El debate en torno a la brecha digital en el terreno del uso de Internet y la banda ancha ha sido generado alrededor de las estadísticas de hogares que poseen un ordenador y que han adoptado banda ancha (en otras palabras, la penetración del servicio).
Así, la discusión política y el diálogo en la opinión pública se han basado en la necesidad de incrementar la adopción a partir del aumento de la cobertura tecnológica.
La creencia generalizada es que, si se resuelven los problemas que retrasan la inversión en infraestructura, se resolvería el desafío de la brecha digital, es decir, se podría superar la diferencia socioeconómica entre aquellas comunidades que tienen accesibilidad a Internet y aquellas que no.
Poder y no querer
Sin embargo, y sin negar que existe una cierta relación de causalidad entre inversión y brecha, es importante resaltar que la brecha digital también se produce como consecuencia de la demanda, explica Raúl Katz, director de Análisis de Estrategia del Columbia Institute for Tele-Information (CITI) de Estados Unidos.
En un artículo publicado por Enter, centro del IE Business School para el análisis de la sociedad de la información y las telecomunicaciones, Katz plantea que la brecha digital hunde en parte sus raíces en el lado de la demanda.
La brecha digital de la demanda hace referencia a la diferencia entre los hogares que pueden tener acceso al servicio de banda ancha, pero que no lo compran. Este aspecto de la penetración del servicio ha sido poco estudiado, pero tiene también gran importancia.
El informe de Katz publica cifras que demuestran que el hecho de que una parte importante de la población no acceda a Internet mediante banda ancha no se debe a factores que tienen que ver con la falta de disponibilidad del servicio, explica ENTER en otra nota de prensa.
Por ejemplo, en EE.UU, a principios de 2008, el 96% de los hogares tenía la posibilidad de acceder a banda ancha por medio de cable módem y un 82% a través de DSL. Sin embargo, el 25% de ellos no la solicitó.
Condicionamientos para el acceso
Entre las variables socio-demográficas generales que provocarían la brecha digital de la demanda, el documento de Katz identifica tres principales: la edad, el nivel socio-económico (el coste de la tecnología y del servicio puede ser afrontado según los ingresos de cada hogar) y la educación.
En lo que se refiere a la primera variable, la gente mayor de 65 años suele ser la más reticente a adoptar la banda ancha. En cuanto a la educación, el hecho de no haber superado el ciclo de secundaria parece frenar la aceptación de esta tecnología.
Esta constatación la respalda el ejemplo de Corea, un país en que la banda ancha está completamente generalizada por haber sido llevada al terreno educativo hasta ser convertida en una necesidad educativa del hogar.
La importancia que tiene la variable educativa en el impulso de la adopción de banda ancha es un factor que debe influenciar la adopción de políticas públicas en el terreno educativo y de tecnología de la información y las comunicaciones, afirma Katz.
En lo que se refiere España, según los datos analizados, los factores de tipo socio-demográfico que inhiben la adopción de la informática e Internet serían muy similares: la educación (tener menos de estudios secundarios completos); la edad (ser mayor de 45 años y especialmente, de 65 años); la situación laboral (trabajador sin cualificación, jubilado o ama de casa); y los ingresos (inferiores a 900 euros netos mensuales).
Para más información sobre los inhibidores de la expansión de las TIC en la sociedad española, se puede consultar otro informe realizado por ENTER en 2007.
Falta de interés
Las razones aducidas por los usuarios para explicar su actitud ante la banda ancha serían, fundamentalmente, la falta de relevancia que éstos le ven al servicio. Es decir, que hay usuarios que no lo consideran necesario ni interesante.
Aparte de esta relevancia limitada, los usuarios aducen el precio del servicio y del ordenador como otra de las razones para no acceder a la banda ancha; y también el desconocimiento de la tecnología o la falta de disponibilidad del servicio.
La crisis también esta jugando un papel importante en el lado de la demanda. Así, el Pew Research Center indica que en los últimos 12 meses, el 9% de los usuarios de Internet de Estados Unidos ha cancelado o reducido la suscripción para el servicio de banda ancha debido a la presión económica.
A modo de conclusión, Katz destaca que, sin ignorar que la inversión en infraestructura de banda ancha tiene un papel importante que jugar en la reducción de la brecha digital, lo cierto es que la brecha de la demanda también es un importante factor que se debe tener más en cuenta.
Así, se podrán desarrollar las políticas necesarias para contrarrestar las diferencias. Por ejemplo, en lo referente a la variable educativa, ésta podría ser influenciada por políticas públicas, no sólo de tipo tradicional sino también mediante la educación informal.
Algunos gobiernos, como el sueco y el holandés, han avanzado significativamente en este terreno orientados por políticas de universalización de la banda ancha.
Otros gobiernos, fijándose en la variable económica de inhibición de la generalización de la banda ancha, han querido atender la necesidad de crear empleo a corto plazo, asignando para ello recursos de inversión para el desarrollo de accesos para hogares no servidos.
En cualquier caso, la comprensión de ambos aspectos de la brecha digital permitirá tomar decisiones de política pública basadas en aquellos objetivos que se intenta maximizar, termina Katz.
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