La tecnología puede ayudar a comprender y tratar el autismo, según se desprende de dos recientes investigaciones llevadas a cabo en Estados Unidos y en Israel. En la primera de ellas, realizada por científicos del Baylor College of Medicine (BCM, un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI permitió analizar la actividad del cerebro en adolescentes aquejados de esta enfermedad, descubriendo que sufrían de incapacidad para auto reconocerse.
En la segunda, llevada a cabo en la Universidad de Haifa, se utilizó un sistema especial de realidad virtual que permitió mejorar las capacidades de niños con autismo para manejarse en un entorno potencialmente peligroso: la carretera.
Según publica la revista Physorg, P. Read Montague, profesor de neuronciencia de la BCM y director del Human Neuroimaging Lab y de la Computational Psychiatry Unit de dicha universidad, y otros científicos utilizaron la tecnología de escáner fMRI para escanear los cerebros de individuos con un autismo de baja gravedad, con un cociente de inteligencia normal o alto pero con muchos de los síntomas propios de esta enfermedad.
Durante el procedimiento, los investigadores identificaron en ellos un patrón de actividad concreto en el cerebro que los identificaba como autistas. El grado de actividad cerebral registrada se relacionaba con la severidad de los síntomas (a menor actividad, el autismo es más serio). Es decir, que este descubrimiento podría permitir el desarrollo de una prueba rápida de diagnóstico.
Hyperscanning
La tecnología utilizada por los investigadores ha sido bautizada como Hyperscanning, y consiste en un método por el cual diversos individuos, cada uno sometido a un escáner de MRI, pueden interactuar entre ellos mientras la actividad de sus cerebros es al mismo tiempo registrada. Esta tecnología permite el estudio de las respuestas del cerebro cuando se producen interacciones sociales.
Los científicos realizaron la investigación en dos fases. En primer lugar, se escaneó el cerebro de 81 atletas mientras éstos imaginaban que estaban realizando alguna actividad deportiva. El escáner demostró que pensar en esto activaba en ellos un área del cerebro llamada corteza cingular, durante lo que representaba una respuesta individual o del sí-mismo. Los investigadores descubrieron también que esa misma región del cerebro se activaba cuando los 81 participantes jugaban a un juego económico que implicaba tener que intercambiar cantidades de dinero entre ellos. El juego tenía se desarrollaba en varias rondas.
En la segunda fase del experimento, 18 adolescentes varones con un autismo leve jugaron a este mismo juego al tiempo que se escaneaba su actividad cerebral. Descubrieron así que, aunque estos participantes eran capaces de entender perfectamente cómo se jugaba y eran capaces de jugar con la misma habilidad que los atletas, su actividad durante el juego en el área de la corteza singular fue significativamente menor en comparación con los anteriores jugadores. Y no sólo eso: cuanto mayor era el grado de autismo en los adolescentes, menor actividad había en esa región durante la partida.
Pérdida de la auto-noción
La conclusión a la que llegaron los investigadores es la de que los autistas no tienen claro el concepto del sí-mismo, que no pueden verse a sí mismos como entidades aisladas a profundos niveles. Esta desconexión se produce inconscientemente.
Por tanto, contrariamente a lo que se creía, las personas con un autismo leve sufren de la incapacidad de ser auto conscientes, más que de la incapacidad de responder a otros. Esta imposibilidad de auto reconocimiento puede afectar a la capacidad individual de entender el mundo como un todo, señala Montangue. Los resultados de la investigación han sido publicados en la revista especializada Neuron.
La segunda investigación acerca del autismo fue llevada a cabo en la Universidad de Haifa, en Israel, con niños autistas que consiguieron mejorar su capacidad de manejarse en la carretera sin correr peligro gracias a las prácticas realizadas con un sistema único de realidad virtual.
Independencia virtual
Según informa la Universidad de Haifa, este sistema les permitió adquirir las habilidades necesarias para ser independientes en ese entorno. Uno de los problemas a los que se enfrentan los autistas es su incapacidad para aprender cómo cruzar sin peligro una calle, un conocimiento fundamental para poder vivir de manera independiente.
Hasta ahora, la mayoría de los métodos para enseñar esta actividad a los niños autistas han sido diseñados para ser aplicados en las propias aulas de los colegios, pero han demostrado no ser efectivos con este tipo de niños.
La mejor manera de enseñar determinadas habilidades a los niños autistas es la repetición prácticas en entornos reales, pero el peligro de aprender cruzando la calle imposibilita en este caso dicha práctica. Por eso es tan importante la realidad virtual en este caso.
E independencia real
Además, demostró ser efectiva. Seis niños autistas de entre siete y 12 años pasaron un mes aprendiendo a cruzar calles virtuales, a esperar a que se encendiera una luz verde virtual para cruzar y a mirar a izquierda y derecha por si venían coches virtuales en una simulación informática.
Durante el proceso de aprendizaje mejoraron en gran medida sus capacidades, pasando del nivel dos del software al nivel nueve, caracterizado por el aumento de la cantidad de vehículos que circulan a gran velocidad.
Para comprobar si a los niños les servía este aprendizaje para su realidad, fueron llevados posteriormente a una calle real con paso de peatones y semáforos. Allí, los niños se manejaron en ese entorno sin peligro.
Según los científicos, estudios anteriores habían demostrado que los niños autistas respondían bien al aprendizaje virtual. Con la presente investigación se constató además que el grado de autismo no afectaba a la capacidad de los niños de entender el sistema, que supondría por tanto una forma muy útil de mejorar sus capacidades cognitivas y sociales.
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