La Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, está llevando a cabo un innovador proyecto en su ciudad: controlar la contaminación del aire a través de teléfonos móviles portados por los ciclistas que recorren las calles.
Según publica la revista Newscientist, los teléfonos monitorean la calidad del aire de Cambridge y posteriormente emiten los datos recogidos a un laboratorio de investigación.
La técnica ha sido posible gracias a pequeños sensores de contaminación y a un programa informático que permite que los teléfonos registren y comuniquen los niveles de contaminantes presentes en el aire en cualquier lugar en que se encuentren.
Es la ventaja de la telefonía móvil, que está en todas partes. La investigación ha sido dirigida por la informático Eiman Kanjo, de dicha universidad, que señala que los móviles suponen una alternativa a otros medios de control más caros, además de que llegan a lugares que de otra forma no podrían ser controlados.
Registros móviles
Tal y como se explica en la página web de la investigación, bautizada como CamMobSens (Cambridge Mobile Urban Sensing), el impacto del tráfico en la calidad del aire en las ciudades y la exposición de los ciudadanos a la contaminación supone una de las principales preocupaciones en las políticas públicas actuales, por lo que en los últimos años se ha producido un importante número de investigaciones dirigidas a mejorar la tecnología de los vehículos y la gestión del tráfico, con el fin de minimizar el impacto en la salud de la gente.
Una dirección especialmente interesante en las soluciones calibradas es la de utilizar vehículos y personas como plataformas de detección de datos referentes a los niveles de contaminación urbana, para lo que se necesitan sensores que registran los datos al respecto. Se trataría de pruebas medioambientales móviles, según los científicos, que con sus transmisiones, llevadas a cabo por los sensores, permitirían integrar, hacer modelos e interpretar las inmensas cantidades de datos espaciales y temporales que se envíen.
Para conseguirlo, Kanjo y sus colegas han entregado a ciclistas locales sensores de contaminación del aire y unidades GPS (sistema de posición global que permite que la información circule vía satélite) que envían la información vía Bluetooth, una especificación abierta para comunicaciones inalámbricas entre diversos tipos de aparatos de comunicación.
El programa informático preparado por los investigadores permite que los teléfonos informen al laboratorio, de manera constante, acerca de la calidad del aire y de su localización. Los ciclistas recorren la ciudad y, mientras tanto, el laboratorio recibe los datos a través de la red de teléfonos conectados.
Sensores en las bicicletas
Dichos sensores son llevados en las bicicletas, dentro de unos recipientes especiales, desde los que registran los niveles de monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y dióxido de nitrógeno del aire. Tras una serie de pruebas iniciales, se ha reducido el tamaño de dichos sensores (actualmente como el de un mando de televisión), se ha conseguido que sean más exactos y, además, que puedan detectar también el dióxido de carbono del ambiente. En unas semanas se realizarán nuevas pruebas del sistema.
Según los científicos, los sensores podrían ser también fijados en los bolsos o chaquetas de los peatones, e incluso podrían entregarse a los guardias de tráfico de la ciudad. En un futuro, será posible combinar la unidad de GPS con los sensores, o aprovechar los teléfonos que lleven incorporado el GPS.
El sistema actual ha sido desarrollado con la ayuda del fabricante de teléfonos móviles Nokia y la empresa de telecomunicaciones O2. Kanjo señala que los datos emitidos de los móviles no sólo servirán para conocer con exactitud y en un área amplia de terreno urbano la calidad del aire, sino que además podrían ayudar a comparar, por ejemplo, los niveles de contaminación con la incidencia del asma en los ciudadanos, una enfermedad que suele relacionarse con los elementos contaminantes presentes en el aire de las ciudades.
Combinando el sistema de pruebas del aire con un dispositivo aparte que mida las funciones pulmonares podría llevarse a cabo dicha comparación. De hecho, Kanjo y sus colaboradores trabajan actualmente con médicos interesados en poder conocer los síntomas de sus pacientes en relación con la contaminación del aire que los rodea. Con el tiempo, reuniendo información de un gran número de personas afectadas, podría calibrarse mejor el vínculo entre los síntomas del asma y la contaminación ambiental.
Proyecto mensaje
Esta investigación forma parte de un proyecto del Reino Unido, MESSAGE, de tres años de duración que comenzó en octubre de 2006, fundado por el Engineering and Physical Sciences Research Council ó EPSRC y el Ministerio de Transportes británicos.
En él trabajan, además de la Universidad de Cambridge, las universidades de Leeds, Newcastle y Southampton, así como el Imperial College London. MESSAGE pretende desarrollar y demostrar el potencial de diversos sensores de bajo coste en el suministro de datos que sirvan para planear, gestionar y controlar el impacto medioambiental derivado de los transportes en las ciudades, así como a nivel regional y nacional.
Incluye la pretensión de convertir a los vehículos y a la gente en plataformas de dichos sensores. Cambridge trabaja en el uso de la telefonía móvil para transportar la información que éstos capten, mientras que la Universidad de Newcastle desarrollará una red de polvo inteligente (red de dispositivos minúsculos usados en comunicaciones inalámbricas que pueden detectar cualquier cosa) que funcionarán el protocolo ZigBee de comunicación de alto nivel. El Imperial College London, por su parte, diseñará una red que aplicará las tecnologías WiFi y el WiMax para comunicaciones y posicionamiento. Todas las plataformas se integrarán en un sistema de procesamiento de datos común.
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