Los padres de mediana edad están más implicados hoy que nunca en las vidas de sus hijos ya mayores, señala un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos.
Según declaraciones de Karen Fingerman, profesora de dicha universidad y autora de la investigación, en un comunicado, la investigación ha revelado que los padres ayudan a cada uno de sus hijos ya crecidos de muchas formas, al menos una vez cada pocas semanas.
Este hecho contrasta con lo que sucedía hace tan sólo 20 años, cuando los jóvenes adultos recibían muchísimo menos apoyo de sus padres, asegura la investigadora.
Ayudar a todos
Los resultados de la investigación, que han sido publicados en el Journal of Marriage and Family, sugieren asimismo que las madres y los padres de entre 40 y 60 años no tratan por igual a todos los hijos de sus familias, pero aún así aportan ayuda financiera, emocional y práctica a todos ellos.
Los descendientes reciben más asistencia cuando tienen necesidades mayores (derivadas de problemas propios de su edad), pero también cuando se les considera más exitosos, un hecho que, según Fingerman, sorprendería a mucha gente.
La mayoría de las personas esperan que los padres ayuden a sus hijos más jóvenes o a aquéllos más problemáticos, pero lo cierto es que, la investigación revela que los padres también tienden más a apoyar a los hijos a los que les va mejor.
Todas estas actitudes están jugando un papel crítico en la transición de la adolescencia a la edad adulta de los descendientes, señalan los investigadores.
Más preparación, mayor coste
Fingerman explica que, hoy día, una persona de 18 años no puede ponerse a trabajar por su cuenta, tal y como se hacía hace 100 años. En la actualidad, no sucede lo mismo que entonces, cuando las personas jóvenes se dedicaban a trabajar o iniciaban un negocio para mantenerse a sí mismos y a sus propias familias.
Hoy día, la trayectoria hacia el éxito depende de muchas habilidades y de una gran preparación, lo que supone un gran coste en términos de dinero, tiempo e inversión emocional. Los padres están cargando con todo este desarrollo.
Por otro lado, señala Fingerman, hoy día a los jóvenes adultos les cuesta más encontrar patrones de vida, y muchos de ellos posponen el matrimonio o el emparejamiento hasta edades posteriores.
Como resultado, estos adultos-niños se benefician durante más tiempo del apoyo social y emocional que les suministran sus padres.
Tipos de ayuda
Los investigadores evaluaron a más de 600 padres de edades comprendidas entre los 40 y los 60 años, el apoyo que éstos prestaban a sus hijos mayores y las razones por las que los ayudaban.
Las formas de apoyo iban desde la ayuda financiera, la ayuda en determinadas tareas, el dar consejos, el apoyo emocional, el escucharlos e, incluso, participar con ellos en actividades sociales.
Los hijos con problemas de salud o financieros, lesionados o víctimas de delitos eran considerados por los padres como necesitados, y recibían una gran cantidad de apoyo.
Asimismo, los padres también daban una ayuda considerable a los hijos mayores con éxito en sus relaciones y carreras. Para los padres, apoyar a estos hijos suponía la mayor de las satisfacciones.
La motivación para ayudar a este tipo de hijos es debida a que los padres ven en ellos un reflejo de sus propios logros. Hasta los 18 años, los padres hacen un gran esfuerzo por criar a los hijos y, después, si los hijos tienen éxito, los progenitores sienten que están recogiendo los frutos de sus desvelos: se sienten personas que han triunfado en su rol de padres.
Buena inversión
También existe la posibilidad de que los padres de mediana edad esperen que el éxito de sus hijos les ayude cuando sean ancianos. Fingerman no cree que la gente, deliberadamente, siga esta estrategia, pero es una realidad que los jóvenes a los que mejor les va sean más capaces de ayudar a sus padres cuando éstos lo necesiten.
Ciertamente, estos hijos suponen una buena inversión para los padres, aunque también lo es “rescatar” a los hijos que están teniendo problemas. Por eso, aunque la mayoría de los padres desea emplear más tiempo en ayudar a sus hijos exitosos, tienden más a apoyar económicamente y en la práctica a aquéllos problemáticos.
De cualquier forma, el estudio revela que los padres no consiguen mucho de sus hijos. La muestra de padres escogida estaba compuesta por personas saludables y económicamente estables, con pocas necesidades, por lo que la investigación determinó que los padres recibían poca ayuda de los hijos. Cuando ésta existía, normalmente procedía de los descendientes a los que les iba mejor.
En opinión de Fingerman, es esperable que sean los padres quienes ayuden a sus hijos, y que esto sucede bien porque apoyándolos ellos se sienten mejor o porque, simplemente, a los padres les resulta demasiado estresante no intervenir en la vida de sus hijos si ven que éstos lo necesitan.
El fruto del esfuerzo
A pesar de la escasa ayuda que los padres de mediana edad reciben de los hijos, parece que la cosa cambia cuando los progenitores se van haciendo ancianos.
Otro estudio anterior realizado por esta misma investigadora, y cuyos resultados fueron publicados en 2007, reveló que, a medida que los padres envejecen, las relaciones con sus hijos adultos mejoran.
Es entonces, a partir de los 70 años (edad en que los padres aún pueden valerse por sí mismos pero en el que la salud comienza a deteriorarse), cuando los padres afirman sentir que el cuidado de sus hijos hacia ellos aumenta, y cuando expresan las emociones positivas que les despierta toda esta atención, reveló el estudio.
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