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El clima se resistirá a la manipulación de la geoingeniería

En el último informe del IPCC se proponía por vez primera la intervención en el clima terrestre, con técnicas de geoingeniería o de ingeniería climática. Expertos como Ángel M. de Frutos Baraja, catedrático de Física de la Universidad de Valladolid y director del grupo de Óptica Atmosférica, señalan que esta disciplina, sin embargo, está cercana a la ciencia ficción y que, por la complejidad del clima, será difícilmente aplicable. Otros como Xavier Giménez Font, profesor del Departamento de Química Física de la Universidad de Barcelona, opinan en cambio que la ingeniería climática tendrá gran relevancia en el futuro. Por Rosae Martín Peña.

El clima se resistirá a la manipulación de la geoingeniería

“Podrían morirse peces o seres humanos; nadar en lagos o ríos podría generar enfermedades, podría dejar de salir petróleo de las bombas y las temperaturas promedias podrían incrementarse o disminuirse pero, si no se comunica sobre ello, nada de esto tendrá impacto para la sociedad.“  Esta cita del sociólogo alemán Luhmann en el año 1986 deja muy claro que aquello que no se comunica, no existe.
 
Actualmente, los partidos políticos, instituciones, organismos nacionales e internacionales, universidades y la población en general, centran todas sus miras en la crisis económica y financiera, que azota el panorama mundial.
 
Sin embargo, se está dando un hecho simultáneo: sucesivas catástrofes ambientales y naturales que nos alertan sobre la inminencia y los riesgos de una crisis ambiental y energética sin precedentes, cuyos exponentes más significativos son el calentamiento global y el deshielo del Ártico, fenómenos que, en su conjunto, configuran el importantísimo problema del cambio climático.
 
Geoingeniería e ingeniería climática

Las cumbres celebradas para conseguir aunar esfuerzos y reducir de manera significativa las emisiones de CO2 del planeta han resultado hasta el momento un fracaso.

Ante esta situación, ingenieros y climatólogos llevan años simulando modelos por ordenador para enfriar la tierra y, cada vez más, están impulsando la idea de aplicar sus métodos -que se enmarcan en los conceptos de geoingeniería e ingeniería climática – fuera del laboratorio.

Ángel M. de Frutos Baraja, catedrático de Física de la Universidad de  Valladolid y director del grupo de Óptica Atmosférica de dicho centro, nos explica ambos términos como «la capacidad que se pretende alcanzar para modificar el clima del planeta, sea a gran escala, sea a escala más pequeña  (experimentos para potenciar las precipitaciones en áreas restringuidas, por ejemplo)“.

La diferencia entre ambos conceptos radicaría en que «la geoingeniería nos remite a conceptos aún más amplios que el de la ingeniería climática. Llevándolos al límite nos introducirían en el mundo de la Ciencia Ficción (por ahora) y de las tecnologías de la «terraformación“, que han aparecido en tantas obras de ficción“.

Por su parte, el profesor del Departamento de Química Física de la Universidad de Barcelona Xavier Giménez Font apunta a que ambos conceptos no significan lo mismo, pero que los medios de comunicación, e incluso las revistas especializadas, los utilizan indistintamente.

Para Giménez Font, el término de ingeniería climática es más adecuado, pues refleja mejor su propósito: «el estudio y diseño de futuras acciones para impedir variaciones catastróficas del clima, principalmente debido a la actividad huamana“.

«A esta disciplina naciente le espera un largo recorrido, y contrariamente a las creencias de algunos, no tiene ni tendrá, en un futuro a medio plazo, capacidad de actuar a nivel de control climático“, asegura el especialista.

Es un hecho

El clima ha sufrido cambios fuertes y fluctuaciones a lo largo de la historia geológica del planeta. Como explica Ángel M. de Frutos Baraja, «no somos capaces aún de entender completamente las causas obviamente naturales de estas variaciones, a pesar de que en este estudio se están dedicando esfuerzos ingentes“.

También que la acción humana está variando el clima actualmente. Según Frutos Baraja, existe una correlación «entre la cantidad de dióxido de carbono libre en la atmósfera y la temperatura media del planeta. Este hecho está además apoyado firmemente en laboratorio desde antiguo. Conocemos la capacidad de ese compuesto para ser transparente a la radicación visible que proviene del Sol y opaco a la infrarroja que emite la Tierra». El exceso de CO2 emitido a la atmósfera por las actividades humanas tiene como resultado el archiconocido efecto invernadero.

Para el profesor de la Universidad de Valladolid en este sentido «sin duda y de lejos, la actividad que más contribuye a este tipo de contaminación en nuestro planeta es la quema de combustibles fósoles, sean estos los que sean (carbón, petróleo o gas); así como la emisión de determinados aerosoles a la atmósfera en multitud de procesos, el más extendido de los cuales es el que provocamos al poner en marcha el motor diésel de un automóvil».

Para Gimenez Font, en los últimos doscientos cincuenta años, el ser humano ha alterado la atmósfera con la emisión de una gran cantidad de aerosoles, que han provocado, entre otros fenómenos, el enfriamiento global de mediados de los setenta del siglo XX; la lluvia ácida a principios de los ochenta o el agujero de ozono. La acción del hombre también ha contaminado ríos y lagos, desde hace más de doscientos años. Y emite gases de efecto invernadero, en una cantidad todavía creciente.

Sin embargo, según Gimenez Font, «por sorprendente que parezca, todos estos problemas están en vías de solución, a excepción del último, la emisión de gases de invernadero. Este va a ser el verdadero problema climático del futuro, y para el que se requerirá un mayor esfuerzo colectivo“.

¿Es posible la solución artificial?

De nuevo volvemos al tema de la geoingeniería y de la ingeniería climática. ¿Se incluirán en este esfuerzo las técnicas de estas disciplinas?

En el último informe del IPCC sobre el cambio climático los expertos lo recomendaron, como herramienta de freno de una catástrofe. 

Ángel M. de Frutos Baraja, sin embargo, ve complicada esta aplicación, por la propia naturaleza del clima, que es de una extraordinaria complejidad. El clima es, de hecho, un sistema caótico que, aunque gobernado por leyes perfectamente deterministas, se ve afectado por ligerísimas variaciones que hacen muy difícil prever su evolución.

Por tanto, considera Frutos, crear ingeniería para contrarrestar los procesos climáticos es una tarea muy complicada. Frutos apuesta, por tanto,  por solución más natural, segura y problablemente más barata: reducir primero y eliminar después la causa de las perturbaciones, es decir, la quema de combustibles fósiles. Además, señala, «para esto ya tenemos tecnología».

Gimenez Font considera, por su parte, que la ingeniería climática tendrá mucha importancia en un futuro lejano. Para ello, serán necesarios experimentos relevantes, pero muy difíciles de hacer, por la complejidad del clima terrestre, con su infnitud de factores implicados.

El clima se resistirá a la manipulación de la geoingeniería

Algunas opciones

Gimenez Font hace referencia a algunas de las opciones que se están barajando para hacer frente al problema global del cambio climático:  la emisión controlada de aerosoles, siembra de ciertas regiones atlánticas con sulfato de hierro (para favorecer el crecimiento del plancton e incrementar así la captura de dióxido de carbono atmosférico) o la construcción de árboles artificiales, que capturarían el CO2 del aire.

También se están probando estrategias de captura y secuestro de CO2, directamente de las centrales térmicas, y su posterior almacenamiento en depósitos geológicos.

La geoingeniería desde el punto de vista ético

Tanto las voces de alarma social, aunque parezcan poco fundamentadas, como el sentido común, hacen pensar en las implicaciones éticas y sociales que podría conllevar la manipulación del clima.

En este sentido, Ángel M. de Frutos Baraja opina de que no hay duda de que es necesaria la inclusión de un código deontológico sobre los estudios que se están llevando a cabo o que se llevarán a cabo en el terreno de la geoingenería.

«Esto ya se hace en otros campos, como la biotecnología, o en otras ramas, como la biología o las ciencias de la salud», afirma.

Por su parte, Gimenez Font cree que este código deontológico para la geoingeniería ya existe entre la comunidad científica. Prueba de ello es que no se haya actuado todavía.  ¡Ni tan siquiera una prueba a escala regional!, recalca. «Sé que estas afirmaciones sorprenderán a muchos, pero es la realidad, por una razón muy simple: las actuaciones sobre control climático de algunos serían muy fácilmente detctadas por otros“.

RedacciónT21

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