El grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la Agencia Internacional de Investigación sobre el cáncer (IARC) ha anunciado que el humo de los motores diésel es un agente cancerígeno que afecta al pulmón y probablemente a la vejiga en humanos.
Hay “evidencia suficiente” para afirmar que el diésel aumenta el riesgo de padecer cáncer de pulmón, y “evidencia limitada” para el caso del cáncer de vejiga
La IARC ya había clasificado el humo de diésel en 1988 como probable carcinógeno (grupo 2A), pero ahora lo ha subido al ‘grupo 1’ donde se encuentran factores que causan esta enfermedad con seguridad, como el plutonio y la radiación ultravioleta.
“La preocupación sobre el posible efecto cancerígeno de este combustible ha aumentado debido a los resultados de estudios epidemiológicos con trabajadores altamente expuestos”, afirman la IARC.
Los expertos citan un trabajo publicado en 2011 que revelaba la relación entre respirar diésel y el cáncer pulmonar en 12.315 mineros de EEUU expuestos a altas concentraciones de esta sustancia.
La OMS concluye que hay “evidencia suficiente” para afirmar que el diésel aumenta el riesgo de padecer cáncer de pulmón, y “evidencia limitada” para el caso del cáncer de vejiga, además de mantener a la gasolina como “posible carcinógeno” (grupo 2B).
“Los principales estudios que nos han llevado a esta conclusión se han realizado en trabajadores con un alto grado de exposición”, explica Kurt Straif, responsable de las monografías de la IARC. “Sin embargo, hemos aprendido de otros carcinógenos, como el radón, que los datos iniciales que demuestran un riesgo en la gente muy expuesta, van seguidos de resultados también positivos para la población general”.
Cristopher Portier, presidente del grupo de trabajo, coincide con Straif y avisa: “La exposición a esta mezcla de productos químicos se debe reducir a nivel mundial”.
Riesgo para la salud pública
“Teniendo en cuenta que esta evaluación científica es rigurosa e independiente, los gobiernos ya tienen evidencia suficiente como para reconsiderar los umbrales de emisión de diésel aceptados hasta ahora”, afirman los expertos.
El problema, advierte la OMS, es que la población no solo está expuesta al humo de los coches, sino también al procedente de otros modos de transporte como barcos y trenes, así como al de las plantas de generación eléctrica.
Según los expertos la preocupación creciente por el medioambiente ha tenido como resultado que tanto en Norteamérica como en Europa se hayan aplicado, en los últimos 20 años, normas para reducir las emisiones de los motores diésel y de gasolina.
En el caso de los motores diesel, por ejemplo, “se ha reducido el contenido de azufre del combustible y se ha cambiado el diseño del motor para que la que la reacción química sea más eficiente y se reduzcan las emisiones”. Sin embargo todavía se desconoce cómo estos cambios afectan exactamente a la salud.
La IARC también recuerda que los vehículos que aún no tienen estas modificaciones “tardarán años en ser reemplazados, especialmente en países en vías de desarrollo donde las medidas regulatorias son menos restrictivas”.
Referencias
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