La somnolencia diurna excesiva, conocida por sus siglas SED, es la incapacidad de mantenerse despierto durante el día. Esta definición general aparece publicada en el portal web de la Biblioteca Nacional de la Medicina de Estados Unidos.
Las personas que sufren esta patología, cuyos índices se han incrementado en los últimos años, se quedan dormidos en los lugares más insospechados: en clase, en el trabajo, en la consulta del médico, durante una cena…
Esto se debe a varios factores: uno de ellos es no dormir al menos ocho horas diarias (tiempo recomendado para que el cuerpo se recupere), y otro es la mala alimentación.
Especialistas en medicina del sueño de la Universidad estatal de Penn, de Estados Unidos, han hallado ahora una relación directa entre la obesidad, el asma, la ansiedad y la depresión, y la incidencia de este desorden del sueño en niños pequeños, informa una nota de prensa emitida por dicha universidad.
«A pesar de que en los niños la somnolencia excesiva diurna es una patología comúnmente conocida por los médicos, ya que es el resultado de trastornos respiratorios del sueño o la existencia de un tiempo de sueño insuficiente, nuestros datos sugieren que, entre los pequeños, la SED está fuertemente asociada con problemas de obesidad y del estado de ánimo, tal y como sucede en los adultos”, explica Edward Bixler, profesor de psiquiatría y vicepresidente del Centro de Investigación y Tratamiento del Sueño de esta Universidad, quien, junto con Susan L. Calhoun, Alexandros N. Vgontzas, Julio Fernández Mendoza, Susan D. Mayes, Tsaoussoglou Marina y Maria Basta, ha realizado esta investigación científica.
Hasta el momento, los artículos realizados sobre los factores de riegos asociados con la SED en niños son escasos, en comparación con las múltiples investigaciones hechas sobre el tema con población adulta, indica el autor del estudio.
Pero, a pesar de ello, esta enfermedad afecta a la vida diurna de los pequeños, e “incluso puede interferir en su rendimiento escolar.
Nuestro estudio indica que la SED es altamente prevalente en los niños, un síntoma que puede afectar negativamente el funcionamiento durante el día», matiza Bixler. Los investigadores publicaron sus resultados en la revista Sleep.
Fases de la investigación
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores establecieron dos fases diferenciadas. En la primera de ellas, y con objeto de realizar una criba inicial, elaboraron un cuestionario dirigido a los padres con el fin de identificar a los niños con un alto riesgo de trastornos respiratorios del sueño, y para clasificarlos en el grupo de pequeños con SED.
El cuestionario, enviado a los padres de cada uno de los pequeños, escolarizados en diferentes cursos – desde la etapa preescolar hasta 5º curso- de cuatro distritos diferentes, les solicitaba información relacionada con el sueño de sus hijos y sus pautas de comportamiento.
«¿Tiene su hijo problemas de somnolencia durante el día?» o «¿Algún maestro u otro supervisor comentó que su hijo parece adormilado durante el día?» fueron algunas de las preguntas formuladas por los investigadores a los padres de los niños participantes.
Tras este primer filtro, los investigadores comenzaron a trabajar en una segunda fase de investigación. En ella, seleccionaron al azar a 200 niños cada año durante un periodo de cinco años, y registraron la estatura, peso, índice de masa corporal y el diámetro de la cintura de cada uno de ellos. Este último dato es un indicador de obesidad central y de alteraciones metabólicas.
De todos ellos, los investigadores seleccionaron a 508 niños con edades comprendidas entre los 5 y los 12 años, de los cuales el 15% ya padecía somnolencia excesiva diurna, es decir, lo que representa un total de 77 pequeños. Por sexos, el 51,8% de los niños estudiados fueron varones, y el 48,2% niñas.
Durante la noche que los pequeños debían pasar en el laboratorio del sueño, los investigadores analizaron pormenorizadamente si los niños presentaban indicios de apnea del sueño.
Conclusiones del estudio
A modo de conclusión, los investigadores encontraron que la circunferencia de la cintura, la presencia del asma y el uso de medicación para aliviar sus efectos, así como la acidez estomacal y otros problemas para dormirse, como sueño agitado y despertarse frecuentemente durante la noche, eran indicadores significativos asociados con la somnolencia excesiva diurna infantil.
A raíz de estos resultados, Bixler recomienda, para el tratamiento de la somnolencia excesiva diurna en los niños, que en el tratamiento se incluya: “Si el niño tiene sobrepeso, la pérdida de peso; el tratamiento de los síntomas depresivos o de ansiedad subyacentes, si es que existen; y la aplicación de métodos de prevención del asma nocturna, si el niño es diagnosticado con asma».
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