Las posibilidades que brinda internet a través de las redes sociales son indiscutibles y se han convertido en grandes herramientas de negocios y de contacto con viejos amigos y conocidos; pero hoy hay quienes las critican con base en los riesgos que se asumen al compartir tanta información con cientos o, mejor, millones de desconocidos, llegando al punto de publicar la vida y perder la privacidad de la intimidad.
Facebook es uno de los mayores exponentes de esta situación; para muchos se ha convertido en un espacio virtual en el que se invierten varias horas al día para estar al tanto de las noticias de los amigos y familia y para compartir con ellos fotos, frases, videos, música, links, muestras del trabajo, entre otros.
Pero toda esta información que las personas publican, además de las actualizaciones del “estado” en las que la gente expresa cómo se siente, dónde se encuentra, qué necesita, etc. se han convertido en un problema debido a que se borran los límites que separan la vida pública de esa parte privada que caracteriza la intimidad.
Por supuesto, Facebook ha salido muchas veces en defensa de sus normas de seguridad y de privacidad y ha tenido que hacer algunas modificaciones en cuanto a su funcionamiento, ya que se han hecho denuncias públicas de los problemas que han tenido algunas personas con la información que han publicado o con cuentas que han intentado cerrar pero que no han borrado los datos que se habían subido a la red.
Quién usa la información
Thomas Claburn publica un artículo en Information Week comentando la nueva promesa de Facebook en la que se comprometen a que quienes desarrollan las aplicaciones tengan que contar con el permiso de los usuarios para hacer uso de la información personal que estos comparten al jugar con cada aplicación.
Claburn habla de cómo Facebook se había comprometido el año pasado a brindar mayor protección a los menores que hicieran parte de la red social, pero aclara que todavía los peligros que estos corren siguen vigentes, y, como ejemplo, habla de un hombre de 28 años que fue arrestado hace unas semanas en California por utilizar redes como Facebook y MySpace, además de correos electrónicos y mensajes de texto, para incitar a las niñas al sexo.
En el artículo se menciona un ejemplo que puso la American Civil Liberties Union de California del Norte, en el que mostró una aplicación de “quizzes” (pruebas) de Facebook y mostró la cantidad de información que se expone al participar de estos quizzes en línea. Chris Conley, de la ACLU, pidió a Facebook aumentar la fuerza y la efectividad de sus controles de privacidad.
Facebook, por su parte, respondió positivamente e informó que los desarrolladores de aplicaciones deberán contar con el permiso de los usuarios para hacer uso de cualquier tipo de información personal que estos hayan compartido a través de las aplicaciones. Además, los representantes de la red social se comprometieron a ser más claros sobre las diferencias entre la desactivación de una cuenta y su supresión, y a explicar a los usuarios en qué consiste la retención de un perfil como recuerdo visible en las cuentas de los amigos después de la desactivación.
La visión de Facebook sobre la privacidad
A pesar de haber cedido en algunos aspectos para fortalecer los controles de privacidad, representantes de Facebook han expresado sus diferencias de opinión acerca de los riesgos que se corren al utilizar esta red social y de cómo debe controlarse la información.
Es el caso de Tim Sparapani, director de políticas públicas de Facebook, quien dijo que “Darles a las personas más control sobre qué información comparten y con quién es la esencia de cómo pensamos nosotros acerca de la privacidad en Facebook…A medida que las personas van entendiendo mejor cómo se comparte la información y ganando más control sobre ella, se sienten más cómodas y seguras al compartir –ya sean fotos de las vacaciones o una actualización de su estado acerca de cómo se están sintiendo hoy”.
De todas formas, esa visión no es muy aceptada por quienes han sufrido problemas causados por la información que han compartido ni por aquellos que consideran las redes sociales como una enorme violación a la privacidad. Como ejemplo, Claburn recurre al caso del camarógrafo Matt Chapman, quien fue robado y sospecha que los ladrones se guiaron por los datos que publicó en Facebook y Twitter sobre sus planes de viaje para saber de su ausencia y entrar en su casa.
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