Una serie de simulaciones informáticas desarrolladas por investigadores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, han proporcionado un nuevo apoyo a la llamada “hipótesis de la abuela”, que defiende que los humanos evolucionaron hacia una mayor esperanza de vida que otros primates porque las abuelas de nuestra especie alimentaron a sus nietos.
A raíz de estos resultados, la principal autora de la investigación, Kristen Hawkes, profesora de antropología de dicha Universidad ha afirmado que «las abuelas fueron el primer peldaño hacia el desarrollo de lo que somos actualmente”.
Según publica la Universidad de Utah en un comunicado, las simulaciones realizadas indicaron que con solo un poco de cuidado de las abuelas, animales con una esperanza de vida similar a la de los chimpancés evolucionarían en menos de 60.000 años hasta tener la misma esperanza de vida que los humanos.
Más concretamente, entre 24.000 y 60.000 años después de que las abuelas pasasen a cuidar a sus nietos, las criaturas de la simulación llegaron a vivir hasta 49 años tras alcanzar la edad adulta, igual que los humanos.
Detalles de la hipótesis
A medida que nuestros ancestros humanos evolucionaron en África, durante los últimos dos millones de años, su entorno fue cambiando para volverse más seco y con menos bosques (en los que, antes, los niños recién destetados podían recoger y comer frutas carnosas por su cuenta).
«Así que las madres tuvieron dos opciones: seguir a los bosques en su retirada -ir allí donde los alimentos para los pequeños estaban al alcance de estos- o seguir alimentando a las crías tras el destete. Pero esto suponía un problema para las madres, porque significaba que no podían mantenerse con sus hijos mientras les buscaban el alimento”, explica Hawkes.
En este momento entran en juego las abuelas: de esta situación surgiría la necesidad de que las pocas hembras cuya edad reproductiva estaba terminando pasasen a intervenir y a ayudar, por ejemplo desenterrando tubérculos similares a la patata o rompiendo para sus nietos la dura cáscara de algunos frutos secos.
Cuando las abuelas comenzaron ayudar a alimentar a sus nietos tras el destete de estos, sus hijas pudieron producir más hijos en intervalos más cortos, los niños empezaron a ser destetados antes y tardaron más en poder alimentarse por sí mismos y en alcanzar la edad adulta.
Por último, unas pocas hembras ancestrales que vivieron el tiempo suficiente para llegar a ser abuelas pasaron sus genes de longevidad a más descendientes, que ganaron en consecuencia una mayor esperanza de vida.
Aquellos primates que empezaron a explotar recursos alimenticios que las crías no podían manejar por si solas y que necesitaron la ayuda de las abuelas evolucionaron hasta convertirse en los seres humanos actuales.
La abuela antes que el aumento del cerebro
Esta ‘hipótesis de la abuela’ fue propuesta formalmente por Hawkes en 1997, y ha sido objeto de debate desde entonces. Para tratar de darle una consistencia matemática, Hawkes realizó esta investigación con el biólogo matemático Peter Kim, de la Universidad de Sydney, y con James Coxworth, un estudiante de antropología de la Universidad de Utah.
De esta simulación se ha desprendido otro aspecto interesante: Dado que esta no tuvo en cuenta ciertas variables -como el tamaño del cerebro de las criaturas de la simulación o el efecto de la actividad de la caza en su evolución- ha servido para constatar que la prolongación de la vida de dichas criaturas pudo darse gracias al papel de las abuelas, e independientemente de otras variables.
En este sentido, Hawkes cree que el cambio hacia una vida adulta más larga propiciado por el cuidado de las abuelas habría sido “lo que subyació a posteriores transformaciones en la evolución humana, incluido el hecho de tener un cerebro cada vez mayor”.
Por último, la investigadora señala que el “cuidado de las abuelas nos dio el tipo de crianza que nos ha hecho más dependientes los unos de los otros socialmente y propensos a llamar la atención de los demás”: gracias a ellas las madres ancestrales tuvieron más hijos, y ellos tuvieron que compartir su atención con sus hermanos, algo que no hicieron las crías de otros primates. Los resultados de esta investigación han aparecido detallados en la revista Proceedings of the Royal Society B.
Referencia bibliográfica:
Peter S. Kim, James E. Coxworth y Kristen Hawkes. Increased longevity evolves from grandmothering. Proc. R. Soc. B. October 2012. doi:10.1098/rspb.2012.1751.
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