Una reciente investigación realizada por la socióloga Patricia van Echtelt, del Instituto Holandés de Investigación Social, y sus colaboradores señala que, en la actualidad, muchos hombres se ven obligados a trabajar más de 40 horas extra a la semana (a menudo no remuneradas) para seguir siendo competitivos.
Por su parte, las mujeres hacen frente al mismo nivel de presión laboral, apunta el estudio, pero las obligaciones familiares suelen forzarlas a trabajar menos horas semanales, lo que implica un aumento del riesgo de perder su estatus en el trabajo e, incluso, de ser despedidas.
Vuelta al modelo masculino tradicional
Toda esta situación va en detrimento, no sólo de la calidad de vida de las familias, sino también de la igualdad laboral entre géneros, aseguran los investigadores.
Según explican en un artículo aparecido en la revista Gender & Society, este modo de organización social y laboral, en el que se trabaja más horas que antes, lejos de reducir las diferencias entre ambos géneros, reproduce y exacerba el modelo masculino tradicional de trabajo.
Los resultados de esta investigación se suman a un creciente número de evidencias de que el aumento de la competitividad en los lugares de trabajo, combinado con las prácticas de negocio modernas, está dando lugar a niveles sin precedentes de horas extra, que en realidad ni siquiera son productivas a largo plazo, publica EurekAlert.
Esta situación, afirma Echtelt, no favorece que los hombres y las mujeres que pretenden reconciliar vida laboral y familiar consigan su objetivo. Las mujeres, en esta situación, parecen llevarse además la peor parte.
Todo este esfuerzo realizado por ambos sexos parece, por otro lado, que no sirve para mucho. Según Echtelt, los estudios realizados hasta ahora demuestran que trabajar muchas horas ni siquiera aumenta la productividad y la efectividad, y que por tanto no contribuye a cubrir las necesidades de los empresarios, aunque sí a minar el bienestar de los empleados.
La mujer trabaja dentro y fuera
En su investigación, Echtelt y sus colaboradores analizaron los hábitos de trabajo de un total de 1.114 empleados holandeses (hombres y mujeres).
Los investigadores señalan que el estudio se centró en Holanda porque éste es un país donde el apoyo externo a las familias -por ejemplo, en el cuidado de los hijos- no alcanza a cubrir toda la demanda existente. Sin embargo, los sociólogos afirman que los resultados obtenidos podrían aplicarse a otros países.
Entre todos los participantes en la encuesta realizada, el 69% de los hombres hacía horas extra, frente al 42% de las mujeres. El tiempo extra que estas mujeres dedicaban a su trabajo, sin embargo, era un tercio menos que el que empleaban los hombres.
Esta diferencia se debe a la tendencia de las mujeres a estar más implicadas en el trabajo familiar que los hombres. Este hecho les impide dedicarse al trabajo tanto tiempo como sus iguales varones.
La consideración acerca de las responsabilidades familiares no es la misma en hombres que en mujeres, ni siquiera entre los hombres que comparten las tareas del hogar. Éstos sienten que están “ayudando” a sus mujeres, no que estas tareas sean su responsabilidad principal, explica Echtelt.
Descenso laboral para las mujeres
La situación de presión laboral no ayuda a que estas posturas se modifiquen, sino que aumenten. Sin embargo, no parece que la cosa vaya a cambiar.
La mayoría de las empresas siguen estando basadas en el mismo modelo de trabajo, que presiona a los empleados y a los equipos con responsabilidades como el cumplimiento de objetivos, el logro de determinados beneficios, la imposición de fechas para la conclusión de proyectos, etc.
La investigadora de la Universidad de Cornell Youngjoo Cha, que ha dirigido un estudio similar al de Echtelt pero con datos de empleados de Estados Unidos, afirma que, en este contexto empresarial, que un marido trabaje más de 60 horas por semana, su esposa sea un 42% más propicia a perder su posición laboral.
Los resultados del estudio de Cha, que aparecerán próximamente publicados en la American Sociological Review, apuntan además a que la norma del trabajo extra perjudica sistemáticamente a las mujeres, que tienden a trabajar menos horas extraordinarias porque de ellas se espera que atiendan sus responsabilidades como cuidadoras, y por tanto hagan más trabajo en el hogar que los hombres.
La solución, según Echtelt, pasaría por que en el futuro los empresarios valoren más a sus empleados por su eficiencia y no por las horas extra que le dedican a sus empresas.
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