La belleza física puede ayudar a conseguir un trabajo, pero sólo si se es hombre, revela un estudio realizado por economistas de la Universidad Ben-Gurión del Néguev, en Israel.
Los resultados de la presente investigación, publicados por la Social Science Research Network (SSRN), una web dedicada a la divulgación de estudios académicos de sociología, han probado que existe un doble rasero en la selección de los “guapos” para los puestos de trabajo, según éstos sean hombres o mujeres.
Primer estudio en el mercado laboral
En un comunicado emitido por la Universidad Ben-Gurión se explica que el estudio consistió en enviar 5.312 pares de curriculum vitae (CVs) a 2.656 anuncios de trabajo de Israel.
En cada par de CVs enviados, uno de los curriculum iba sin foto del interesado, mientras que en el segundo, idéntico al primero, se enviaba una foto, bien de un atractivo hombre o de una atractiva mujer, bien de hombres y mujeres poco agraciados.
Los investigadores midieron las repuestas de las empresas (llamadas o e-mails para concertar entrevistas con los candidatos presentados). En total, la tasa de respuesta fue del 14,5%.
Según explica uno de los autores de la investigación, el profesor del departamento de economía de la Universidad Ben-Gurión, Bradley Ruffle, éste sería “el primer estudio que analiza la discriminación por belleza en el proceso de contratación en el mercado laboral real (en lugar de hacerlo en un mercado de laboral artificial o en un escenario de decisiones hipotético)”.
Resultados obtenidos
La medición de las respuestas obtenidas reveló lo siguiente: los hombres atractivos recibieron una tasa de respuestas del 19,9%, casi un 50% más de media que los hombres poco agraciados.
Esto significa que un hombre guapo necesitaría enviar una media de cinco CVs para conseguir una respuesta de alguna empresa, mientras que los hombres feos tienen que enviar 11 CVs para lograr lo mismo.
Entre las mujeres, sin embargo, la cosa no funciona igual. Según los resultados obtenidos, y al contrario de lo que se cree comúnmente, las mujeres atractivas recibieron menos respuestas que las mujeres no atractivas, y también menos respuestas que las mujeres cuyos CVs no presentaron foto alguna.
Según los investigadores, entre las candidatas, los CVs sin imagen tuvieron la mayor tasa de respuestas, un 22% más alta que la de las mujeres poco agraciadas y un 30% más alta que la de las mujeres atractivas.
Los autores del estudio señalan que “estos resultados acerca de la penalización que se da a las mujeres guapas contradicen la literatura actual sobre el comportamiento de las organizaciones en lo que al atractivo tanto de hombres como de mujeres se refiere”.
A partir de estos datos, los científicos recomiendan que las mujeres atractivas omitan poner sus fotos en sus CVs, ya que éstas podrían reducir entre un 20 y un 30% sus posibilidades de ser contratadas.
Discriminadas por ellas
Otro descubrimiento realizado por el estudio fue el siguiente: el número de mujeres atractivas víctimas de la discriminación varió en función de quien pretendía contratarlas.
Así, cuando los que recibieron los CVs fueron agencias de contratación, las candidatas guapas no fueron tratadas peor que las candidatas feas, y las mujeres atractivas fueron penalizadas sólo modestamente en comparación con las mujeres cuyos CVs no llevaban foto.
Sin embargo, cuando los receptores de los CVs fueron empresas que contrataban a sus empleados directamente, las mujeres atractivas recibieron una tasa de respuesta de casi la mitad que la tasa de respuesta de las mujeres poco agraciadas o de las mujeres cuyos CVs no llevaban foto.
Los investigadores barajaron entonces la idea de que la diferencia podría deberse al gran número de mujeres que trabaja para los recursos humanos de las compañías.
Para verificar esta idea, después del primer experimento se realizó una encuesta a las personas que, en cada empresa, habían filtrado a los candidatos. Estas personas fueron mujeres en un 96% de los casos, jóvenes (de una edad media de entre los 23 y los 34 años) y generalmente solteras (en un 67% de los casos).
Estas características tienden más a asociarse con el recelo hacia competidoras atractivas y jóvenes en el lugar de trabajo, explican los científicos. Según Ruffle, las evidencias obtenidas “sugieren que sería la inquietud de las mujeres por la presencia de mujeres atractivas en el lugar de trabajo la razón más importante de la desventaja de estas últimas en posibles contrataciones”.
Otras desventajas
El presente estudio fue realizado en Israel porque en ese país, explica Ruffle: “poner una foto del candidato en la cabecera de un CV no es tabú, lo que sí ocurre en países anglosajones, como Estados Unidos, Canadá, Australia o el Reino Unido”.
En Israel, la opción de incluir una foto en el CV se deja a la elección de cada candidato. Algunos la añaden y otros no. Este hecho hace de este país un contexto adecuado para el análisis del efecto del atractivo en la posibilidad de encontrar trabajo.
El estudio de los investigadores de la Universidad Ben-Gurión del Néguev analiza uno de los aspectos de la discriminación laboral sufridos por las mujeres. Según el Informe sobre la igualdad entre mujeres y hombres de 2009 de la UE, en Europa, otros elementos de discriminación serían los siguientes: las mujeres trabajadoras están más expuestas que los hombres a situaciones de pobreza, aún existe una distribución desigual de las responsabilidades familiares, y la tasa de empleo de las mujeres que tienen a su cargo niños se reduce en 12,4 puntos, mientras que la de los hombres que se encuentran en la misma situación aumenta en 7,3 puntos.
Por otro lado, aunque la mayoría de los licenciados universitarios de la UE (el 58,9%) son mujeres, su nivel de educación no resulta representativo de su situación en el mercado laboral, ya que existen limitaciones en cuanto al desarrollo profesional de las mujeres, en cuanto a su remuneración y en cuanto a los derechos de pensión acumulados.
Por último, el porcentaje de mujeres que desempeñan funciones de liderazgo en nuestro continente es relativamente bajo. La media europea es del 30%, aunque esta cifra es más baja en la mayoría de los Estados miembros.
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