Resucitar virtualmente a los muertos mediante identidades digitales elaboradas con el historial de vida y con la ayuda de la Inteligencia Artificial se consolida como una industria innovadora: la inmortalidad digital.
Microsoft es el último de la lista: ha registrado una patente para que, a través de la tecnología, las personas puedan mantener desde casa un diálogo artificial con seres queridos ya fallecidos.
Sería un robot conversacional (chatbot), una aplicación informática que simula mantener una conversación con una persona al proveer respuestas automáticas.
A los chatbots los conocemos (y tememos también) porque algunas de las webs que visitamos disponen de estos robots, que tienen respuestas idénticas para preguntas similares. A veces son desesperantes.
IA para hablar con los muertos
Lo que pretende Microsoft es crear un chatbot con la ayuda de la Inteligencia Artificial (IA) que imitaría a parientes fallecidos para que podamos mantener una mensajería instantánea (chat) con un ser querido que nos ha dejado.
La IA, a través del aprendizaje automático, se encargaría de recopilar toda la información personal sobre ese ser querido a partir del rastro que ha dejado en Internet, particularmente en las redes sociales.
Con esa información, la IA arma el perfil de la persona fallecida, bastante aproximado a lo que manifestó en vida: con una tecnología ya perfectamente implantada, podría a continuación chatear con los seres queridos.
La patente menciona el uso de modelos 2D o 3D de personas específicas generados por fotos o datos de video, lo que sugiere que ese imitador virtual de un familiar desaparecido puede participar en una videoconferencia.
Incluso sería posible dotarlo de una apariencia física (en realidad, virtual) semejante al fallecido, que intervendría en la videoconferencia cuando se presentara la oportunidad, siempre en un marco prefabricado.
Reencuentro familiar ilusorio
La de Microsft no es la primera iniciativa que explora la posibilidad de desarrollar tecnologías capaces de “resucitar” artificialmente a los seres queridos y de volver a comunicarse con ellos.
En 2019, la realidad virtual consiguió que una madre surcoreana compartiera un rato con su hija de seis años que había fallecido víctima de una enfermedad incurable.
En un entorno simulado, la madre pudo “abrazar” a su hija, hablar con ella e incluso celebrar su cumpleaños con una tarta y velas.
La experiencia necesitó ocho meses de preparación, que incluyó el diseñó informático del parque virtual donde se iba a desarrollar el encuentro, y el uso de otra niña que sirvió de modelo para replicar sus movimientos, gestos faciales y la voz, en la imagen virtual que daba vida a la hija desaparecida.
Taylorismo trascendente
El proceso industrial acerca de las posibilidades de esta tecnología no ha hecho más que comenzar.
La empresa de California HereAfter AI ha desarrollado una plataforma revolucionaria que permite a sus clientes guardar el historial familiar y compartirlo de forma interactiva.
A continuación, la plataforma inteligente crea un avatar conversacional para compartir interactivamente sus historias y fotos. “Es una cápsula del tiempo personalizada que habla”, dicen sus creadores.
A medida que se recopilan las historias de una persona, se etiquetan. Mediante el uso de software de reconocimiento de palabras integrado en IA y de algoritmos de aprendizaje automático, las palabras y frases de la persona seleccionada se relacionan con las palabras y frases formuladas en una pregunta.
De esta forma, después de que ese ser fallezca, los familiares conservan vivo su recuerdo y pueden interactuar con él de una forma similar a cuando estaba en vida. El eslogan de la empresa es Nunca pierdas a un ser querido.
Recuerdos para siempre
Otra empresa similar es Eternime, el clon inmortal de bits y bytes. En realidad, se trata de una red de avatares inteligentes que preservan para la eternidad los pensamientos, historias y recuerdos de las personas, según se explica en su web.
Los allegados de esos avatares hablan con ellos todos los días y de esa forma permiten construir la biblioteca biográfica interactiva más grande de la historia, con un conocimiento similar al humano y una IA totalmente impregnada de los pensamientos humanos, según se explica en su presentación. El eslogan de esta empresa es parecido al de HereAfter: El avatar de IA conserva tus recuerdos para siempre.
Hay otra iniciativa, Fable Studio, que todavía va más lejos en esta trayectoria hacia el más allá virtual: puede convertir un avatar, creado a partir de la información de una persona, en un holograma que regresa a la vida, como si fuera un espectro, para hablar de nuevo con sus seres queridos.
Reservas relativas
Debido a las implicaciones, tanto legales como psicológicas, de estas propuestas, todavía está por demostrar que tengan mercado y recorrido social.
Michael Graziano, profesor de psicología en la Universidad de Princeton, donde dirige el Centro de Neurociencia, plantea una perspectiva práctica de estas iniciativas: no hay nada «inherentemente malo» en querer mantener vivos los recuerdos, dice en declaraciones a Dell Technologies.
«Tenemos una cultura vigorosa de personas que han muerto, pero permanecen en línea, ya que sus fotos y comentarios aún residen en Facebook, Instagram y YouTube», explica.
“Como sabemos que la persona se ha ido, aceptamos el equivalente virtual de lo que es: un vestigio reconfortante. No tiene nada de malo o poco ético», concluye.
El regreso de los muertos
Ese horizonte, culturalmente hablando, no está tan lejos: la productora independiente Magic City Films ha resucitado a James Dean, fallecido en 1955, con un papel protagonista en la película Finding Jack, producida en 2020 utilizando imágenes digitales de cuerpo completo, así como metrajes históricos y fotos existentes del famoso actor.
Según Wired, estamos a las puertas de volver a ver celebridades desaparecidas en las pantallas de cine y de televisión, resucitadas también por la magia de la tecnología.
La resurrección, que forma parte de los dogmas en multitud de credos de todo el mundo, abandona los recintos sacrosantos de los mitos y se seculariza de la forma más inesperada en pleno siglo XXI.
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