Hace ya tiempo que la Web comenzó a transformar la sociedad y cambiar nuestras vidas. De una forma cada vez más global, cada uno de los aspectos que conforman éstas en el mundo físico encuentran su contrapartida en el mundo virtual, y las redes sociales, la blogosfera, las enciclopedias participativas y otros espacios de comunicación e interacción entrelazan crecientemente ambos mundos dando lugar a un complejo escenario.
Bajo la World Wide Web y los millones de páginas que tocan todos y cada uno de los aspectos de la vida moderna, de las que dependen los trabajos de cada vez más y más personas, y en las que se asienta una extensa área de actividad en ámbitos tan socialmente relevantes como los medios de comunicación, la banca o el cuidado de la salud, subyace un espacio construido por lenguajes y protocolos especificados, un espacio susceptible de ser analizado científicamente.
Predecir el futuro
Pero la ciencia va más allá y por medio de una nueva rama, la Ciencia de la Web, estudia no sólo la ingeniería subyacente, sino cómo surgen y se desarrollan a partir de ella los espacios emergentes en que tiene lugar, online, ese complejo y gigantesco cúmulo de interactividad humana.
Por ello la Ciencia de la Web es una investigación necesariamente multidisciplinar que implica no sólo a las matemáticas, la física y las ciencias computacionales. Dados sus objetivos de modelar la estructura de la Web, articular sus principios arquitectónicos y desvelar los mecanismos que conducen las interacciones humanas que tienen lugar en ella, involucra también a la psicología, la sociología, las ciencias políticas e incluso la ecología o el derecho.
Nos lo explican Nigel Shadbolt, profesor de inteligencia artificial en la Universidad de Southampton (Inglaterra) y jefe de tecnologías de la Web Semántica en la empresa Garlik Ltd., y Tim Berners-Lee, creador de la World Wide Web y director del World Wide Web Consortium, en un reciente artículo publicado por Scientific American.
Ambos crearon junto a otros colegas del MIT y de la Universidad de Southampton esta nueva rama de la ciencia en 2006, para estudiar las mencionadas cuestiones y tratar de predecir los nuevos fenómenos que aún están por llegar.
Dirigir la información
Los autores citan el caso de los creadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, que aplicaron elegantes fórmulas matemáticas y sofisticados algoritmos para explotar la recursividad en la categorización de las páginas Web, como ejemplo de que ésta puede ser analizada y entendida, y puede y debe ser sometida a ingeniería, que son precisamente los propósitos de la Ciencia de la Web.
Otro ejemplo fue el análisis, partiendo de la teoría de grafos, de la estructura de la Web que concluyó que ésta era, al contrario de lo que muchos pensaban, una red libre de escala, es decir, las páginas web no tienen una media similar de links partiendo hacia y desde ellas. Por el contrario, unas cuantas páginas tienen un gran número de otras páginas linkeadas a ellas, mientras que un número mucho mayor de páginas tienen sólo unas cantas páginas linkeadas.
Esto tiene importantes implicaciones para la seguridad de la red, prácticamente inmune al borrado aleatorio de nodos pero susceptible de un significativa desintegración si los nodos más altamente conectados son atacados selectivamente. Conseguir una redundancia sustancial en el ruteado de información a través de la red es pues una necesidad para equilibrar el tráfico y lograr mayor resistencia a los ataques.
Este análisis llevado a cabo sobre la Web fue ejercido posteriormente sobre otras redes y ha contribuido a la mejora de los modelos de transmisión de enfermedades infecciosas, así como a un mejor entendimiento de las interacciones proteínicas en el ámbito de la biología.
Intermediarios y trayectorias
Otras tareas de investigación, que se han centrado en el estudio de intermediarios y trayectorias –y mediante las cuales sabemos por ejemplo que, incluso contando con la inmensidad de la Web, es necesario un número máximo de 14 clicks para ir de una página a cualquier otra– concluyen que la red por sí sola no lo es todo, y que las redes properan sólo a la luz de las acciones, estrategias y percepciones de los individuos alojados en ellas.
Muy interesantes son los estudios sobre pequeñas innovaciones técnicas que resultan en amplios fenómenos sociales, como es el caso de la blogosfera. Siguiendo la pista a más de cien millones de blogs con sus motores de búsqueda, David Sifry ha obtenido muy relevantes pistas y respuestas a cuestiones como su explosivo crecimiento a partir de la introducción de muy simples mecanismos, como TrackBack. Mediante las notificaciones de TrackBack a los blogs originales que son mencionados se explica la emergencia de conversaciones y redes de individuos interesados en temas particulares.
Sofisticadas herramientas, técnicas de medición y conjuntos de datos son desarrollados para seguir la pista a la difusión de los temas en la blogosfera. Por ejemplo Matthew Hurst, analista de medios de comunicación de Microsoft Live Labs, mostró tras una gran recolección de datos que un link o mención realizada en un superblog –los más másivamente populares– referente a un blog corriente, garantiza a éste una gran cantidad de tráfico.
Éste y otros estudios procuran un importante conocimiento acerca de los mecanismos de la blogosfera y pueden hacer de ella un poderoso medio para la difusión de ideas, la evaluación del impacto de una iniciativa política o el posible éxito del lantamiento de un producto comercial.
Web Semántica
La emergencia de la Web Semántica, una red de datos sustentada en una elegante y poderosa ingeniería, que permitirá búsquedas mucho más precisas que cualquier buscador actual, es otro de los fascinantes objetos de estudios de la Ciencia de la Web.Técnicas de Web Semántica permiten preguntar por todos los jugadores que viven en Moscú o requerir los nombres de todos los alcaldes de ciudades de los EEUU que se hallen a una altitud de más de 1.000, y conseguir una respuesta exacta.
El robo de identidades, la ciberamenaza, el espionaje digital son algunos de los retos de futuro a los que tendrá que hacer frente la Ciencia de la Web, que pretende para ello el entrenamiento de un cuadro de investigadores, desarrolladores y usuarios de un amplísimo rango de habilidades y disciplinas.
La Ciencia de la Web extrae el concepto de plasticidad de disciplinas tan aparentemente lejanas a su ámbito como las neurociencias, pero la plasticidad, como el resto de la analogía, no es sino otro indicio de la orientación multidisciplinar de aquélla: el cerebro y el sistema nervioso crecen y se adaptan a lo largo de nuestras vidas formando y borrando conexiones entre las neuronas –las células cerebrales que actúan como nodos en nuestra red neural. Los cambios en las conexiones ocurren en respuesta a la actividad de la red, incluyendo al aprendizaje, el desuso y la edad.
Difícilmente podría encontrarse una comparación más adecuada. En ambos casos –cerebro y web–, de un avanzado sistema de ingeniería físico emergen sin cesar cada vez más plásticos, complejos e inabarcables procesos de conciencia y comunicación.
Hacer un comentario