La idea de que sentirse bien puede tener un efecto positivo en la salud no es nueva, ¿pero es cierta? Un artículo reciente publicado en la revista Current Directions in Psychological Science, de la Association for Psychological Science (APS) de Estados Unidos, analiza esta cuestión, a partir de la revisión de los estudios existentes sobre el efecto de las emociones positivas en la salud de los ancianos.
El autor de esta revisión ha sido Anthony Ong, un psicólogo e investigador de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, especializado en el estudio de los recursos emocionales, cognitivos y culturales que utilizan las personas para adaptarse a las circunstancias adversas de la vida, a medida que envejecen.
El valor de una actitud positiva
Según explica Ong en un comunicado de la APS: “Todos envejecemos. Sin embargo, es cómo envejecemos lo que determina la calidad de nuestra vida”.
En ese proceso, los datos de los estudios revisados por el psicólogo señalan que las emociones positivas realmente son un potente antídoto contra el estrés, el dolor y la enfermedad.
Ong afirma que una actitud positiva puede proteger contra una mala salud en la tercera edad, de diversas formas. Por ejemplo, las personas más felices tienden a afrontar la vejez de manera preventiva, haciendo ejercicio regularmente o cuidando su descanso nocturno.
Por otro lado, este tipo de individuos es más propicio a evitar comportamientos insanos, como el tabaco. Los beneficios de ciertas elecciones en el estilo de vida cobran mayor importancia en la vejez, época en que los cuerpos se vuelven más susceptibles a la enfermedad.
Envejecimiento individual
Y, además, una visión optimista ayuda a combatir el estrés, que se sabe es un factor de riesgo de padecer numerosas enfermedades.
Según diversos estudios, los individuos con emociones positivas más fuertes presentan niveles más bajos de sustancias químicas asociadas con inflamaciones vinculadas al estrés. Por tanto, adoptando una actitud positiva, afirma Ong, la gente puede evitar incluso algunos de los daños físicos ocasionados por el estrés.
En definitiva, el bienestar psíquico puede influir en el proceso de envejecimiento, en el que se produce un declive gradual del sistema neuroendocrino, el sistema cardiovascular y el sistema inmune, escriben los investigadores en Current Directions in Psychological Science.
Este declive contribuye a aumentar el riesgo de enfermedad y mortalidad, pero resulta importante comprender que las alteraciones de los procesos fisiológicos derivadas de la edad no son invariables: existirían diferencias en el grado de vulnerabilidad y en la resiliencia (capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas), que dependen de cada individuo y de su propia capacidad para sentirse bien.
Otras ventajas
Los ancianos no serían los únicos en beneficiarse de las emociones positivas.
Según un artículo anterior sobre los trabajos de Anthony Ong, publicado por la Universidad de Cornell, las emociones positivas pueden ayudarnos, en general, en cuatro aspectos de la vida.
En primer lugar, las emociones positivas pueden servir para recuperarnos de emociones negativas, e incluso de los efectos de éstas sobre el organismo.
En pruebas realizadas en laboratorio, Ong descubrió que las emociones positivas favorecían una recuperación cardiovascular más rápida del daño producido por emociones negativas y que, además, estas emociones fomentaban la superación de momentos críticos de la vida, como el de la pérdida de un ser querido.
En segundo lugar, Ong afirma que las emociones positivas aumentan la capacidad de atención y de reflexión, algo que han demostrado los estudios llevados a cabo por otra psicólogo de la Universidad de Cornell, Alice Isen, durante dos décadas de investigación.
En tercer lugar, las emociones positivas fomentan también la resiliencia psicológica, es decir, mejoran nuestra capacidad de afrontar experiencias negativas; y, en cuarto lugar, estas emociones generarían bienestar emocional y físico.
Cinco vías hacia el bienestar
Para Ong, no se puede negar que las emociones positivas tienen un valor como recurso de adaptación y que, por tanto, resulta importante estudiarlas para entender y potenciar nuestros medios de desarrollo y florecimiento.
En cuanto al modo de fomentar este tipo de emociones a nivel individual, Ong aconseja cinco maneras de hacerlo. Una de ellas es tratar de encontrarle sentido a la vida cotidiana, revisando los acontecimientos adversos desde una perspectiva positiva, dándole un valor positivo a los sucesos cotidianos y proponiéndonos objetivos realistas.
La segunda vía es explorar técnicas de relajación que favorezcan la calma interior. Asimismo, Ong recomienda conectar con otras personas para despertar en nosotros emociones positivas, y realizar actividades que nos parezcan intrínsecamente motivadoras.
Por último, el cuidado personal también favorece la actitud positiva: una buena alimentación, un buen descanso y el ejercicio físico regular, son factores que favorecen no sólo el bienestar físico, sino también bienestar psíquico.
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