Ocho de cada diez personas de los países más pobres de la Tierra señalan que son felices y que esto se debe especialmente a los fuertes lazos afectivos que les unen a sus familiares, según un estudio realizado en Bangladesh por un equipo de investigación británico. En los países occidentales, parece que valoramos mucho el logro de nuestros objetivos personales y profesionales para poder sentirnos felices. Sin embargo, este estudio señala que en Bangladesh y otras zonas del sudeste asiático el origen de la felicidad para las personas está en otra causa: la calidad de sus relaciones personales.
Bangladesh es uno de los lugares más pobres y con mayor densidad de población del planeta. Sin embargo, el nivel de satisfacción y felicidad de sus habitantes es mayor que en otros países en los que la renta per cápita es inmensamente superior a la de estas personas. El estudio ha sido realizado por el equipo de investigación ESRC Wellbeing in Developing Countries (WeD de la Universidad de Bath, que ha difundido un comunicado sobre la investigación. El equipo que ha desarrollado el estudio se dedica a estudiar la pobreza, la desigualdad y la calidad de vida de los países desarrollados.
Comprender a otros, y aprender
Con este trabajo de campo se ha intentado dar una explicación al menos parcial de por qué no han prosperado las ayudas al desarrollo en la zona en los últimos años, ayudas que podrían aportar beneficios económicos a los pobladores de la región.
El ESRC Wellbeing in Developing Countries (WeD) trabaja en la actualidad con algunas de las comunidades más pobres del mundo (en Etiopía, Perú y Tailandia, además de en Bangladesh), en un intento de aumentar la comprensión acerca de los factores que influyen en la obtención de calidad de vida y bienestar en estas regiones deprimidas del planeta.
Este conocimiento, señalan los especialistas, será esencial para aplicar una ayuda al desarrollo en dichas regiones que resulte efectiva. Los estudios acerca de la calidad de vida son una de las herramientas que sirven para ilustrar la importancia de los roles sociales, culturales y políticos que influyen en el bienestar general de los individuos que viven en estas regiones.
Con la intención de comprender a los otros, se ha realizado el estudio sobre la población de Bangladesh, de cinco años de duración, que en su primera fase ha estado centrado en el estudio de la calidad de vida en seis localidades del país, dos de ellas rurales, otras dos de la periferia de las ciudades y, por último, dos localidades urbanas. Las personas a las que se les hicieron los cuestionarios fueron escogidas por su género, edad (entre 18 y 45 años), sus creencias religiosas (el 85% de ellos eran musulmanes y el 15% restante hinduistas), y por su estatus socio-económico.
Una red bien avenida
Los resultados hablan por sí mismos: el 79% de los encuestados afirmaron que eran felices, y un 38% que eran “muy felices”. En una zona en la que la pobreza impera, los investigadores señalaron que la red familiar y social es la responsable de que los individuos se sientan más o menos a gusto con sus vidas.
Esta investigación acerca de la calidad de vida de la gente de Blangadesh ha puesto de relieve algunas características que, al parecer, suponen un seguro de felicidad vital. Así, los analistas descubrieron, por ejemplo, que las madres mayores reciben un trato afectivo, tanto por parte de sus hijos como de sus nueras, así como apoyo económico, de manera que no quedan desvalidas después de haber dedicado toda su vida a la crianza de los hijos.
Por otro lado, a nivel social se considera que la participación de los dos miembros de una pareja, así como el hecho de consultar al compañero o compañera, en la toma de decisiones son buenos indicadores de la existencia de un matrimonio feliz. En lo que se refiere también a la pareja, para una mujer joven la relación más crucial de su vida es la que mantiene con su marido.
El marido, por su parte, se ocupa de cubrir las necesidades tanto de su esposa como de sus hijos, y es respetuoso y reconoce las capacidades de su mujer, que asimismo debe relacionarse bien con las mujeres de la familia de su compañero: madre, hermanas y cuñadas.
En todos los casos, estas personas relacionan la felicidad con el deseo de ser respetados e influyentes en sus relaciones familiares. Los hombres mayores valoran la capacidad de participar e influir en los asuntos que afectan a la comunidad.
Las relaciones interpersonales de las familias tienen tanta importancia para estas personas que, incluso cuando pasan hambre, se siguen sintiendo felices, simplemente por la armonía que reina en el grupo. Da que pensar si no se impone un intercambio en las ayudas: los países avanzados podrían llevarles a ellos ciertos conocimientos sobre el desarrollo, y ellos podrían enseñarnos su escala de valores, su forma de ver y vivir la familia, y su capacidad de ser felices en cualquier situación.
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