Diferentes regiones del cerebro están relacionadas con la creación de recuerdos sobre nombres y caras, así como con nuestra manera de interpretar acciones clave, como la mirada y los movimientos de comunicación no verbal. Un grupo de científicos de la University College de Londres ha podido ahora constatar una vinculación entre diferentes regiones cerebrales y las relaciones sociales, y ha establecido que las interacciones on line y en el mundo real aplicarían conjuntos diversos de habilidades sociales, publica la revista Proceedings of the Royal Society B.
«Las redes sociales existen de muchas formas, en el mundo real, en el ciberespacio, etecétera», señala Geraint Rees, uno de los investigadores del estudio de la University College de Londres. «Se trata de un aspecto concreto del comportamiento humano que rodea y afecta a muchos otros aspectos de cómo vivimos nuestra vida diaria», añade Rees.
Los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional para crear imágenes del cerebro de 125 estudiantes universitarios sanos. Los científicos compararon el tamaño de varias regiones del cerebro con el número de amigos de Facebook de cada participante, así como con los amigos de la vida real, y más tarde el estudio se repitió en un grupo de otros 40 estudiantes.
¿Internet nos ha cambiado?
Los investigadores descubrieron que, cuando la gente tenía un gran número de amigos en Facebook, ciertas regiones del cerebro eran más grandes que esas mismas regiones, en el caso de los estudiantes con pocos amigos en la misma red social. Las regiones incluían el surco temporal superior y la circunvolución temporal media, que procesan e interpretan señales básicas sociales; así como la corteza entorrinal, que empareja nombres y caras, y la amígdala, que ayuda a reconocer las expresiones faciales emocionales.
«Hemos encontrado algunas regiones del cerebro interesantes que hacen referencia al número de amigos que tenemos tanto de forma real como virtual”, cuenta Ryota Kanai, autor principal del estudio.
«La pregunta interesante es si estas estructuras mentales cambian con el tiempo», señala Kanai. «Esto nos ayudará a responder a la pregunta de si Internet está modificando nuestro cerebro», señala.
Desde que la Red se extendió a todo el mundo en los años 90, su impacto en el cerebro y en el comportamiento de sus usuarios ha sido tema de mucha controversia.
«Las redes sociales son enormemente influyentes, sin embargo, entendemos muy poco sobre el impacto que tiene en nuestros cerebros», señala Geraint Rees. «Esto ha llevado a un gran número de teorías y especulaciones sin fundamento sobre si Internet es de alguna manera malo para nosotros».
De hecho, algunos expertos temen que Internet vaya acabando poco a poco con la inteligencia y la imaginación de sus usuarios, pero la realidad es que sus efectos sobre el desarrollo cognitivo y social siguen siendo en gran parte desconocidos. «Nuestro estudio ayudará a entender cómo las interacciones con el mundo están modificadas a través de las redes sociales», explica Rees, que añade: «esto nos permitirá empezar a hacer preguntas más acertadas acerca de la relación entre Internet y el cerebro, cuestiones en el ámbito científico, no político».
Estudios previos
Un estudio previo realizado por investigadores del Hospital General de Massachusetts y de la Escuela Médica de Harvard, en Estados Unidos ya señalaba que el número de amigos que se tiene en las redes sociales depende de la amígdala situada en el cerebro. Cuanto más grande es la amígdala cerebral de un usuario de redes sociales, mayor es el número de amigos y familiares con los que éste se relaciona.
Las personas con una ajetreada y amplia vida social parecen presentar un mayor tamaño de la amígdala, independientemente de la edad y del sexo de la persona.
Según explican los científicos, la amígdala evolucionaría en las personas a medida que éstas mejoran su manejo de las redes sociales, y estaría por tanto vinculada al estado mental del ser humano.
En este experimento, que se realizó previamente en primates, se pidió a 58 voluntarios que se sometieran a un escáner cerebral. Los resultados mostraron un vínculo entre el tamaño de la amígdala y la cantidad de contactos de los participantes en las redes sociales.
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