Tendencias21
El nivel de inteligencia bajo contribuye a la muerte prematura

El nivel de inteligencia bajo contribuye a la muerte prematura

La muerte prematura está asociada al nivel de inteligencia, ya que las probabilidades de morir a edades tempranas aumenta un 17% por cada 15 puntos negativos en el test de inteligencia, según una investigación desarrollada por la Universidad de Glasgow. Pero no sólo el test de inteligencia es clave, también la carrera universitaria escogida tiene que ver con las enfermedades que provocan la muerte. Por Vanessa Marsh.

El nivel de inteligencia bajo contribuye a la muerte prematura

Un índice de inteligencia bajo está asociado a la muerte prematura, según una investigación desarrollada por la Universidad de Glasgow, Escocia, sobre 1.000 aspectos de la vida de miles de personas durante 70 años. Los resultados de la investigación se publican en la revista Psychosomatic Medicine.

Los investigadores han podido establecer que las personas con un alto índice de inteligencia que residen en barrios pobres viven más que los que tienen una inteligencia menor en circunstancias parecidas, al mismo tiempo que el nivel de inteligencia no es importante para las personas que viven en poblaciones ricas.

En cualquier caso, las personas que muestran un alto nivel de inteligencia tienen más posibilidades de alcanzar la longevidad porque tienen una capacidad mental superior para hacer frente a los desafíos de la vida y para aprender pautas de comportamiento buenas para la salud, según los investigadores.

El estudio señala que la influencia del índice de inteligencia en la mortalidad infantil está relacionado con factores sociales, particularmente en el caso de las enfermedades relacionadas con la actividad cardiaca, así como con el cáncer y, más particularmente, con el cáncer de pulmón.

Relación directa

El estudio concluye que existe una relación directa entre el nivel de inteligencia que una persona manifiesta en la infancia y el riesgo de muerte prematura en la edad adulta, así como que estos procesos tienen a su vez una relación con la clase social o nivel de vida de las personas estudiadas, unas 24.000 en sólo dos de los estudios históricos analizados por los investigadores.

La investigación partió del test de inteligencia al que habían sido sometidos en 1932 alumnos nacidos en 1921 y comparó esos datos con los estudios médicos realizados sobre la población adulta de Escocia en los años 60 y 70, que incluían datos relativos a la salud, pero también a la situación socioeconómica de los investigados y las circunstancias en que habían muerto.

Durante el período analizado de 25 años, el 51% de los hombres y el 38% de las mujeres perdieron la vida. En líneas generales, pudo determinarse que había un 17% más de probabilidades de muerte por cada 15 puntos por debajo del nivel medio de inteligencia en la infancia, si bien cuando se consideran aspectos sociales, es decir, cuando las personas tienen medios económicos, la probabilidad se reduce del 17% al 12%.

Los investigadores consideran prematuro extraer conclusiones definitivas, aunque señalan una hipótesis: el índice de inteligencia moderado o bajo provoca en el adulto unas condiciones de vida más duras que favorecen la muerte prematura. Al mismo tiempo añaden que el desarrollo de la inteligencia también está condicionado por las circunstancias en las que los niños viven su infancia, que no sólo afectan a la madurez intelectual, sino también a las condiciones de vida saludable.

Pistas en las carreras universitarias

La Universidad de Glasgow, junto con la de Belfast y Bristol, ha desarrollado también otras investigaciones que relacionan la mortalidad no con el nivel de inteligencia, sino con los estudios universitarios: las personas que han estudiado derecho o carreras relacionadas con el arte mueren antes que los estudiantes de otras disciplinas.

Los licenciados en bellas artes mueren preferentemente de cáncer de pulmón, incluso cuando no existe una relación directa de ellos con el tabaco. Los licenciados en medicina mueren dos veces más que los demás universitarios por enfermedades relacionadas con el alcohol. La muerte violenta (accidentes, suicidios, atracos…) afecta poco a los ingenieros, científicos y profesionales del arte.

Tal como explican los autores de esta investigación en The Journal of the Royal Society of Medicine, estas conclusiones se han extraído del estudio de 11.755 estudiantes de la Universidad de Glasgow entre 1948 y 1968, que representan al 50% de la población universitaria masculina. Las mujeres fueron excluidas por los escasos casos de muerte en ese período.

Los investigadores utilizaron los datos reunidos sobre esos estudiantes y sus posteriores carreras profesionales para analizar sus casos y relacionarlos con seis causas de muerte: corazón, cáncer, vías respiratorias, suicidios, accidentes y violencia, alcohol.

Enfermedad y circunstancias

Ya se sabía desde hace tiempo que las condiciones de vida influyen en las probabilidades de muerte y la ciencia se aproxima cada vez más a enriquecer el marco de circunstancias que pueden estar relacionadas también con la enfermedad y la mortalidad.

Ya hemos hablado en otro artículo de [Tendencias]article: que las relaciones familiares comienzan a formar parte del esquema de la enfermedad y ahora científicos escoceses nos señalan que el índice de inteligencia, que tiene que ver con las condiciones socioeconómicas de la infancia, e incluso las carreras profesionales, manifiestan posibles relaciones con determinadas causas de muerte.

Aún no hay nada definitivo al respecto, pero los diferentes estudios realizados aumentan la sospecha de que muchos de los males que padecemos, como las enfermedades y la muerte, no son sólo el resultado de procesos biológicos, sino también de las circunstancias que rodean a la vida de las personas.

Vanessa Marsh

Hacer un comentario

RSS Lo último de Tendencias21

  • Los surcos del cerebro humano podrían estar relacionados con nuestras habilidades cognitivas 9 junio, 2025
    Los pliegues, surcos y crestas del cerebro humano son más complejos que cualquier otra estructura similar en el reino animal: un nuevo estudio muestra que esta complejidad puede estar relacionada con el nivel de conectividad del cerebro y nuestro habilidades de razonamiento.
    Pablo Javier Piacente / T21
  • ¿Son los ordenadores cuánticos un peligro para la seguridad global? 9 junio, 2025
    Algunas estimaciones sugieren que la computación cuántica podría convertirse en un riesgo importante para la seguridad de los sistemas informáticos, al multiplicar por 20 la facilidad para descifrar códigos criptográficos y otras claves extremadamente sensibles.
    Pablo Javier Piacente / T21.
  • La mente contra el dolor: nace la terapia que entrena al cerebro para sanar 9 junio, 2025
    Investigadores australianos han creado un sistema de bajo coste que utiliza un videojuego para que los pacientes con dolor neuropático aprendan a reprogramar su actividad cerebral y encuentren alivio sin medicamentos.
    Redacción T21
  • Señales en el agua: las ballenas jorobadas podrían estar lanzando mensajes a los humanos 9 junio, 2025
    En aguas de todo el mundo, un puñado de ballenas jorobadas ha comenzado a sorprender a científicos y observadores: se acercan a embarcaciones y nadadores y, justo frente a ellos, liberan perfectos anillos de burbujas que ascienden como señales en el océano. ¿Estamos ante un simple juego, una muestra de curiosidad… o el primer indicio […]
    EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE/T21
  • "Alimentar" a los robots podría hacerlos más eficientes 9 junio, 2025
    Incluso las mejores baterías están muy por debajo del metabolismo animal en cuanto al almacenamiento de energía. Alimentar a los robots con "comida" podría reducir la brecha: las alternativas incluyen robots capaces de digerir metal, aprovecharse de fluidos similares a la sangre o desarrollar habilidades para extraer energía del entorno.
    Redacción T21
  • Crean el violín más pequeño del mundo: la revolución de la nanotecnología en una cuerda invisible 9 junio, 2025
    En el corazón de un laboratorio británico, la ciencia ha conseguido lo que parecía imposible: esculpir un violín de platino más pequeño que el grosor de un cabello humano. No es solo una curiosidad: marca el inicio de una nueva era en la manipulación de la materia a escala nanométrica.
    Redacción T21
  • Las neuronas de ratones ciegos pueden ver 8 junio, 2025
    Los investigadores han comprobado que las células nerviosas de ratones ciegos dedicadas a funciones visuales permanecen activas a pesar de la pérdida de la visión: el hallazgo puede significar una esperanza para el desarrollo de nuevos enfoques orientados a restaurar la capacidad visual en seres humanos.
    Pablo Javier Piacente
  • Así es como el cerebro humano divide el día en capítulos, como si fuera un libro 7 junio, 2025
    Los investigadores hallaron que la mentalidad y las expectativas, además del entorno externo, conforman la “tabla de contenidos” en la que nuestros cerebros organizan el día: las nuevas "secciones" o "capítulos" están marcados con un cambio notable en la actividad cerebral, a medida que nos movemos de un lugar a otro o de una actividad […]
    Pablo Javier Piacente
  • Los rollos del Mar Muerto podrían remontarse hasta el Antiguo Testamento, según la IA 6 junio, 2025
    La IA sugiere que los manuscritos del Mar Muerto se remontan hasta el Antiguo Testamento, por lo que serían mucho más antiguos de aquello que se pensaba hasta hoy: el modelo ha analizado las imágenes digitalizadas de los pergaminos, estudiando la curvatura y la geometría de las trazas de tinta en la escritura presente en […]
    Pablo Javier Piacente / T21
  • 60 millones de años de ecosistemas estables nos enseñan sobre la pérdida de especies actual 6 junio, 2025
    Dos cambios ambientales importantes han provocado transformaciones globales en grandes comunidades de herbívoros en los últimos 60 millones de años. Los investigadores han logrado demostrar cómo estos ecosistemas se mantuvieron notablemente resistentes a pesar de la extinción de algunas especies, la aparición de otras y las variaciones en el entorno.
    Pablo Javier Piacente / T21.