiosamente, añade Martín Olalla, "este esquema no tiene reflejo en el segmento de fin de jornada: no parece pernicioso trabajar después de la caída del Sol gracias a la luz artificial".
¿Un cambio?
El estudio también elabora alguna hipótesis sobre lo que ocurre cuando se cambia el huso horario, tanto para explicar cambios pasados como para predecir cambios futuros.
En 1968 el Reino Unido pasó del huso WET (UTC+00) al huso CET (UTC+01), adelantando la hora. El cambio fracasó y fue deshecho en 1971. Lo mismo ocurrió con los intentos de Portugal por pasar al huso CET en la misma época y, de nuevo, en 1992.
El mismo cambio sí tuvo éxito en España en 1940, "probablemente por las particulares situaciones socioeconómicas que concurrieron en la época, con el país devastado por la Guerra Civil. La actividad posterior nació adaptada al huso vigente y la adaptación fue rápida, posible y eficaz. Igualmente ocurrió en Francia al finalizar la Segunda Guerra Mundial. 75 años es un tiempo más que suficiente para que los horarios españoles hayan amortiguado cualquier efecto que hubiera producido aquel cambio, y se hayan sincronizados con el Sol de la misma forma que están sincronizados los horarios de otros países que no tuvieron dicho cambio de huso". Tampoco habría pasado nada destacable en España y Francia si hubieran readoptado el huso WET al finalizar la guerra mundial, matiza el autor.
En el caso de un retraso del huso (de CET a WET) en España, como se ha propuesto, "es razonable pensar que la sociedad reaccionaría espontáneamente amortiguándola. Por ejemplo, más y más gente (tanto empresarios como trabajadores) tendría incentivos para empezar su jornada laboral antes en torno a las 7. Estos incentivos no existen ahora porque a esa hora es de noche buena parte del año. No es ilógico pensar que al final todos volvieran a iniciar la jornada laboral a una hora solar no muy diferente a la actual".
Aclaraciones y conclusiones
El autor subraya que su estudio no pretende debatir sobre si la estructura horaria del trabajo en España es la correcta, sobre si los españoles están mucho o poco pluriempleados, ni sobre la conciliación de la vida laboral y familiar, que son "fundamentalmente independientes del huso que esté vigente en un país. Hagamos lo que hagamos el día va a seguir teniendo 24 horas y el Sol va a seguir saliendo cuando le toca".
Tampoco discute el asunto del cambio al horario de verano, cuyo efecto principal es que el amanecer ocurra en un rango de tiempo "estrecho", y, por tanto, más fácilmente "controlable"; a cambio, la hora del ocaso varía "enormemente".
En las conclusiones, el físico señala que "un ciudadano mediano español se habrá visto reconocido en el estudio": Se levanta buena parte del año a oscuras pero en otra época del año lo hará con el Sol ya en pie; eso sí, entrará a trabajar de día sea cual sea la época del año. "Lo que este estudio muestra es que usted no es un ser extraño que viva en un jetlag permanente. Al menos los italianos y los británicos medianos se comportan como usted: salen del trabajo, regresan al hogar, cenan y se acuestan a horas parecidas".
Sobre si puede mejorarse algo con un cambio de huso horario, Martín Olalla subraya que "no es solo el reloj quien rige los horarios porque estos no se eligen aleatoriamente de entre todas las horas disponibles. Tampoco se elige aleatoriamente una hora de inicio de la actividad de forma que el resto de actividades quede ordenada cronológicamente. En este problema inicial el Sol sigue teniendo una influencia directa y determina gravemente la respuesta estadística del conjunto analizado", subraya.
En su opinión, "las autoridades pueden cambiar el huso las veces que quieran: o bien el cambio será un fracaso —por impopular— o bien los horarios se adaptarán lentamente al nuevo huso".
Referencia bibliográfica:
José María Martín Olalla: Is Spanish time schedule really weird? // De verdad son tan anómalos los horarios españoles? Una comparación con Italia y Reino Unido. arXiv (2014). arXiv:1406.4763
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