El desarrollo psicológico de los bebés depende también del estado anímico del padre. Aunque la inmensa mayoría de los estudios realizados hasta ahora de la llamada “depresión post parto” se han centrado en las madres, una investigación llevada a cabo por Paul Ramchandani, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford, ha abierto un nuevo capítulo en el conocimiento del desarrollo de los bebés, incluyendo al padre en el esquema familiar y su influencia en las aptitudes y actitudes del niño.
El estudio lo publica en su edición de junio la revista The Lancet y en su desarrollo también han colaborado especialistas de las universidades de Bristol (Gran Bretaña) y Rochester, en Estados Unidos.
Lo que ha descubierto esta investigación es que el estado emocional de los padres, y no sólo el de la madre, tiene un efecto en los bebés, hasta tal punto que condiciona su desarrollo. La depresión posparto puede afectar tanto al padre como a la madre de un recién nacido.
Investigaciones anteriores han determinado que la depresión posparto en las madres puede afectar al modo en que tratan a sus bebé, lo que lleva a problemas en el desarrollo del niño. Ahora sabemos también que la depresión posparto en los padres contribuye a crear problemas emocionales y de comportamiento en los niños, particularmente en los varones, descubrió la investigación.
Más sobre los varones
Por otro lado, se descubrió que el malestar de los padres afecta considerablemente más a los varones que a las niñas. De hecho, sólo unas pocas de las niñas estudiadas acusaban este estado del padre. En aquellas familias en que los padres habían sufrido depresión después del nacimiento del bebé, los niños varones tenían el doble de posibilidades de tener problemas emocionales y de comportamiento según iban creciendo.
El estudió se basa en datos de más de 13.300 madres y de 12.800 padres y de sus estados depresivos a las ocho semanas del nacimiento de sus respectivos bebés. Los padres fueron analizados de nuevo 21 meses más tarde y los niños a su vez fueron estudiados a los tres años y medio.
Su conclusión es que la depresión postparto podría condicionar la capacidad de los padres tanto para atender a sus niños adecuadamente, como de asumir otras funciones familares, por lo que recomienda prestar mayor atención a los padres después del parto de su esposa para evitar problemas en sus hijos cuando crezcan.
Nuevas preguntas
De esta investigación se desprenden nuevas preguntas: ¿por qué se produce la depresión en los padres? ¿Cómo afecta ésta a la relación del padre con su hijo y de qué manera el niño necesita para su desarrollo de esta relación?
La relación de los padres con sus bebés es muy importante. Cada vez más, jóvenes parejas pretenden cuidar juntos a sus bebés. En Finlandia, por ejemplo, los padres pueden tomarse tres semanas en el trabajo con una parte de su sueldo pagado inmediatamente después de que nazca su hijo o más tarde, durante la infancia, con el fin de que participe en su crianza. En 2003, el 68% de los padres finlandeses aprovechó esta oportunidad para estar cerca de sus hijos.
Anteriores estudios han demostrado que la implicación del padre en la crianza durante los dos primeros meses del bebé depende mucho de la calidad de la relación de la pareja y de la relación del padre con su suegra. Esto significa que las mujeres se siguen encargando más de la crianza y que los padres tienen que luchar incluso dentro de los hogares para convertirse en parte integrante del grupo que cuida a los bebés.
Instinto paternal
Los padres son a menudo mantenidos al margen de la crianza con el argumento de que carecen del “instinto maternal”, que es considerado una cualidad innata de las madres, a las que se supone más sensitivas frente a las necesidades de los bebés que los padres.
Sin embargo, los especialistas aseguran que los padres y las madres tienen una capacidad similar de mantener una interacción continua con sus hijos. La investigación de Ramchandani y sus colegas ha confirmado que los niños también son sensitivos hacia sus padres, y que necesitan del buen estado anímico de ambos para su correcto desarrollo.
Desde siempre, el papel del padre ha estado centrado en aportar a sus hijos la seguridad económica y social necesaria para su crecimiento, mientras que a la madre se le otorgaba la función del apoyo familiar y emocional necesario durante la infancia. Por lo tanto, no se le ha dado importancia a la labor emocional de los padres en el desarrollo de los niños, aunque ahora se ha descubierto que verdaderamente la tiene.
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