El ser humano y la máquina se enfrentan a un pulso constante que parece estar cada vez más equiparado. Poco a poco, los ordenadores toman decisiones para las que antes requerían ayuda, e incluso son capaces de superar a un jugador profesional de Go, el juego de estrategia más antiguo del mundo. Sin embargo, aún no han vencido; todavía existen habilidades humanas que siguen siendo superiores en algunas áreas.
Esta es una de las conclusiones de un estudio reciente realizado por el físico danés Jacob Sherson. «Características que solían ser exclusivamente humanas ya son compartidas con algoritmos. Pero todavía hay diferencias entre las capacidades de un hombre y una máquina», explica Sherson.
Una de ellas la ha encontrado junto a su equipo de investigación en la Universidad de Aarhus : la habilidad humana para enfocar los problemas de forma heurística y resolverlos de manera intuitiva. Y precisamente la detectaron mientras trabajaban para transferir algunos rasgos humanos a la forma en que funcionan los algoritmos.
Según explica la universidad en un comunicado, el equipo mapeó cómo el cerebro humano es capaz de tomar decisiones basadas en la intuición y la experiencia acumulada. Para ello, se valió de los resultados en el juego online Quantum Moves, en el que participaron más de 10.000 personas que, de esta forma, contribuyeron a la investigación de la física cuántica.
Esta augura inmensos avances tecnológicos en áreas que van desde la informática a las mediciones de alta precisión. Sin embargo, los problemas son tan complejos que incluso resultan imposibles para los superordenadores más potentes. Pero si el hombre utiliza la máquina para facilitar sus tareas, ¿por qué no hacerlo al revés? Esa es la premisa de los investigadores daneses, combinar la potencia de procesamiento de los ordenadores con el ingenio humano.
Experiencia e intuición
«El mapa que hemos creado nos da una idea de las estrategias del cerebro humano. Nos comportamos de manera intuitiva cuando tenemos que resolver un problema desconocido, algo que para un ordenador es incomprensible”, subraya Sherson. Así, mientras el ordenador busca solución entre enormes cantidades de información, una persona puede decidir no hacer algo en base a su experiencia o intuición.
Las leyes de la física cuántica dictan un límite de velocidad para la manipulación de datos, que a su vez establece el límite máximo de la potencia de procesamiento de los ordenadores cuánticos, es decir, el límite de la velocidad cuántica. Hasta ahora se usaba un algoritmo para identificar ese límite, pero los investigadores han detectado que se puede hacer mucho mejor con la contribución humana a través del juego.
En el mismo, los participantes resuelven un problema muy complejo creando estrategias simples. Cuando el ordenador acaba con todas las opciones disponibles, los jugadores buscan automáticamente la mejor solución por intuición. De esta forma, el equipo encontró características comunes en las soluciones de los jugadores. Por ello pretenden entrenar a los ordenadores para que reconozcan esas opciones como buenas y aprendan a concentrarse en esas áreas, obteniendo así cálculos mucho más rápidos.
De momento les ha funcionado, demostrando que se puede romper la barrera de la velocidad cuántica combinando cerebro y chips.
Ciencia ciudadana
Con este método se consigue acercar la ciencia al ciudadano. Algo que se ha fomentado durante los últimos años a través de la denominada ciencia ciudadana, un fenómeno que tira las paredes del laboratorio para invitar a todo el que quiera contribuir.
En este caso, la Universidad de Aarhus utiliza juegos para involucrar a la gente en la investigación de forma voluntaria. Una fórmula de ocio de lo más cotidiana que tiene potencial para convertirse en un recurso muy valioso para la ciencia.
Y es que si las acciones intuitivas han demostrado ser compatibles con las mejores soluciones informáticas en el juego Quantum Moves, los investigadores se plantean explorar muchos otros problemas con ayuda de esa intuición humana.
«Nuestro trabajo es ante todo un gran paso para comprender los retos de la física cuántica. No sabemos si esto puede transferirse a otros problemas, pero definitivamente es algo en lo que trabajaremos duro en los próximos años para resolverlo», asegura Sherson.
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