Con el inicio del verano en Australia, comienza la campaña contra incendios forestales, y de nuevo el debate acerca de las quemas prescritas, tan populares en el país para disminuir la vegetación de zonas concretas, así como los riesgos de incendios de gran intensidad. Todavía se recuerda el fuego que, a principios de año, destruyó al menos 40 viviendas y ocasionó daños personales en Australia Occidental, y que tuvo su origen en una quema que se salió de control.
Para mejorar la evaluación de la gestión de riesgos y sus posibles resultados antes de tomar una decisión, investigadores de la Escuela de Ciencias de la Computación e Ingeniería de Software de la Universidad de Australia Occidental (UWA) trabajan en una nueva tecnología que, además, se podría utilizar para predecir el movimiento del fuego en un incendio forestal.
Se trata de Aurora, un programa de simulación por ordenador en el cual se añade información vía satélite al nuevo software para detectar de forma remota y poder prever hacia dónde se dirigirán las llamas. El proyecto ha supuesto una inversión de 5,6 millones de dólares y tres años de trabajo, y ha sido cofinanciado por la UWA, la agencia estatal responsable de la información territorial y cartográfica, Landgate, y la Autoridad de Bomberos y Servicios de Emergencias (FESA).
Según una noticia publicada por la cadena australiana ABC, el coordinador del proyecto, el profesor George Milne, asegura que el nuevo sistema permitirá “hacer en 30 segundos lo que ahora se tarda una hora de forma manual”. Además, Milne destaca el manejo sencillo de la herramienta: “no es necesario ser un analista experto en el comportamiento del fuego para poder predecir cuándo y dónde se va a originar”.
El mecanismo es bien sencillo. Por una parte, se introducen datos, como la ubicación del incendio, el punto de ignición, mapas topográficos y del combustible de carga, así como la información de la Oficina de Meteorología sobre las condiciones climáticas actuales y futuras. Con todo ello se genera un mapa de simulación que indica dónde se espera el fuego, con los puntos señalizados.
La novedad
A pesar de que existen otros modelos de simulación de incendios, tanto dentro como fuera de Australia, los promotores de este proyecto aseguran que con él se ha dado un paso adelante. El director ejecutivo de Landgate, Mike Bradford, resalta el uso de la tecnología por satélite para detectar los puntos calientes del fuego.
“Lo que Aurora ofrece realmente es la simulación, pues no nos dice dónde se ha producido el fuego, sino dónde podría ocurrir en el futuro”, matiza.
Para ello, el satélite barre todo el estado cuatro veces al día y envía la información sobre puntos calientes, los cuales se incorporan automáticamente al nuevo software, para producir luego las actualizaciones pertinentes.
El equipo de la universidad australiana accede a los datos desde un helicóptero que utiliza alta tecnología, cámaras digitales que proporcionan detalles del fuego, gráficos y mapas de incidentes mejorados. “Si hay un fuego activo vamos a estar recibiendo los perímetros desde el helicóptero de observación y ejecutando desde allí los simuladores”, explica el profesor Milne.
Sin embargo, en esta etapa experimental, los datos no llegan directamente a FESA, sino que son los propios investigadores quienes revisan su exactitud, según se desarrolle el fuego. Concluida esta fase, el objetivo es que la nueva herramienta pueda ser utilizada tanto por los servicios de emergencia como por aquellas comunidades y familias de las zonas rurales más remotas, “para que tengan la oportunidad de responder ante situaciones potencialmente adversas”, destacó el director de FESA.
Así, se espera que Aurora sea capaz de identificar a las comunidades bajo amenaza, guiar en la extinción de incendios y en la planificación de quemas prescritas, advertir a quienes trabajan en la línea de peligro y, basándose en el simulador, ofrecer información sobre el movimiento esperado del fuego. Y todo ello a través de un mensaje de móvil o de correo electrónico.
Retos
Para probar el sistema, el profesor Milne y su equipo están utilizando datos de incendios anteriores: “Tenemos que saber cómo se desarrolla un incendio bajo condiciones extremas, tener almacenados datos tanto del tiempo atmosférico como del perímetro del fuego para que podamos probar nuestro simulador con datos históricos”, señala el investigador.
Y es que el éxito de una simulación depende, en buena medida, de los datos que se le proporcionen. Uno de los retos que se plantean es la recopilación y actualización de los datos sobre la carga y el tipo de combustible, la cual varía mucho según el tipo de vegetación y lo recientemente que se haya limpiado la superficie.
Mientras que FESA tiene un mapeo detallado de zonas concretas de las regiones, son conscientes de que reunir este tipo de información para un estado tan grande y diverso como Australia occidental va a ser difícil. “Hay mucho más trabajo que se puede hacer y se está haciendo, aunque algunos requieren inyecciones de recursos y un enfoque global”, reconoció el jefe de FESA, Wayne Gregson.
El profesor Milne también apunta otro factor a tener en cuenta: “Se sabe que en caso de incendio extremo, la tasa de propagación por metros que se utiliza para los diferentes tipos de combustible, por lo general, se subestima bajo condiciones de vientos fuertes y muy calientes”, advierte. Para combatirlo, asegura que están en marcha los trabajos utilizando imágenes de rayos infrarrojos.
Aunque no se puede asegurar que una herramienta como Aurora podría haber evitado el incendio registrado a principios de año en Australia, sus promotores entienden que “si se toman decisiones en materia de gestión de riesgo, entonces se va a reducir ese riesgo, y si se toman esas decisiones tras conocerse los resultados de un trabajo va a ser mejor y, en última instancia, eso significa que se pueden salvar más vidas y propiedades”, concluyó Gregson.
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