Un tipo de glóbulos blancos, los linfocitos iNKT (Natural Killer T Cells), luchan contra las infecciones y contra los tumores liberando unas proteínas, las citoquinas, que activan la respuesta inmune, destruyendo las células infectadas o malignas.
Para ello, deben recibir una señal de activación. Unos receptores específicos en su superficie actúan como interruptores: activan el linfocito cuando se les acopla algún antígeno, alguna molécula que da la señal de alarma.
Para forzar esta respuesta inmunitaria de manera artificial, hace años que los científicos trabajan con un glicolípido, llamado alfa-galactosiceramida, derivado de una molécula aislada en las esponjas marinas Agelas mauritianus.
El glicolípido se acopla a los receptores y desencadena la respuesta inmunológica, pero en pruebas clínicas los resultados terapéuticos no han sido suficientemente buenos.
Es demasiado potente, activa los glóbulos blancos de manera desenfrenada y desata una tormenta incontrolada de citoquinas que, si bien no afecta a la salud del paciente, carece de actividad antitumoral apreciable y de utilidad terapéutica.
Alternativa sintética
Ahora, investigadores del Instituto de Biotecnología y Biomedicina de la UAB, liderados por el profesor Raúl Castaño, en colaboración con el investigador del Instituto de Química Avanzada del CSIC, Amadeu Llebaria, y con la participación de científicos del Instituto de Salud Carlos III, de la University of Southern California (en Estados Unidos), y de La Jolla Institute for Allergy and Immunology (también en Estados Unidos), han diseñado y sintetizado una molécula muy similar a la alfa-galactosiceramida, pero con pequeños cambios en su estructura que modifican su comportamiento.
La molécula, llamada HS44, se asocia muy bien a los receptores de los linfocitos iNKT, pero se disocia más rápidamente. Esto reduce su potencia y permite que active de manera eficiente y controlada la respuesta inmunológica.
La nueva molécula ha sido ya probada en ratones, a los que les fue transferido un melanoma agresivo que hace metástasis en los pulmones, un modelo para el estudio del cáncer en humanos.
Los resultados, publicados en la última edición de The Journal of Immunology, han sido concluyentes: esta molécula sí inhibe la metástasis en los pulmones.
Además, reduce la posibilidad de que se estimule una respuesta autoinmune perjudicial para el organismo y, según la vía de administración, puede provocar una respuesta inmunitaria adecuada para el tratamiento de infecciones microbianas como adyuvante en las vacunas. Estos resultados sugieren una posible aplicación terapéutica en el futuro.
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