¿Qué sucedería con nuestra consciencia si dividiéramos nuestro cerebro en dos partes, de tal manera que sus dos hemisferios dejaran de comunicarse?
En la década de los años 60 del siglo XX, el psicólogo Michael Gazzaniga, actualmente director del centro SAGE de la Universidad de California en Santa Barbara (EEUU), analizó esta cuestión. Lo hizo con pacientes epilépticos que, por la gravedad de su dolencia y porque otros tratamientos ya no les funcionaban, habían sufrido una operación quirúrgica de división del cerebro.
Técnicamente, esta operación se denomina callosotomía, y consiste en seccionar la parte del cerebro que une los dos hemisferios cerebrales a través de unos 200 millones de axones, la región conocida como cuerpo calloso.
Con la callosotomía lo que se logra es que los impulsos nerviosos dejen de viajar entre los dos hemisferios del cerebro. En el caso de pacientes con epilepsia, así se evita que las perturbaciones en una zona concreta de este órgano se extiendan al resto.
En su análisis, Gazzaniga, en colaboración con Roger Sperry (Premio Nobel de Fisiología en 1981), comprobó que los pacientes con cerebro dividido solo podían responder a los estímulos en el campo visual derecho con su mano derecha, y viceversa. Este hecho se consideró una evidencia de que cortar el cuerpo calloso provoca que cada hemisferio genere su propia consciencia.
Nuevos resultados
Sin embargo, una nueva investigación realizada este año por un psicólogo de la Universidad de Ámsterdam (UVA) llamado Yair Pinto parece contradecir los resultados de Sperry y Gazzaniga.
Pinto y su equipo han encontrado pruebas sólidas que demuestran que, a pesar de estar caracterizado por poca o ninguna comunicación entre los hemisferios del cerebro derecho e izquierdo, un cerebro dividido no siempre hace que la consciencia se divida.
Pinto y sus colegas realizaron una serie de pruebas en dos pacientes que habían sido sometidos a una callosotomía completa. En una de las pruebas, los pacientes se colocaron frente a una pantalla en la que se proyectaron las imágenes de varios objetos, situados en distintas posiciones. Después, se pidió a los pacientes que confirmaran si en pantalla aparecía algún objeto y que indicaran su ubicación.
En otra prueba, los pacientes tuvieron que nombrar correctamente el objeto que habían visto, una dificultad notoria para los pacientes con cerebro dividido, pues el habla está controlada principalmente por el hemisferio izquierdo del cerebro.
El objetivo de estos experimentos era “determinar si los pacientes respondían mejor al campo visual izquierdo con la mano izquierda en lugar de con la mano derecha, y lo contrario», explica Pinto, en un comunicado de la UVA.
Esta cuestión estaba basada en la noción anterior, la establecida por Sperry y Gazzaniga: En caso de callosotomía, la consciencia perceptiva se escinde en dos: una de ellas experimentaría el campo visual izquierdo y controlaría la mano izquierda; mientras la otra experimentaría el campo visual derecho y controlaría la mano derecha.
Pero, para sorpresa de los investigadores de la UVA, los dos pacientes estudiados fueron capaces de responder a los estímulos presentados en la pantalla, en todo el campo visual, con todos los tipos de respuesta: con la mano izquierda, con la mano derecha e incluso verbalmente.
“Los pacientes pudieron indicar con precisión si un objeto estaba presente en el campo visual izquierdo y señalar su ubicación, incluso cuando respondían con la mano derecha o verbalmente. Esto a pesar de que sus hemisferios cerebrales difícilmente pueden comunicarse entre sí, y lo hacen a quizás un bit por segundo, que es una velocidad menor a la que se produce una conversación normal”, señala Pinto.
El papel de las regiones subcorticales
Según el investigador, estos resultados suponen una evidencia de que, aunque los dos hemisferios cerebrales estén completamente aislados el uno del otro, el cerebro en su conjunto aún puede producir una consciencia única, esto es, que la división de la consciencia perceptiva a raíz de una callosotomía podría no darse siempre ni ser un efecto universal.
El hallazgo parece encajar con otros realizados en 2000 por la investigadora Liz Franz, de la Universidad de Otago (en Nueva Zelanda), de los que habla Nature .
En sus estudios, Franz demostró que pacientes con cerebro dividido podían llevar a cabo tareas en las que se requiere coordinación de las dos manos (como conducir o tocar un instrumento), lo que implica también cierta coordinación perceptiva. Sin embargo, esto no pasaba con todas las tareas.
Por ejemplo, Franz encontró que para uno de los pacientes estudiados, pescador experimentado, era sencillo hacer un nudo de pesca con las dos manos, aunque no podía realizar una tarea para él poco familiar, como enhebrar una aguja.
Franz concluyó que esto se debía a que las habilidades bimanuales bien practicadas se coordinarían a nivel subcortical, por ejemplo a través del hipocampo, vinculado a la memoria, por lo que personas con cerebro dividido seguirían siendo capaces de hacer actividades ya conocidas utilizando las dos manos.
Pinto y su equipo planean ahora seguir investigando a otros pacientes con cerebro escindido, para ver si sus hallazgos se repiten. Sin embargo, cada vez es más difícil encontrar a personas con esta condición (que hace posible analizar grandes subsistemas cerebrales aislados), porque los tratamientos para la epilepsia radical han ido cambiando, y la callosotomía es ya una práctica cada vez menos utilizada.
Referencia bibliográfica:
Yair Pinto, David A. Neville, Marte Otten, Paul M. Corballis, Victor A.F. Lamme, Edward H.F. de Haan, Nicoletta Foschi, Mara Fabri. Split brain: divided perception but undivided consciousness. Brain (2017). DOI: 10.1093/brain/aww358.
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