Las pérdidas de carbono de los suelos del permafrost (la capa permanentemente congelada del subsuelo de las regiones muy frías o periglaciares como la tundra), podrían ser más rápidas de lo que se pensaba hasta ahora como consecuencia del calentamiento global.
Esta es una de las principales conclusiones de un trabajo internacional con participación de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que aparece publicado en la revista Nature Geoscience.
Desde el Pleistoceno, los suelos del permafrost en el Ártico han sido un sumidero de restos de plantas y animales y, por tanto, albergan una gran cantidad de carbono congelado en forma de materia orgánica.
Con el calentamiento global y la descongelación, la materia orgánica del suelo estabilizada por las bajas temperaturas se expone más a la descomposición microbiana, lo que puede agravar los efectos del cambio climático al liberar cantidades significativas de CO2 a la atmósfera.
Cambios en el carbono orgánico
“Utilizamos un experimento de calentamiento de permafrost, situado en un ecosistema de tundra en el interior de Alaska, que fue establecido por Ted Schuur de la Northern Arizona University en 2008. A lo largo del experimento se tomaron muestras de suelo durante cinco años y se analizaron, entre otras variables, los contenidos de carbono y la composición de la materia orgánica a nivel molecular mediante resonancia magnética nuclear”, señala César Plaza, investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias Agrarias y uno de los autores del estudio.
Hasta ahora, muy pocos estudios habían mostrado mediciones directas del cambio en el carbono orgánico de los suelos de permafrost al suponer “un desafío significativo”.
Plaza aclara: “Esto se debe a que la descongelación induce profundas alteraciones físicas en el perfil del suelo que confunden en gran medida la aplicación de los métodos tradicionales para cuantificarlos”.
Para superar estos problemas, los investigadores han utilizado el componente mineral relativamente estable del suelo como referencia para cuantificar los contenidos de carbono y comparar las reservas a través del tiempo. Los resultados muestran pérdidas “sorprendentemente altas”.
“Encontramos pérdidas de aproximadamente el 5% del carbono del suelo cada año, tanto en los tratamientos con calentamiento como en los controles, cuando los modelos actuales predicen pérdidas de entre el 5% y el 15% a lo largo del siglo en toda la región de permafrost”, agrega el investigador del CSIC.
Mayores consecuencias
Además de en Alaska, el permafrost puede encontrarse en áreas circumpolares de Canadá, Siberia, Tíbet, Noruega y en varias islas del océano Atlántico sur, como las islas Georgias del Sur y las islas Sandwich del sur.
Esta investigación confirma lo que se ha establecido en otros trabajos. Tal como informamos en otro artículo, el calentamiento global está dejando cicatrices cada vez más patentes en las regiones del permafrost del mundo, según un estudio realizado por la Red Internacional de Permafrost GTN-P en todas las regiones del mundo con suelos de permafrost.
Esta investigación ha descubierto que la temperatura del suelo congelado a una profundidad de más de 10 metros aumentó una media de 0,3ºC entre 2007 y 2016, tanto en el Ártico y en la Antártida, como en las cadenas montañosas de Europa y Asia Central.
Otro estudio ha establecido asimismo que el deshielo del permafrost tendrá mayores consecuencias de las previstas porque, además de liberar dióxido de carbono y metano, provoca la meteorización mineral y añade cantidades sustanciales de CO2 a la atmósfera.
Referencia
Direct observation of permafrost degradation and rapid soil carbon loss in tundra. Plaza, C. et al. Nature Geoscience, 01 July 2019. DOI:https://doi.org/10.1038/s41561-019-0387-6
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